Cambio climático y disputa por el territorio: Los pueblos indígenas frente al modelo extractivista depredador

-Lo que está en riesgo y los procesos de resistencia

 Ismael Vega Díaz, Director de CAAAP. Foto: CAAAP

Ismael Vega Díaz. Foto: CAAAP

Por Ismael Vega Díaz
Director del Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP)

12:14|09 de noviembre de 2017.- La Panamazonía representa uno de los espacios con mayor socio-biodiversidad del planeta. Es reconocida como el mayor bosque tropical, así como el sistema fluvial más extenso del mundo. Contiene la décima parte de las especies del mundo; y desde 1999 se han descrito más de 2.000 nuevas especies de plantas y vertebrados; asimismo existe una ocupación continua de ese territorio por un período de 11 mil años[1]. Se encuentra extendida en 9 países: Bolivia (6.2%), Brasil (64.3%), Colombia (6.2%), Ecuador (1.5%), Guyana (2.8%), Perú (10.1%), Surinam (2.1%) y Venezuela (5.8%) y la Guyana Francesa (1.1%)[2].

Sus ríos descargan el 20% del agua dulce del mundo en los océanos y su cuenca tiene 25 mil kilómetros de ríos navegables. El río Amazonas es el más extenso del mundo y forma parte de esta cuenca con sus 6.900 kilómetros de extensión, más de mil afluentes y una descarga de aproximadamente 220 mil metros cúbicos por segundo. En su cuenca se han identificado unas 40 mil especies de plantas. De este total, 2.000 fueron clasificadas como útiles para la alimentación, la medicina u otros fines.

Crédito: AFP

Crédito: AFP

Tiene una población aproximada de 40 millones de habitantes y cerca de 400 pueblos indígenas que forman parte de una rica y compleja diversidad étnica y cultural, y una pluralidad lingüística que enriquece la humanidad y sus posibilidades de convivir y cuidar el planeta. Es un espacio donde se reproducen muchos saberes y prácticas culturales de los pueblos indígenas que se expresan mediante el ejercicio del derecho a la libre determinación y  la construcción de formas alternativas al modelo de desarrollo actual: Vida Plena y Buen Vivir,  basadas en el cuidado de la naturaleza y la defensa del territorio.

Toda esta riqueza ha sido y es históricamente construida por la naturaleza y por los pueblos originarios, comunidades locales, ribereñas, campesinas y otras quienes hemos fecundado nuestros sentidos de vida en estas realidades e imaginarios. Un sentido de territorialidad basado en relaciones de respeto e integración con el tejido amazónico en todas sus dimensiones, no sólo material, sino espiritual, cultural y de uso; todas ellas en disputa histórica desde la violenta llegada de sociedades y visiones colonialistas, expoliadoras y mercantilistas[3].

Crédito: Resumen Latinoamericano

Crédito: Resumen Latinoamericano

El modelo extractivo – exportador vigente que está destruyendo a la Madre Tierra y particularmente a la Amazonía, viene librando una encarnizada disputa por el control de los territorios amazónicos y andinos porque sabe que solo de este modo pueden garantizar su reproducción y seguir explotando los bienes de la naturaleza y atropellando los derechos de los pueblos amazónicos y andinos.

Esta disputa se enmarca dentro del despliegue del sistema capitalista y el modelo de desarrollo depredador, patriarcal y racista, instaurado desde la imposición del colonialismo generador de desigualdades en todas sus formas. El desarrollo de este sistema, acompañado de los diversos fundamentalismos, está incidiendo en el retroceso de la vigencia de los derechos de los pueblos, especialmente los alcanzados por las mujeres. Muy a pesar de ello, los pueblos amazónicos y andinos resistimos y pervivimos con el indeclinable compromiso de defender la vida en nuestros territorios. [4]

Los diecisiete primeros años del presente siglo, han sido especialmente depredadores para los territorios y los pueblos amazónicos y andinos que los habitan desde tiempos ancestrales. Nunca como en estos años se han puesto en marcha tantos megaproyectos de infraestructura (Energía, transporte, IIRSA), proyectos extractivos (Minerales, hidrocarburos, madera, etc.) con los consecuentes derrames petroleros, crecimiento peligroso del acaparamiento de tierras para monocultivos y la amenaza de las grandes hidroeléctricas.

