¿Ineficiencia o desidia?, por Antonio Zevallos Diez

Control de daños a tres meses del derrame de petróleo del Oleoducto Norperuano en Loreto.

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Por Antonio Zevallos

La semana pasada pudimos conversar con algunos pobladores de la comunidad nativa de Mayuriaga, en el distrito de Morona, en Loreto. La rotura de la tubería del oleoducto Norperuano que causó un derrame de petróleo en febrero pasado ocurrió exactamente en una de las quebradas que discurre por esta comunidad. Durante nuestra conversación, los pobladores nos manifestaron que, a la fecha, Petro-Perú no ha cumplido con los puntos acordados tras el desastre ambiental.

En el 2012 Morona se ubicó en el puesto 1.780 entre 1.834 distritos del Perú en el Índice de Desarrollo Humano preparado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Hoy la realidad no ha cambiado mucho. Para llegar a la comunidad de Mayuriaga, desde Lima, tuvimos que viajar veintiocho horas en auto y dos días en peque peque, surcando los ríos Marañón y Morona.

Aquí, apenas el 11,07% de los habitantes ha terminado la secundaria. En promedio, sus pobladores asisten solo 5,7 años al colegio y una familia subsiste con 104,4 soles mensuales. Es aquí, también, donde el derrame de petróleo ha ocasionado daños terribles a la fauna y flora y, sobre todo, perjudicado el acceso a recursos indispensables en la vida de las comunidades amazónicas, como son el agua y la pesca.

Por si fuera poco, luego de haber ocurrido el desastre ambiental, el Ejecutivo decretó el estado de emergencia en la zona; sin embargo, por algún motivo que desconocemos, no incluyó a la comunidad de Mayuriaga (es decir, precisamente el lugar donde ocurrió el derrame). Por más de un mes los miembros de la comunidad esperaron para que esto se resolviera, pero solo obtuvieron una respuesta tras retener por unas horas a un helicóptero en que viajaban funcionarios de Petro-Perú.

En los últimos cinco años han ocurrido 20 derrames de crudo en el oleoducto Norperuano, una tubería que tiene más de 37 años funcionando. Es difícil creer –como afirmó en su momento la directiva de Petro-Perú– que el derrame de febrero haya sido un hecho aislado y no derivado de un ineficiente mantenimiento del sistema de tuberías del oleoducto. Y es que, de continuar con la tendencia anual, aún nos quedarían dos derrames por lamentar este año.

Eventos como este dejan entrever la ineficiencia de la empresa pública peruana. Analizar sus causas no es asunto de este artículo, pero sí reconocerlas y exigir centrar sus esfuerzos en optimizar sus operaciones actuales. Pareciera no haber sido una buena decisión emplear recursos –y adquirir una deuda millonaria– para construir la refinería de Talara cuando no logran cumplir con las responsabilidades que tienen hoy.

Da la impresión de que en nuestro país estas decisiones fueran políticas antes que estratégicas. Tanto es así que el año pasado vimos a algunos congresistas exigir que Petro-Perú explote el lote 192, sin siquiera haber realizado un análisis técnico básico.

Sumado a todos los problemas existentes en la región –y a los ocasionados por la petrolera estatal–, la última transferencia de canon petrolero para Loreto ha sido una de las más bajas en la historia. La provincia Datem del Marañón, donde se ubica el distrito de Morona y por donde transcurre el oleoducto, recibió tan solo S/2.503. De más está decir que para las comunidades en esta parte de la Amazonía, los perjuicios superan a los beneficios que genera la explotación de hidrocarburos.

Hace unos días se cumplió el estado de emergencia en la zona afectada por el derrame de petróleo, pero las comunidades que allí residen siguen esperando una solución al problema ambiental y sanitario. Esto, sumado al abandono del Estado en la zona, ha generado una profunda frustración en los pobladores locales, pues los lleva a sentir que no tienen voz en su país.

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Fuente:  El Comercio

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