“El Sínodo trae mucha esperanza. No sólo se trata de abrir nuevos caminos, sino de confirmar el que ya se lleva caminado”

Apasionado del mundo indígena, la figura del padre Luis Bolla y su integración en el pueblo Achuar le marcó su propia senda. Hoy, en ausencia del mítico misionero salesiano, continúa transitando el recorrido que él marcó y tratando de seguir su ejemplo. Es el padre Diego Clavijo, ecuatoriano y achuar casi a partes iguales

El padre Diego Clavijo - segundo por la derecha, con polo celeste - luego de una celebración eucarística y encuentro con la comunidad achuar. Foto: Cedida

El padre Diego Clavijo – segundo por la derecha, con polo celeste – luego de una celebración eucarística y encuentro con la comunidad achuar. Foto: Cedida

Por: Beatriz García

15:10|16 de agosto de 2019.- A Diego, un niño curioso e inquieto, le gustaba demasiado el fútbol. Por eso desatendió sus clases de Primera Comunión y reprobó. En aquel entonces, ni él mismo imaginaba lo que hoy es: un misionero que vive plenamente con, por y para el pueblo Achuar del Perú, en la frontera con su Ecuador natal. Como salesiano, el padre Diego Clavijo es parte de la familia del Vicariato Apostólico de Yurimaguas y su historia y discurso son inseparables de una de las figuras misioneras más destacadas y recordadas de la selva peruana, el padre Luis Bolla, a quien muchos rememoran a las puertas del Sínodo Amazónico y la petición del Papa Francisco para la construcción de una iglesia con rostro amazónico.

“No sé qué, pero algo casi mágico me llevaba a adentrarme más y más en el mundo selvático”, relata Clavijo sobre sus inicios, “y después de trabajar por tres años con el pueblo Shuar del Ecuador, vi un video elaborado por el padre Santilli sobre el trabajo del padre Luis Bolla con el pueblo Achuar. Eso me marcó para siempre, sin duda”. Ver su entusiasmo misionero, cómo se reía, cómo participaba de la gente y cómo saludaba al estilo Achuar le marcó el camino. Diego debía estar ahí, acompañándole, aprendiendo. “Era un Achuar más, pero con facciones de extranjero”, recuerda.

En 1998, después de cinco días de camino en la frontera de Ecuador a Perú pudo encontrarle al fin. A él le compartió sus ideales misioneros y pensó: ¿cómo puede ser que un misionero pueda estar tantos años solo y tan aislado en las profundidades de la selva? Y ahí, en ese instante, empezó su nueva historia.

¿Qué es ser misionero?

Ahora, después de un tiempo, puedo decir que misionero es la imagen del padre Luis Bolla. Su estilo su forma, su pasión por Dios, el amor que tenía a los Achuar… Misionero es aquel que se acerca con una fe doméstica, natural, sin complicaciones, a compartir con la gente, a integrarse, a aprender de su mundo, a vivir situaciones difíciles y duras de trabajo o falta de medicinas, pero también a compartir su espiritualidad, su forma feliz de vivir los problemas, de reunirse y dialogar y ver a fondo cómo solucionar las situaciones desfavorables. Ser misionero inicia a través de esa experiencia de contacto con la gente.

¿Y compartir?

Sí, sin duda, compartir. Como ellos nos comparten su mundo, nosotros compartimos de lo poco o mucho, de la riqueza que llevamos en el corazón, un tesoro que es Jesús. Y deseamos que la vida de Jesús y su fuerza y entusiasmo también quede grabado en sus corazones. A partir de ahí logramos hacer una síntesis. Su cultura y su mundo llega a nuestra vida y lo sentimos parte, y de parte de ellos también. Eso es sentirse Achuar de Jesús. Comparten sus sueños, sus ideales, un nuevo estilo de vivir, romper situaciones de guerra, de matanza y buscar una armonía que les hace llegar a una felicidad completa en una sociedad que quiere desterrar los males y vivir realmente en una comunidad fraterna, solidaria, entregada al trabajo, con estilos propios y expresiones espirituales muy originales como ellos han recibido, y que no rechazamos, sino que asumimos.