Crédito: OtraMiirada.pe

Crédito: OtraMiirada.pe

La liberación de gases de efecto invernadero (GEI) consecuencia de la destrucción del bosque amazónico favorece el cambio climático global y en el caso del Perú, representa el 47%  de sus emisiones netas totales de CO2 . Así mismo, de los 600.000 km2 de bosques amazónicos primarios destruidos, las dos terceras partes lo han sido durante las últimas tres décadas, esto se traduce en una deforestación que altera el balance entre la absorción de carbono y su emisión bruta en el bosque tropical.[5]

Lamentablemente toda esta vorágine depredadora se expresa no solo en las actividades mencionadas y sus efectos irreversibles, sino también en nuestros patrones y estilo de vida consumista que contribuye a destruir el frágil equilibrio de la Madre Tierra, produciéndole graves e irreversibles daños y poniendo en peligro el futuro de toda forma de vida en nuestro planeta.

Este escenario se hace más complejo y crítico cuando constatamos que estamos ante un Estado que, por un lado ha asumido compromisos en la última Conferencia de las Partes realizada en París (COP 21) para reducir la deforestación y garantizar la seguridad jurídica de los territorios indígenas, pero en la práctica sigue entregando, a través de leyes y proyectos, los territorios de los pueblos amazónicos y andinos a empresas mineras, petroleras, forestales y de palma aceitera sin ninguna consulta, aumentando la deforestación.

Frente a un modelo de desarrollo que está matando el planeta y amenaza abiertamente los derechos de los pueblos indígenas y los estándares ambientales impactando gravemente en las formas de vida de hombres y mujeres de la Amazonía, los pueblos indígenas han resistido y han defendido sus territorios a lo largo de la historia mediante diferentes estrategias.  Una de estas estrategias que vienen impulsando en los últimos años es la construcción de experiencias de autogobierno y la reivindicación de nuevas territorialidades conocidas como territorios integrales.

Wrays Pérez Ramírez, pamuk o presidente del Gobierno Territorial Autónomo de la Nación Wampis. Foto: CAAAP

Wrays Pérez Ramírez, pamuk o presidente del Gobierno Territorial Autónomo de la Nación Wampis. Foto: CAAAP

Uno de los pueblos amazónicos que viene desarrollando este proceso es el pueblo Wampis en la región Amazonas, donde se ha creado el primer Gobierno Territorial Autónomo de la Nación Wampis (GTANW) cuyo presidente es el pamuk Wrays Pérez. Esta experiencia de autogobierno constituye una “decisión histórica que contribuirá al cumplimiento de sus compromisos asumidos para proteger la Amazonía peruana como parte de su objetivo para enfrentar el cambio climático”, una estrategia de defensa territorial mediante el fortalecimiento de su unidad política para explicar su visión al Estado y las empresas que solamente ven el oro y el petróleo en sus ríos y bosques. Esta estrategia se basa en el ejercicio de su derecho a la libre determinación y contribuirá a determinar su propio futuro y a exigir al Estado peruano el respeto a sus derechos y la autonomía de los pueblos y naciones indígenas.[6]

Propuestas para una agenda política [7]

