Hasta nueve horas deben caminar los alumnos de la institución educativa Gran Pajonal, en Atalaya, Ucayali, para poder asistir a clases. Esta semana, los 120 estudiantes indígenas tuvieron que regresar a sus comunidades ante la falta de docentes y de personal para atender la residencia.
19:30 | 16 de marzo de 2023.- «De los siete profesores que necesitamos, solo tenemos cuatro. Tenemos una cocinera para 120 alumnos, y un solo promotor de bienestar». Son las palabras del Padre Alfonso Tapia, párroco del colegio Gran Pajonal, ubicado en el distrito de Raymondi, provincia de Atalaya, Ucayali. Esta institución educativa de nivel secundario, a la que asisten más de un centenar de estudiantes asháninkas, no ha podido iniciar el año escolar debido a la falta de personal docente.
Muchos de ellos deben caminar hasta nueve horas para poder atender sus clases. Provenientes de las comunidades nativas de las provincias de Atalaya, Satipo y Oxapampa, en la selva central, esta semana tuvieron que regresar a sus casas pues no se lograron adjudicar las plazas docentes necesarias para que puedan acceder a una educación de calidad. «No sé quién es el culpable, pero sí sé quien paga las consecuencias: los muchachos. Porque todos estos vaivenes son más políticos que pedagógicos», explicó Tapia.
La Institución Educativa Gran Pajonal es un colegio parroquial administrado por el Vicariato Apostólico de San Ramón en convenio con el Estado. Las clases y las plazas docentes las cubre el gobierno, con las propuestas pedagógicas que se envían por medio de la Oficina Diocesana de Educación Católica (ODEC) Atalaya. En cuanto a la residencia, que alberga a la mayoría de los alumnos que llegan desde sus comunidades los domingos para quedarse durante la semana; las plazas las cubre el Ministerio de Educación por medio de un Contrato Administrativo de Servicios (CAS).
«Sabemos los problemas y dificultades que tiene este tipo de contratos. Es una convocatoria abierta y ya nos ha pasado a nosotros y a otros colegios, que nos mandan personas que no están identificadas con lo que estamos haciendo, que vienen por un puesto de trabajo y por un sueldo y luego se van», explicó el Padre Alfonso Tapia. En esta zona rural de la Amazonía peruana no hay energía eléctrica más que durante la noche, por lo que incluso si hay las plazas necesarias, no se cubren, mencionó. «No tenemos profesores para dar las clases ni personal para atender a los jóvenes».
Diálogo para soluciones
«Necesitamos que nos asignen tres plazas docentes, y entre ellas está la directora, y al menos tres cocineros más. Se ha adelantado la convocatoria nuevamente para tres promotores más, pero necesitaríamos al menos seis porque hay muchachos que vienen sin saber leer ni escribir bien desde sus comunidades», sostuvo Tapia.
Para solucionar la falta de personal, se estableció un comité de padres de familia que viajaron a la ciudad de Atalaya para conversar con las autoridades competentes, a fin de que los inconvenientes que vienen afectando el acceso a la educación de decenas de estudiantes asháninkas se puedan superar.
Se espera que en los próximos días se tenga una respuesta concreta por parte de la Unidad de Gestión Educativa Local (UGEL) Atalaya y el Ministerio de Educación. «Lo único que pedimos es que nos solucionen esto cuanto antes para que nuestros muchachos puedan regresar a la residencia, regresar al colegio. Queremos que los alumnos continúen con su formación para un mañana mejor. Sin la educación ninguna nación tiene futuro», manifestó el Padre Alfonso Tapia.