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Más de 20 años han transcurrido desde ese primer encuentro con el padre Bolla y ahora es él quien camina de comunidad en comunidad acompañando a los Achuar, brindando la Palabra y dando fe de que, realmente, el diálogo entre la Iglesia y las cosmovisiones amazónicas no sólo es posible, sino que ya es real. El Achuar es ya su pueblo.

El pueblo Achuar se muestra orgulloso de sus orígenes, su cultura y su cosmovisión. Foto: Cedida

El pueblo Achuar se muestra orgulloso de sus orígenes, su cultura y su cosmovisión. Foto: Cedida

¿Qué significa ser Achuar? ¿Cómo se puede llegar a ser parte del pueblo Achuar?

Pienso que ser Achuar es ser realmente noble. En primer lugar, cuando llega un visitante el Achuar deja todo, el trabajo, las obligaciones… y le da todo al visitante. Y empieza un ritual que puede durar media hora, una hora, dos horas… y mientras comparten en el ritual del masato se conocen más, sobre quiénes son, cuál es el interés por el que llegan… se establece una relación fraterna, solidaria, hasta familiar. Muy profunda. También hay momentos en los que se asumen compromisos y obligaciones, como el trabajo, o hacer algún rito especial para fortalecerse como pueblo: la toma del tabaco, de la ayahuasca… Una visita implica a veces lograr cambiar situaciones que no están bien.

¿Y su cosmovisión?

Claro, hay una unidad muy profunda que está en las fuerzas de la naturaleza, los espíritus… Son un pueblo muy libre y se sienten felices de tomar las decisiones que tienen que tomar. No están sometidos al reloj, al tiempo. Eso les hace tranquilos, serenos, aunque también tienen sus preocupaciones como la hechicería, el maleficio, que les afecta, pero ahí está la fuerza de Cristo y del Evangelio que les ayuda a superar todo eso. Ahora, tenemos un Achuar renovado, sumido en un proceso de consolidación de su propia identidad interna y externa.

Las mujeres achuar defienden, con valentía, su territorio. Foto: Cedida

Las mujeres achuar defienden, con valentía, su territorio. Foto: Cedida

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Sobre cómo encaminar el desarrollo de los pueblos indígenas para no afectar a su enorme legado cultural el padre Diego Clavijo opina, desde su experiencia: “Es imposible pensar en un Achuar sin su selva, sin sus ríos, sin sus animales, sin su familia. Es su mundo, su naturaleza, su aire, sus caminos, el misterio de ir en la selva caminando para buscar comida, o tomar ayahuasca. Es imposible un modelo de ciudad de desarrollo insertado en la selva”. Y de nuevo la palabra clave: armonía. Que los valores propios y extranjeros se armonicen para, por ejemplo, solucionar problemáticas de salud y educación gracias a los avances científicos, pero sin deteriorar cuestiones como la estabilidad espiritual o las relaciones comunitarias. “Igual que antes la brujería era motivo de matanzas, ahora la armonía se ve alterada por amenazas externas como la minería, explotación petrolera, maderera… “, compara.

¿Cómo afronta el pueblo Achuar las amenazas externas que, en muchos casos, son comunes a otros pueblos indígenas y lugares de la Amazonía Peruana?

Los achuars llevan más de dos décadas manifestando su negativa al ingreso de empresas extractivas en su territorio. Foto: Cedida

Los achuars llevan más de dos décadas manifestando su negativa al ingreso de empresas extractivas en su territorio. Foto: Cedida