  • Generar condiciones jurídicas, económicas y sociales para hacer frente a los efectos del cambio climático convocando a más sectores del Estado y la sociedad civil que coordinen y articulen estrategias funciones y competencias con indicadores claros, presupuesto e institucionalidad sólida para sostener las medidas y programas que se decida implementar.
  • Garantizar el uso sostenible de los bienes comunes de la naturaleza por encima de intereses económicos que buscan privatizarlos. Esto implica asumir el agua como un derecho humano, proteger los bosques, sancionar la tala ilegal y la que se realiza con la protección de la corrupción, los monocultivos y actividades extractivas sobre bosques primarios.
  • Aprobar una Ley sobre Cambio Climático y la implementación del Plan Nacional de Género y Cambio Climático que sean el resultado de una amplia participación y diálogo entre el Estado y la sociedad civil.
  • Implementar políticas orientadas a impulsar medidas de prevención, adaptación y mitigación del impacto del cambio climático en el marco de los acuerdos y compromisos asumidos en la COP 21, tomando en cuenta los saberes e iniciativas de los pueblos y mujeres indígenas.
  • Incorporar el enfoque de género en los planes, programas, proyectos de mitigación y adaptación al cambio climático (experiencias comunitarias, agricultura familiar, programa nacional de adaptación comunitaria etc.).
  • Adecuar el mecanismo REDD+ en los territorios de los pueblos indígenas de la Amazonia bajo la estrategia REDD+ Indígena Amazónica y otras experiencias que aseguren el pleno respeto a los derechos de los pueblos indígenas.
  • Reconocer y asegurar el derecho de los pueblos amazónicos y andinos a tener acceso oportuno a alimentos de calidad producidos ecológicamente y de manera sostenible.
  • Revalorar los conocimientos de las mujeres indígenas amazónicas y andinas en la producción de alimentos y conservación de semillas así como el uso de plantas en la medicina tradicional.
  • Promover políticas que faciliten el acceso de las mujeres al uso y control de los recursos productivos para enfrentar las amenazas del cambio climático sobre la seguridad y soberanía alimentaria.
  • Los acuerdos comerciales internacionales (TPP – Tratado de Asociación Transpacífico) deben ser consultados con los pueblos indígenas y la sociedad civil en tanto afectan sus derechos y su vida.
  • Terminar con las políticas de cultivo extensivo de productos y la concentración de tierras para agroexportación o biocombustibles, porque ponen en riesgo la seguridad y soberanía alimentaria y destruyen la biodiversidad.
  • Proteger las tierras donde las comunidades realizan actividades de agricultura familiar, que son el principal sostén de la canasta familiar a nivel nacional, y con ello permiten la seguridad alimentaria en nuestro país.
  • Respetar modelos alternativos expresados en las propuestas de Vida Plena-Buen Vivir, que vienen siendo amenazadas por las actividades de las industrias extractivas y los megaproyectos.
  • Garantizar la seguridad jurídica y titulación del territorio ancestral integral para garantizar la gobernanza territorial y la soberanía y seguridad alimentaria del 70% de la población peruana.
  • Titulación del territorio integral de todos los pueblos y comunidades: los más de 63 millones[8] de hectáreas de las 2,009[9] comunidades en la Amazonía y de las 6,120[10]comunidades campesinas en la costa y sierra con una política nacional que contempla el acceso de las mujeres a la gobernanza territorial.
  • Implementar un ordenamiento territorial con enfoque intercultural que asegure el reconocimiento de las comunidades y los territorios integrales que diferentes pueblos originarios amazónicos y andinos vienen construyendo e implementando para recuperar y defender sus territorios.
  • Garantizar la intangibilidad de las cabeceras de cuenca, glaciares, páramos y bosques, prohibiendo actividades extractivas o megaproyectos que afecten y pongan en peligro la vida de los pueblos indígenas amazónicos y andinos.
  • Aprobar marcos normativos y políticas públicas para poner en marcha, planes de atención médica especializada de emergencia, la remediación de los pasivos ambientales y las zonas contaminadas por las actividades mineras y de hidrocarburos.

Asistimos a un escenario complicado y peligroso para la vida del planeta. Los pueblos indígenas aportan lógicas y visones para la construcción de paradigmas alternativos para cuidarlo. Dan un re-significado distinto a la naturaleza y la colocan en el debate político, económico y simbólico desde experiencias de autogobierno, nuevas territorialidades, Vida Plena y Buen Vivir. La disputa en la Panamazonía es territorial pero también de lógicas y racionalidades.

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[1] Charity, S., Dudley, N., Oliveira, D. y S. Stolton (editores). 2016. Informe Amazonia Viva 2016: Un enfoque regional para la conservación de la Amazonia. Iniciativa Amazonia Viva de WWF, Brasilia y Quito.

[2] Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG), (2012), “Amazonía bajopresión”, [en línea], disponible en: https://raisg.socioambiental.org/system/files/AmazoniaBajoPresion_10_12_12.pdf

[3] Carta de Tarapoto del VIII Foro Social Panamazónico. Realizado en la ciudad de Tarapoto, Perú, del 28 de abril al 1 de mayo de 2017.

[4] Carta de Tarapoto del VIII Foro Social Panamazónico. Realizado en la ciudad de Tarapoto, Perú, del 28 de abril al 1 de mayo.

[5] La realidad medio ambiental de la región amazónica en el Perú, presentación de Cucho Flores Robert, Dr. en Ciencias Ambientales y Energías Renovables. Taller sobre Cambio Climático, realizado en Pucallpa en 2016.

[6] Wrays Pérez, pamuk del GTANW y Andres Noningo Sesen, líder de la Nación Wampis.

[7] Basado en Agenda Política- Perú presentada en el VIII Foro Social Panamazónico y la Carta de Tarapoto del VIII Foro Social Panamazónico, realizado del 28 de abril al 1 de mayo del 2017 en Tarapoto, Perú.

[8] Instituto del Bien Común. “Tierras Comunales: Más que preservar el pasado es asegurar el Futuro”. Mayo 2016. Pág. 25.

[9] Instituto del Bien Común. “Tierras Comunales: Más que preservar el pasado es asegurar el Futuro”. Mayo 2016. Pág. 25.

[10] Instituto del Bien Común. “Tierras Comunales: Más que preservar el pasado es asegurar el Futuro”. Mayo 2016. Pág. 25.

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Inicialmente publicado en la web del MOCICC

 

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