“Nunca me dieron el dinero prometido y quedé malograda para siempre”

Gritos de la selva. Hasta la recóndita comunidad shipibo de Paoyhan, ubicada al borde del río Ucayali, a una distancia de cinco horas a bote desde el centro de salud de Contamana, llegaron «captadores» gubernamentales que con engaños y falsas promesas se llevaron a decenas de nativas para esterilizarlas durante el gobierno de Fujimori.

Testimonio. Virginia Panduro identificó al enfermero y "reclutador" Óscar Rodríguez.

Testimonio. Virginia Panduro identificó al enfermero y «reclutador» Óscar Rodríguez.

Por Melissa Goytizolo

Desde Paoyhan, Loreto

El engaño, la mentira y el miedo son las armas favoritas de los abusadores. La nativa shipibo Teolinda López Rojas lo sufrió en carne propia. Ella es iletrada y entiende poco o nada el español. Los enfermeros del Hospital de Contamana, ubicado a cinco horas del pueblo de Teolinda López, la identificaron rápidamente por el número de hijos: 7. Ella entonces había cumplido 33 años, en 1996, en el segundo gobierno de Alberto Fujimori, cuando se iniciaron las esterilizaciones masivas en las regiones más pobres del país. Con un traductor, Teolinda López relató lo que le hicieron:

Los técnicos (enfermeros) llegaron a mi casa y me dijeron que no debía tener más hijos porque si no el gobierno me los quitaría. Me asusté. Yo les creí. Estaba sola, mi esposo se encontraba lejos cortando madera. Yo no quería ligarme, pero me insistían mucho. Entonces me ofrecieron a cambio alimentos. Llegamos varias al hospital. Algunas nos preguntábamos a qué habíamos ido. «¿Vamos a escaparnos?», decíamos. Pero, ¿adónde y cómo? No sabíamos. En el hospital había policías con armas. Sobre la camilla antes que me operaran volví a decir que no quería, pero me respondieron que no tuviera miedo, que ya estaba adentro y me amarraron las manos. Luego de la ligadura, me desesperé, me desmayé y me caí de la camilla al piso. Desde entonces varias mujeres tememos a los policías porque creemos que nos van a detener, que nos van a matar.

Tiempo de terror

Los enfermeros del Hospital de Contamana también identificaron a la shipiba Delfina Yuyarima Pacaya por el número de hijos: 8. A ella la ligaron a la fuerza cuando cumplió 40 años. Esto es lo que dijo en su lengua, traducido al español:

Me amenazaron diciéndome que si tenía más hijos el gobierno ya no me ayudaría con ellos. Yo no quería que me ligaran, yo me cuidaba con pastillas y me funcionaba, no era necesaria la ligadura. En el hospital le dije a la enfermera que me atendió que no quería ligarme porque iba a quedar enferma. Me respondió que era simple y rápido y que luego me sentiría mejor. ¡Gran mentira! Y cuando llegó el médico le pedí por favor que no me operara, que yo necesitaba trabajar vendiendo pescado en el mercado para dar de comer a mis hijos. Me dijo que en una semana me pasaría todos los dolores, que al contrario era por mi bien. Yo nunca firmé ningún documento autorizando nada. Me amarraron brazos y pies en la operación. Cuando el suero empezaba a hacer efecto yo decía no voy a dormirme, no me va a dar sueño, no voy a dormirme para que no me liguen. Se reían las enfermeras, yo me ponía fuerte para no cerrar mis ojos. Me desperté y ya me habían cortado. ¡Ay, Dios mío, por qué me han hecho esta crueldad! Yo antes jugaba fútbol, pero después de la operación ya no puedo hacerlo porque me siento enferma.

La comunidad de Paoyhan se asentó hace un siglo al borde del río Ucayali. Los mil son en su totalidad nativos shipibos que se dedican al tejido, artesanía, extracción de madera y pesca. Virginia Panduro Rojas vivía en Paoyhan en 1997 y tenía tres hijos. No terminó, como la mayoría, la educación primaria. En su testimonio, Virginia Panduro identificó a un enfermero que participó en la captación de mujeres para que fueran esterilizadas bajo engaños. Ella no habla español, un traductor contribuyó a recoger su declaración:

Dinero o comida

Óscar Rodríguez, sanitario de la posta de Paoyhan, iba casa por casa en la comunidad, anotando los nombres de las madres a las que iban a ligar. A mí él me dijo que a cambio de la ligadura me darían víveres y dinero. Yo le dije que quería tener más hijos. Me contestó que ya eran suficiente los tres que tenía. Yo seguía diciendo que no, que quería más hijos. Nunca me dijo que había otras maneras de cuidarme, tampoco me dijo que la ligadura tenía riesgos. En el puerto antes de llegar al Hospital de Contamana había policías con armas. Las madres nos asustamos porque pensábamos que nos iban a llevar a la comandancia, que nos iban a detener. En ese tiempo para mi la policía era persona mala. Había escuchado de violaciones de policías, que te detenían por gusto. De cinco en cinco mujeres entraba en el hospital. Había como 25 madres esperando fuera del hospital de Contamana. Los médicos me dijeron que no tuviera miedo. Me inyectaron y me quedé dormida. Nunca firmé ningún papel aceptando nada. Yo hubiera querido tener un hijito o una hijita más. Y el enfermero Óscar Rodríguez jamás me entregó víveres ni alimentos. En la misma comunidad de Paoyhan las madres comentaban que Óscar ganaba dinero por captarnos, por llevarnos a ligarnos.

Olinda Cauper Canayo, de la misma comunidad shipibo de Paoyhan, también fue «captada» por Óscar Rodríguez. La República obtuvo su teléfono y lo llamó numerosas veces, además de dejarle varios mensajes. Nunca respondió. Olinda Cauper, madre de cinco hijos, narró lo que le sucedió en 1996, en el segundo mandato de Fujimori:

Se acercó a mi casa el técnico enfermero de la posta de Paoyhan, Óscar Rodríguez, diciéndome que había campaña en el Hospital de Contamana. Óscar me dijo que me iban a dar dinero a cambio de la ligadura. Yo le dije que no quería. Óscar repitió mil veces que tenía que ligarme porque no podía mantener tantos hijos. Fue de nuevo a mi casa por tercera vez, insistiendo con lo mismo. Me puso mi nombre en una lista donde había como 18 mujeres. Tuve que aceptar por tanta presión y también porque necesitaba el dinero. Cuando llegamos al hospital le dije a Óscar que estaba menstruando, me dijo que no había problema, que inclusive era mejor. Era la primera vez que iba a un hospital, le dije al médico que no quería, temblaba, lloraba, el médico me dijo que no me iba a pasar nada. Quería escapar pero no podía porque todo estaba cerrado. Nunca me dieron el dinero prometido, y quedé malograda para siempre por algo que no pedí.

Los testimonios de las nativas shipibo prueban que lo que no pueden conseguir los abusadores es silenciarlas.

Confrontación

Cuando Keiko Fujimori se presentó en la Universidad de Harvard el 2 de octubre del 2015, los estudiantes le preguntaron sobre el caso de las esterilizaciones forzadas.Fujimori responsabilizó a los médicos.

Una investigación de La República demostró que la versión era falsa.

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Fuente: La República

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