Los juegos y juguetes de los niños quechua, aimara y awajun

Te mostramos cómo se divierten los niños quechua, aimara, awajun, ashaninka y nomatsiguenga

Escolares de Lima hacen equipo con niños de la etnia nomatsiguenga de Pangoa para disfrutar de este juego. La pelota es de hojas secas de plátano. (Foto: Fidel Carrillo)

Escolares de Lima hacen equipo con niños de la etnia nomatsiguenga de Pangoa para disfrutar de este juego. La pelota es de hojas secas de plátano. (Foto: Fidel Carrillo)

Por Rafaella León

19:21|22 de octubre de 2016.- Los niños shawi de Alto Amazonas fabrican sus trompos con semillas ‘ojo de toro’. Hojas secas de plátano son un balón en las manos de chicos nomatsiguenga de Satipo. Y un pedazo de madera atado a un hilo puede rugir como un jaguar cuando nativos de Ticumpinia, La Convención, lo hacen girar con fuerza. En la mayoría de juegos de la selva no siempre se trata de competir y ganar. La meta es el disfrute en sí, como lo demuestran niñas awajun de San Ignacio, Cajamarca, concentrados en sus trompos hechos de semillas. En otros casos la actividad lúdica simula labores domésticas –lo que los prepara para la adultez- , como ocurre con las niñas de la etnia Secoya, en el Putumayo, Loreto. Ellas juegan a la ‘cocinita’ con sus vasijas planas de barro, donde estiran, cuelan y dan forma de tortilla a la arena, como si se tratara de harina de yuca.

En su natal Sibayo, Caylloma, Arequipa, los padres y abuelos pastores de Gianpier Supohuanca (12) jugaban a la pelota Hay’Tay esquivando matas de ichu en la ‘michina’, campo para el pastoreo. “Esta pelota lo hemos hechos los niños con trapos viejos que hemos encontrado; lo hemos rellenado y cosido con nuestras propias manos con el cuero de la alpaca”, nos cuenta este pequeño sobre el juego de su comunidad que perdura hasta hoy.

Decenas de juegos y juguetes tradicionales del Perú se mostraron y disfrutaron en el encuentro Tinkuy 2016, un evento que organiza desde hace cinco años el Ministerio de Educación con el objetivo de propiciar el intercambio de riqueza cultural y experiencias compartidas. Este año, cerca de 900 estudiantes del sexto grado de colegios de Lima interactuaron con estos niños y aprendieron de sus actividades de recreo. La identidad se refuerza como jugando.

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Fuente: El Comercio

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