El pueblo Achuar, reunido a través de FENAP (Federación de las Nacionalidades Achuar del Perú) con 45 comunidades y tres organizaciones de base, por 20 años viene manifestando claramente y públicamente que no quieren que su tierra se contamine. No quieren tener una tierra donde no puedan vivir. Afirman y confirman que de sus mayores han recibido una tierra sin mal, una tierra sana y bendecida y que ellos quieren dejar a sus hijos ese mismo tipo de tierra, de agua y de bosques. Son claros: ningún trabajo con empresas petroleras, madereras, mineras. Quieren buscar y generar su propia fuente de trabajo, luchar para salir delante de una forma sana y por ello tienen muchos conflictos con el Gobierno nacional, pues están pidiendo que se les reconozca su personalidad jurídica como pueblo ancestral, que existió antes del Estado. Todo esto ayuda a definir la identidad de un pueblo que quiere mantenerse libre, sereno, tranquilo, vivir de lo que ha sido y no dejarse destruir por estas amenazas de empresas extractivas que están mirando a estos lugares que no han sido tocados como una fuente de riqueza y aprovechamiento irracional.

¿De qué viven los Achuar?

La selva es una mamita muy generosa y realmente aún hoy, el pueblo Achuar no es una sociedad centrada en el capital. Es un modelo de vida social alternativa en donde puedes tener millones, pero no tienes un sistema de comercio, compra-venta fijo, estable, como lo tenemos en las ciudades. El supermercado de la ciudad no es el de la selva.

Es decir, que las prioridades son otras…

Sí, el hecho de que una sociedad no esté centrada exclusivamente en lo económico, en lo material, sino en las relaciones interpersonales, en que podamos trabajar juntos, en que tengamos buena salud, en que solucionemos los problemas en comunidad, eso les ayuda muchísimo a encontrar las soluciones. Hay muchas necesidades, muchas carencias, pero también personas generosas que ayudan a encontrar caminos viables para encontrar una situación mejor de vida en el tema de salud y educación. Creo que este modelo de sociedad les ayuda a encontrar el camino de su realización como pueblo. Ahora, por ejemplo, nuestros catequistas están empezando a convertirse en los sabios que ya van marchándose porque son quienes están transmitiendo los saberes ancestrales. El papel de los mayores va siendo encontrado en los maestros. El peligro que puede existir es tener maestros aculturados, que no puedan ayudar a los niños y jóvenes a enrumbarse en su proceso de vida como Achuar.

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El padre Diego espera que el modelo de Iglesia indígena achuar pueda servir para otros contextos amazónicos. Foto: Cedida

El padre Diego espera que el modelo de Iglesia indígena achuar pueda servir para otros contextos amazónicos. Foto: Cedida

A pocas semanas de que se celebre el Sínodo Amazónico, el padre Diego Clavijo recuerda con añoranza el encuentro con el Papa Francisco en Puerto Maldonado, donde estuvo presente junto a varios diáconos Achuar. “Fue impresionante, y a nosotros nos ha confirmado en el camino que hemos hecho con la iglesia indígena amazónica Achuar, iniciada por el padre Bolla y otros misioneros desde el Ecuador y también en el Perú. El Papa, al ver a los cinco diáconos Achuar con su traje, con su estilo, con lo que han dicho, el Papa dijo ‘este es el rostro de la Iglesia amazónica indígena de Latinoamérica’. Por ahí está el camino, esa es la identidad que debe adquirir”.

Y sobre el Sínodo, ¿qué espera?

El Sínodo nos hace mirar a los misioneros con mucha esperanza porque no solo se trata de abrir nuevos caminos sino también de confirmar el camino que ya se lleva caminado, de una experiencia pastoral y evangelización indígena con el pueblo Achuar que puede ser una lucecita para otros pueblos indígenas y otras experiencias misioneras donde se va generando una iglesia autóctona con su propios ritos, liturgia, expresiones culturales, religiosas… una espiritualidad que realmente nace, sale desde ellos mismos donde, desde la Iglesia católica, estamos comprometidos a seguir acompañándoles, compartiendo su mundo, su vida y que sean ellos quienes asuman la conducción de su iglesia. Nosotros no somos indígenas, pero al estar con ellos estamos comprometidos. El Sínodo va a alentar, impulsar que estos procesos que ya se están llevando puedan comprometer mucho más a los laicos casados, solteros, a que ellos asuman el acompañamiento y la animación de sus comunidades indígenas amazónicas.

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