Marcha por la Vida: por un Nanay sin minería y una sana convivencia

Foto: René Ruiz / CAAAP

Por: José Manuyama, presidente del Comité del Agua de Iquitos.

08:00 | 25 de octubre de 2023.- Como un río que transcurre por su cauce, las tradicionales calles de Iquitos se volvieron a llenar de miles de personas, no para ver un espectáculo cualquiera o solo por curiosidad, sino fue para clamar por vida digna, por agua limpia, por salubridad social. La denominada «Marcha por la vida» (19 de octubre de 2023) fue antecedida por cientos de reacciones solidarias y preocupadas en redes sociales ante una aberrante concesión de 1000 hectáreas para minería metálica, dada por el Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (INGEMMET), una instancia adscrita al Ministerio de Energía y Minas, para un territorio ya plagado de minería ilegal que contamina las aguas del río Nanay y corroe los cimientos sociales de las comunidades ribereñas donde se asienta.

Madres con sus bebés, padres con hijos y nietas, adultos, instituciones, y personas individuales que ya comprenden la gravedad de lo que está pasando en el río que da agua potable a 500 mil personas. Y también estuvieron presentes alrededor de 40 comuneros venidos del alto Nanay desde localidades como Ungurahual, Diamante Azul, Santa María, San Antonio de Pintuyacu, etc.

La cuenca del río Nanay es una zona extraordinaria como cualquier metro cuadrado de la Amazonía continental que abastece de innumerables recursos y productos a la ciudad de Iquitos, capital del departamento de Loreto. Un hermoso río que se origina en selva baja, de flora y fauna endémica de donde provienen todo tipo de emprendimientos que sostiene de diverso modo a Iquitos. Ya son famosas sus hermosas playas de arena blanca como cualquier maravilla turística del orbe en estas épocas de vaciante.

Este Nanay que merece ser disfrutado, cuidado y perennizado es hoy un lugar herido de muerte por mineros aluviales principalmente extranjeros que día a día echan mercurio a sus aguas, remueven el lecho fluvial, alterando la composición del agua, afectando el equilibrio ecosistémico de muchas maneras. Asimismo, como en cualquier parte donde este tipo de nociva actividad ya se asentó, está destruyendo la calmada vida de las tradicionales comunidades con todo tipo de delitos, incluyendo el homicidio.

Foto: René Ruiz / CAAAP

Por ello, esta marcha fue un decir basta a la desidia estatal, al tráfico de influencias, al soborno y a una visión de la vida carente de ética que nos está condenando a la ruina social. Sin anuencia de malos representantes del Estado no habría minería en el Nanay ni en otros diez ríos más. A esta actividad no se la combate ni represivamente ni preventivamente. No es exagerado decir que en el país al delito no se lo combate, se lo extorsiona. Es el reino de las autoridades ciegas y sordas adrede. Las autoridades son las responsables de la existencia de minería en el Nanay como lo es el gerente de INGEMMET por dar una sospechosa concesión minera en un tiempo récord y sin tener en cuenta una ordenanza regional que lo contradice o la fragilidad e importancia del territorio para la ciudad más grande de Loreto.

El entramado institucional está colapsando en cualquier parte del país, y también en Loreto. Si me interesa medio millón de personas entonces para quién se gobierna. Ningún nivel de gobierno se salva,  de tal manera que tenemos que salir a las calles para pedir gobernanza real. Lo peor de todo es que se normaliza la mediocridad, la corrupción, la negligencia, el abuso de todo tipo. Es la banalidad de mal en versión nacional.

Hemos constituido una gran red de organizaciones y ciudadanos que queremos cambiar las cosas. El agua nos une, nos devuelve al espíritu de nuestro origen. La marcha fue un inmenso esfuerzo colectivo que ha permitido que se presenten tres recursos legales que están esperando sean resueltos en el más breve plazo. Que el cinismo, la tozudez, y la irracionalidad den marcha atrás. Esperamos que tanto la FEMA Lima atienda nuestra denuncia penal, que el poder judicial hago lo suyo ante la demanda de amparo que se ha presentado, al igual que la contraloría sancione severamente a los que resulten responsables por negligencia o por no cumplir con la función, máxime si afecta  la dignidad de las personas o los derechos fundamentales. Además estamos exigiendo que se instale la mesa para el desarrollo integral de la cuenca del Nanay. Sin atención a las comunidades no hay solución valedera.

Por todo ello, “La Marcha por la Vida” fue un despertar de nuestro anhelo más profundo de vivir en paz, en tranquilidad, con dignidad plena. Es también un construir, un tejer persona a persona, río a río, árbol a árbol desde ya esa tierra sin mal que imaginaron nuestros ancestros originarios que nos dé un norte antes de ir a la deriva. Lo que hemos hecho es poner una piedra angular para “nuestra tierra sin maldad” que necesitamos y no vamos a parar hasta hacerlo posible.

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