El jefe de la Dirección de Lenguas Indígenas del Ministerio de Cultura explica por qué debemos preservar las lenguas nativas del país
– ¿Por qué se promulga la política nacional de lenguas originarias si ya existía la Ley N°29735 que regula el uso, preservación y desarrollo de los idiomas nativos del Perú?
En el desarrollo normativo de un Estado, hay distintos niveles de avance para favorecer a los ciudadanos. Una ley te dice qué hay que hacer y lo establece como una obligación general para la sociedad. La ley de lenguas originarias [N° 29735] del 2011 plantea una serie de disposiciones en materia de derechos lingüísticos que son fundamentales. Es una norma inédita en el ordenamiento legal, pero no es suficiente para garantizar el cumplimiento. Es por ello que la misma ley prevé la emisión de la política nacional.
Primero hemos trabajado el reglamento, que salió en julio del 2016. Este va mucho más en detalle acerca de cómo tiene que cumplirse la ley de lenguas y también dispone el plazo de desarrollo de la política nacional. Hemos creado una comisión multisectorial para el desarrollo de la política que trabajó por poco más de 180 días.
¿Y qué establece la política nacional?
Yo lo entiendo así: el Estado Peruano ha caminado un par de siglos y la situación de sus lenguas y de los derechos de sus hablantes no ha sido favorable. El Estado ha caminado cómodamente a sabiendas de que sus lenguas iban desapareciendo y que los derechos de sus hablantes eran vulnerados a cada instante, en todas las dependencias y en todos los niveles de gobierno. Es sencillo, si tienes un estado monolingüe y monocultural en una población de muchísimas lenguas, tienes a un estado que excluye y discrimina.
El gran aporte de la política nacional de lenguas originarias es que identifica la desaparición de los idiomas [oriundos] como un problema público. Así, el Estado Peruano está emitiendo una respuesta integral al tema. Es un hecho histórico. La política señala la ruta que hay que seguir.
¿La política, a su vez, requerirá de una reglamentación?
Va a requerir de un plan. La política está en un nivel discursivo, pero para que se cumplan los objetivos tiene que haber un plan que esté expresado en cronogramas, metas, indicadores de ejecución. Así, cada sector a decir cómo va a hacer para cumplir la política de aquí hasta el bicentenario, por ejemplo, que puede ser el primer horizonte temporal. Cada sector se comprometerá con una serie de acciones y luego haremos un seguimiento para verificarlo. La política es de obligatorio cumplimiento.
¿Y en qué plazo se elaborará este plan?
Hay un plazo de 200 días que corren desde la aprobación de la política [el 10 de agosto pasado].
Varias personas argumentan que la desaparición de las lenguas nativas es inevitable ¿Cómo harán para no quedarse en las buenas intenciones?
Es cierto que estamos ante un problema inmenso. Es un problema que ha estado instalado en mentes y corazones. La pérdida de una lengua para una persona que la habla es un asunto doloroso. Es saber que algo muy propio está desapareciendo, algo que te vincula con tus abuelos, tus padres, con tu comunidad.
Ahora bien, algo que enseña la experiencia internacional es que el tema de las lenguas debe ser afrontado desde distintas caras. La política nacional de lenguas originarias plantea tres ejes: trabajar en la transmisión de lenguas, en su aprendizaje y su valorización.
¿Por ejemplo?
Ejemplo, si un niño no habla una lengua nativa, de pronto pueden crearse espacios donde compartan con los abuelos. Que reciban enseñanza en su lengua y se recupere la transmisión interrumpida. Así restituimos esos canales tradicionales. Pero luego esa niña vuelve a los mismos entornos de la escuela donde es discriminada. Por eso, debo trabajar en la valoración de la lengua. Que se reconozca como una potencialidad. Por último, se deben diseñar materiales en idiomas nativos. Sino, el conocimiento se pierde, ya nadie recuerda la lengua. Todo eso se articula con el funcionamiento del Estado en la provisión de servicios.
La razón fundamental por la que los padres toman la dolorosa decisión de no transmitirle la lengua a sus hijos es porque ven que estas no le van a servir en una sociedad donde todo funciona en castellano. Ellos dicen: ¿Para qué le voy a transmitir mi lengua a mi hijo? ¿Para que lo discriminen como a mí? Ese es un mecanismo de supervivencia, de protección.
¿Tienen un futuro lenguas muy minoritarias como el jaqaru?
Hay que cambiar la mirada sobre la lengua. No verla como la propiedad de un individuo, sino como un derecho. Ahora bien, lo que suceda con la lengua, si se sigue hablando o no, está en manos de los hablantes. Son ellos los que tienen control sobre eso.
Pronto muchas de las lenguas nativas seguramente van a dejar de ser habladas porque, inevitablemente, las únicas personas que las hablan van a dejar de existir. ¿Eso significa que la política va a fracasar? No, porque hay cosas en las que no se puede intervenir. Sin embargo, el Estado sí debe crear las condiciones para que allí donde las comunidades quieran revertir los procesos de pérdida de lengua, puedan hacerlo.
Pero mejor suerte tendrán aquellas lenguas con más hablantes…
Sí. Pero, ¿qué lengua es más importante que otra? Uno puede decir que el inglés es más importante que el castellano y que el chino también lo es porque son habladas por más personas y nos abren mundos. Ese es un criterio cuantitativo. Pero el pueblo kukama – kukamiria, de Loreto, cuya lengua es hablada por muy poca gente [no más de 200 hablantes fluidos] no va a pensar en un criterio cuantitativo cuando le preguntes si su lengua es importante. Ellos van a hablar de vitalidad. Para ellos, su lengua es literalmente de vida o muerte social. Además, si quieren acceder a derechos colectivos como consulta previa y no tienen su lengua, pierden la posibilidad de reclamar.
Hay personas que creen que las lenguas nativas pueden alimentar regionalismos y separatismos. Se pone como ejemplo a España.
El caso de España es una historia particular. Ahí hubo un periodo dictatorial donde se persiguió la lengua, se proscribió y se vulneraron derechos lingüísticos de forma muy violenta. Producto de eso seguramente hay casos de justa recuperación cultural y casos de exacerbación regional. Eso es natural, pero no es la norma. El Perú no tiene por qué repetir la historia de otros países.
¿Por qué cree que la política nacional de lenguas va a funcionar? En la calle se ven decenas de academias de inglés pero poquísimas de quechua.
Yo tengo confianza en que esto va a cambiar. Hay que promover estos cambios. El Estado funciona con normas y pronto, por ejemplo, se va a declarar la oficialidad de las lenguas en distintas provincias y regiones cuando salga el mapa lingüístico en el que estamos trabajando. Yo creo que el mercado va a responder también a la poca existencia de instituciones para aprender lenguas nativas.
Hay que entender que esto no es filantropía estatal, es búsqueda de eficiencia. Te pongo un ejemplo, si envías una campaña de vacunación a una zona awajún gastas en helicóptero, combustible y personal para las brigadas. Pero si no llevaste un intérprete que le explique en su lengua a la población que tienen que volver en seis meses para las siguientes dosis, todos esos recursos son tirados al agua. No conseguiste tus resultados, contener la epidemia y despilfarraste recursos. Un Estado monolingüe no es ni eficaz ni eficiente. Lo que buscamos, más bien, es un Estado que se desenvuelva con pertinencia lingüística en las zonas donde se necesite.
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Fuente: El Comercio