07:15|27 de abril de 2017.- Los conocimientos ancestrales se están perdiendo en las comunidades indígenas de la Amazonía, los más jóvenes parecen desorientados y el Estado no ha logrado hasta ahora implementar planes efectivos para su conservación.
Estas y otras ideas fueron expuestas y analizadas por tres investigadores indígenas en el conversatorio «Nuevas voces amazónicas», que se desarrolló el miércoles último en el marco de las actividades previas al VIII Foro Social Panamazónico (FOSPA), en la ciudad de Tarapoto.
Según explicó María Chavarría, doctora en Lingüística y coordinadora de la mes, la cita tuvo como fin “conocer el trabajo y el contexto en el que trabajan los investigadores indígenas” en el país.
Indiferencia por lo ancestral
Enrique Casanto (1956), profesor, pintor y sabio asháninka, de la región Pasco, fue el primero en reivindicar los conocimientos ancestrales de su pueblo, y destacar las investigaciones que ha venido realizando sobre el tema.
“Yo no soy historiador, para mí el mejor libro son los abuelos. Yo tengo que ir a una comunidad a investigar, y le hablo a una persona adulta. Ahí yo le pregunto”, dijo Casanto.
Criticó que algunas personas externas a las comunidades tengan conceptos equivocados respecto a la cultura y cosmovisión de su pueblo.
“Un tabaquero, un ayahuasquero no es un brujo; es un brujo cuando no cumple los requisitos de un buen tabaquero, de un buen ayahuasquero, cuando no cumple los requisitos que le da un maestro”, precisó.
Respecto al papel del Estado, cuestionó que este no tenga apertura a las culturas indígenas. Según contó, en el caso de un indígena no se respeta la forma original como se escribe su nombre a la hora de su registro. Indicó también que sobre las obras que produce tampoco se le reconoce.
Si quiero exponer mis pinturas me preguntan si soy de la Escuela de Bellas Artes. Ahora tengo un libro de adivinanzas en asháninka, pero el ministerio (de Educación) me dice que no se puede publicar, que hay que ser antropólogo, relató.
La desaparición de una lengua
Por su parte, José Antonio Dumas (1977), de la comunidad Santa Rosa de Huacaria, en Cusco, expuso ante el público la historia de su pueblo: el pueblo indígena Harakbut, de la variante Wachiperi, una de las cinco que tiene el pueblo Harakbut.
Se trata de un pueblo que tiene presencia en las regiones de Cusco y Madre de Dios, en el Valle de Kosñipata. Contó que el pueblo se vio diezmado hace muchos años por la enfermedad de la viruela, y que de su variante ahora quedan unas 8 mil personas.
Dumas, quien es profesor, llamó la atención sobre la desaparición de la lengua de los wachiperi. “La marginación nos ha llevado a la desaparición (de nuestra lengua), porque nos han dicho que el castellano es la mejor lengua, la que todos debemos hablar. Pero eso no es cierto”, aseguró ante un auditorio de más de 40 investigadores, así como él.
También llamó la atención por la situación de los jóvenes en las comunidades, a los que, según dijo, “poco les interesa la lengua de su pueblo”, lo que puede llevar a que esta desaparezca.
No obstante, destacó esfuerzos colectivos por no permitir que eso ocurra. El año 2014, Dumas impulso la creación de un Diccionario Wachiperi, algo que fue todo un reto, ya que, relató, existían pocas fuentes; “no había registro de nuestra lengua escrita”, indicó.
De otro lado criticó que el Ministerio de Educación se guíe para la elaboración de los materiales educativos en las variantes lingüísticas más habladas.
“En la actualidad somos cinco variantes, que se habla de una u otra forma, pero se impulsa que los materiales se hagan en una variante mayoritaria, lo que condena al resto a desaparecer.”
Escribir sobre el propio futuro
A su turno, Luis Tayori (1977), de la comunidad de Puerto Luz, en Madre de Dios, expuso sobre la oralidad del pueblo Harakbut y destacó la importancia de que sean los propios indígenas los que investiguen sobre su propia realidad.
Explicó que eso se convierte en una herramienta para el reconocimiento, para “conectar con nuestra propia historia, con nuestro propio conocimiento (…), y puedan escribir sobre su propio futuro».
“En varios de sus territorios (de los pueblos) parecería que no tuviese historia, y parecería que son solo bosque, pero son territorios ancestrales que siempre han existido”, dijo Tayori.
Reivindicó también el “potencial humano” dentro de las comunidades para hacer investigación, y sostuvo que el conocimiento académico y el empírico (de los pueblos) no tienen que estar reñidos.
“El conocimiento empírico y el conocimiento académico tiene que ir de la mano, y hay que ver cómo hacemos una sinergia para que sean más enriquecedoras”.
Finalmente, advirtió sobre la importancia de los abuelos en las comunidades, cuando ellos desaparecen “se rompe la base estructural de la casa que son los abuelos”, afirmó.
La cita concluyó con comentarios y un mensaje claro expuesto por Enrique Casanto para que “los pueblos sean reconocidos en base a sus propios principios”.
El Encuentro de investigadores continúa hoy jueves 27 de abril, a un día del inicio del VIII FOSPA en Tarapoto, en la región San Martín. El encuentro con los investigadores se realiza con el apoyo del Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP).