El 50 % de la población awajún contrajo VIH pero no tienen acceso a medicamentos, denuncia dirigente de centro poblado Shaim, en Amazonas.
Por Victoria Manrique
00:20|29 de julio de 2017.- Los moradores de la comunidad awajún de Shaim, ubicada en la cabecera del río Comaina (región Amazonas), piden ayuda a gritos. Este poblado, el más grande que existe en los alrededores de Comaina, no cuenta con ningún servicio básico, un hospital o una carretera que les permita acceder a los pueblos más cercanos.
“El Estado no cubre nuestras necesidades. No tenemos agua, luz, ni desagüe, el colegio no tiene ni una biblioteca y el centro de salud solo tiene medicamentos para la gripe y cosas así, básicas. Solo hay un técnico que atiende y si una embarazada tiene complicaciones no podrían hacer nada”, declara Saúl Yampis, presidente del comité de vigilancia de Shaim.
El problema -asegura Yampis- es que otros pueblos, como el Bajo Cenepa, rechazan la construcción de carreteras con el pretexto que esto les quitaría territorio y traería corrupción.
En la actualidad, para que los pobladores de esa localidad puedan llegar a Puerto Mori (Condorcanqui), la ciudad más cercana, tienen que caminar ocho horas por una trocha que les impide llevar mucho equipaje con ellos. Por esta razón, aseguran, no pueden comercializar los frutos que producen.
“Nosotros sembramos para el consumo de nosotros nada más. Producimos maíz, plátano, cacao, pero sacarlos de nuestras comunidades es difícil. Tenemos pollo, chancho, que vendemos a los profesores que vienen pero no es mucho”, asegura Alercio Ugkum Dupis, poblador de Shaim.
Así, los nativos awajún tienen que convivir con la pobreza extrema a diario, que se muestra más inclemente cuando de salud se trata. En el caso de alguna emergencia (una pierna rota, una cesárea, un golpe en la cabeza) no habría forma de que los pacientes puedan trasladarse a un hospital de la ciudad.
Pero este no es el único problema que enfrentan. De acuerdo a cifras oficiales, Amazonas es la región con mayor población indígena que padece VIH, y los casos van en aumento. Han pasado de 35 en 2011 a 227 en 2015. Peor aún, el 90 % de los infectados no tiene acceso a algún tratamiento.
“Necesitamos medicinas con urgencia. El 50 % de la población awajún tiene VIH pero no les dan ningún medicamento. Por eso, la población una vez se puso brava, porque sacan análisis de sangre y te dicen tienes gonorrea, sífilis, VIH pero no te dan ningún tratamiento, por eso se negaron a que les hagan más análisis. ¿De qué sirve todo eso si después no les dan nada?”, sostiene Saúl Yampis.
Lejana educación
Nelly Mayán tiene 20 años y dos hijos. No está casada pero convive con el padre de sus pequeños. Ella solo pudo terminar la primaria y casi no habla español. Su pareja, Juan Chumpi, tiene 27 años y tampoco terminó el colegio. Ambos viven en Antiguo Kanam, un anexo de Shaim, y sobreviven cultivando cacao y criando aves de corral. Su mayor anhelo es que sus hijos puedan acceder a la educación que ellos nunca tuvieron.
“Yo quisiera que mis hijos puedan ser algo más, puedan estudiar e ir a la universidad. Pero con lo que tenemos no alcanza. Aquí solo hay colegio primario, para que estudien tienen que ir a Shaim, pero allí mismo no hay mucho”, comenta Juan.
Y es que en esta localidad solo hay un grado por año y cuatro profesores a nivel secundario. Ellos, capacitados o no, se turnan para dictar clases a un grupo de chicos de diversas edades, y casi sin contar con materiales de estudio. “Para que los estudiantes tengan libros tienen que ir hasta Puerto Mori, de ahí con todo el bulto tienen que caminar ocho horas para llegar a sus casas y poder estudiar”, afirma Saúl Yampis.
Sin luz eléctrica ni agua potable
En Shaim viven 600 familias, todas en chozas hechas con palmiche. Ninguna tiene luz eléctrica ni agua potable ni otro servicio básico. Algunas, con mucho esfuerzo, logran comprar un pequeño panel solar y un foco para alumbrar su casa, los demás usan un lamparín o simplemente viven a oscuras, dependiendo del nivel de pobreza de la familia.
Los niños caminan descalzos y muchas veces sin ropa; las mujeres casi nunca terminan la primaria, tampoco trabajan, se dedican al cuidado del hogar y a la crianza de los hijos; los hombres llegan hasta tercero de secundaria, luego la falta de dinero les impide continuar.
“Nosotros somos siete hermanos, mi papá ya no podía enviarnos al colegio a todos, así que yo me quedé en segundo año, mi hermano menor llegó a cuarto, es el que más ha estudiado. Ahora yo tengo un hijo y quisiera que él sí pudiera estudiar y ser alguien”, comenta.
Los pobladores de Shaim piden ahora la construcción de un tambo, antenas para celulares, una carretera y, de ser posible, una red de alcantarillado. En pocas palabras, estos awajún piden mejores condiciones de vida.
“Las autoridades casi nunca vienen aquí porque es difícil llegar. Hemos pedido el apoyo de la región, la municipalidad, hemos confiado en el gobernador pero en su periodo no hemos visto ningún apoyo o proyecto en el Cenepa y Comainas. Nosotros solo queremos que nos escuchen, hemos ido a Lima varias veces pero nos menosprecian, no quieren atendernos, nosotros también somos peruanos”, reclama Saúl.
¿Alguna autoridad los escuchará en esta ocasión o seguirán considerándolos ciudadanos de segunda clase?
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Fuente: EXPRESO