“Porque todas las naciones del mundo son hombres, y de todos los hombres y de cada uno dellos es una, no más, la definición, y esta es que son racionales; todos tienen su entendimiento y su voluntad, y su libre albedrío, como sean formados a la imagen y semejanza de Dios. Todos los hombres tienen sus cinco sentidos exteriores y sus cuatro interiores, y se mueven por los mismos objetos dellos; todos tienen los principios naturales o simientes para entender y aprender y saber las ciencias y cosas que no saben, y esto no sólo en los bienes inclinados, pero también se hallan en los que por depravadas costumbres son malos. Todos se huelgan con el bien y sienten placer con los sabroso y alegre, y todos desechan y aborrecen el mal, y se alteran con lo que les hace daño. Así que todo linaje de los hombres es uno, y todos los hombres cuanto a su creación y a las cosas naturales son semejantes, y ninguno nace enseñado, y así todos tienen necesidad de a los principios ser de otros, que nacieron primero guiados y ayudados…” (Fray Bartolomé de las Casas. Apologética historia sumaria).
Por Rolando Waldo Gómez Poma
Pero el otro rostro de los invasores españoles era representado por Juan Ginés de Sepúlveda, quien tenía una concepción arcaica y retrógrada, porque para este individuo los “… indios eran siervos por naturaleza, por ser salvajes o bárbaros tienen que ser gobernados por los que son superiores a ellos, los españoles”. Y por las características propias colonización, esta versión de la historia es la que lamentablemente fue implementada en todo el dominio del imperio español, ateniendo a la barbarie; para los colonizadores, los nativos andinos podrían ser humillados inhumanamente sin que nadie pueda salir en su defensa, estos actos en su oportunidad eran parte del “deporte” de los hispanos que hoy recién relucen como insania sustancial al derecho de los pueblos nativos u originarios.
Con el desarrollo de las sociedad y la liberación de los pueblos surgen las formaciones de líderes sociales, quienes desde sus perspectivas innatas tratan de valorar el pasado histórico social de sus pueblos, porque urden en los vestigios históricos como arquitectura, idioma, usos y costumbres, que posteriormente se incluye en una necesidad de seguir conservando esa parte de la historia, entendiendo que los elementos tribales e indígenas tienen como base las condiciones económicas, organización social y la manera peculiar de subsistencia con respecto a otros grupos poblacionales siendo de vital trascendencia el lenguaje utilizado (aymara, quechua, kauki, …) lo que conlleva a que el estado–nación asegure la continuidad histórica de las minorías con respecto a las mayorías y sobre todo incidir en un sistema educativo inclusivo y no de exclusión social, generando en última instancias normas legales en base a ordenamientos globalizados asegurando el territorio ancestralmente institucionalizado, aunque la industria extractiva en los últimos años está causando daño inminente contra la naturaleza de los nativos.
La deficiente actitud de los estados con respecto al reconocimiento de los derechos de las minorías étnicas, hizo que pueblos enteros luchen por una ley universal, en Norteamérica se produjeron cruentas masacres que incluso llegaron al exterminio de algunas etnias, lo propio sucedió en Canadá, entonces a nivel mundial existirían alrededor de “… 5000 pueblos con características distintivas y una población de más de 370 millones, en 70 países diferentes. Esta diversidad no puede capturarse fácilmente en una definición universal y se está gestando un consenso en el sentido de que no es necesario ni deseable contar con una definición formal del término ‘pueblos indígenas’. En igual sentido, no se cuenta con un acuerdo internacional en cuanto al término ‘minorías’ o el término ‘pueblos’…” (Los derechos de los pueblos indígenas y tribales-Guía sobre el Convenio Num. 169 de la OIT).
Fuentes oficiales del Instituto Nacional de Estadística e Informática en el Perú, según el I Censo de Comunidades Indígenas en Perú, realizado en 1993, indican que la población indígena del país estaba compuesta por 8 millones de quechuas, 603 mil aymaras y 299 mil personas pertenecientes a pueblos indígenas de la Amazonía, representando el 40% de la población peruana. Esta fue la única vez que se realizó este tipo de censo en Perú, ya que no se incluyó referencia alguna a la lengua materna o idioma hablado en el X Censo Nacional de Población de 2005 que, en la práctica, llevó a la desaparición estadística de los pueblos indígenas. En el XI Censo Nacional de Población de 2007, la lengua materna fue el único criterio de identificación, a pesar del hecho de que las organizaciones indígenas propusieron otros indicadores para la identificación de pueblos indígenas y afrodescendientes. (https://www.inei.gob.pe).
Entonces, los pueblos andinos y amazónicos representan un grupo considerable que debe reflejar un desarrollo de la legalidad a disposición de este grupo poblacional; a nivel nacional existe una deficiencia en el acceso a la justicia, porque la cultura legalista de procedencia romana es nociva para la orientación natural de los pueblos andinos; para estos grupos poblacionales la justicia se ejecuta en base al uso de las costumbres. Aunque existe una hoja de Ruta de la Justicia Intercultural. Frente a los avances de las normas, existe una tarea esencial por parte del Estado y es el de implementar en todas las esferas de poder los lineamientos del convenio marco Nº 169 OIT, el mismo que tiene como fin el de resguardar y proteger la cultura frente a los arrebatos del mercado de libre comercio, aunque para los países en vías de desarrollo como el nuestro, esta forma de protección sea considerado como una intromisión de la política de explotación de los productos naturales, entendiendo que con la explotación de la riqueza mineral en zonas consideradas como de áreas nativas perjudica la economía nacional.
En nuestra patria, el legado que las culturas precolombinas legaron son inconfundibles para forjar la identidad cultural, claro está que hubo un gran salto de gobierno y desarrollo urbano con la implantación de la cultura incaica y los poderíos regionales, cada vestigio cultural es parte de la historia viva, en Puno las chullpas de Sillustani son conocidas mundialmente por la forma de su construcción, además los herederos de los pueblos Uros son hasta hoy una forma de vida interiorizado en el Titicaca. Por ello es imprescindible socializar los alcances del convenio 169 OIT y que todos los nativos puedan ser personalizados para la posteridad.
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Fuente: Los Andes