-Compartimos una nota con las principales ideas expuestas en un conversatorio que hemos titulado: «La justicia indígena en la Amazonía peruana: el caso de la sabia shipibo-konibo Olivia Arévalo». Como es evidente, el tema tiene dimensiones diversas, aquí se abordan solo algunas.
21:30|04 de mayo de 2018.- A propósito del asesinato de la sabia shipibo-konibo Olivia Arévalo, ocurrido el 19 de abril, y el linchamiento de su asesino el mismo día, el CAAAP organizó este jueves un primer espacio de análisis donde el tema central fue la justicia indígena.
Participaron en la mesa los abogados Felipe Shimbucat y Fermín Tiwi, ambos del pueblo Awajún, y Luis Hallazi, del Instituto del Bien Común (IBC); Jeiser Suárez, miembro del pueblo Shipibo-Konibo; Ketty Marcelo, presidenta de la Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú (Onamiap); e Ismael Vega, antropólogo y director del CAAAP.
La señora Olivia Arévalo no solo era conocida por tener la capacidad de curar males que la medicina común hasta ahora no es capaz de resolver. También era conocida por la defensa y preservación de su lengua y cultura.
A mediados de este mes estaba programada su participación como expositora en un encuentro sobre revitalización de las culturas indígenas, donde se iba a tratar también la no castellanización del idioma shipibo-konibo, contó Jeiser Suárez, quien es sobrino de Olivia por parte de padre.
En su exposición, relató algunas formas tradicionales de castigo en el pueblo Shipibo-Konibo. Citó el caso del wexati, que consistía en hacer cortes en la cabeza con una navaja, práctica que ya no se realiza y que, según Suárez, ha sido de los castigos más violentos de los que ha podido averiguar en su pueblo.
«La justicia en la comunidad no era de llevarte a un calabozo, sino era de diálogo y de decisión de la comunidad (…), éramos más de mirar a la reinserción social de nosotros mismos», afirmó.
En otro momento, condenó el asesinato de Olivia y el linchamiento del canadiense a manos de un grupo de comuneros. Descartó, además, que en ambos hechos tenga que ver el componente cultural. «Morirse a balazos no está dentro de mi cultura, ni en el contexto de ninguna cultura», enfatizó.
«Ahí en medio de ustedes (de sus reglas) estamos sobreviviendo, tenemos una identidad muy bien marcada (…), no somos asesinos, no somos agresivos, no somos sicópatas, no somos locos, no somos vagos, no somos todo lo que nos han dicho», remarcó.
Ampliar la mirada
Para Fermín Tiwi, abogado awajún, el linchamiento del ciudadano canadiense se podría explicar en razón de que «los indígenas sienten una carga de discriminación, una carga de marginación frente a otras culturas».
Tiwi, que participó vía telefónica, añadió que esa cultura predominante cuando agrede a un miembro de una comunidad perteneciente a una cultura dominada, siempre genera una respuesta que será «agresiva».
En ese sentido, señaló que las autoridades, la justicia ordinaria, tendría que tener esa capacidad de comprender a una cultura diferente a ellos. No obstante, Tiwi rechazó que en algunos espacios se quiera decir que el linchamiento es justicia indígena. «Una cosa muy distinto a la justicia indígena es el ajusticiamiento en manos propias», aseveró tajante.
Por su parte, Felipe Shimpucat, también abogado del pueblo Awajún, sostuvo que no existe una coordinación entre los tipos de justicia toda vez que se traten de casos de conflictos.
«La pregunta es cómo se va juzgar, cómo se va a solucionar, por qué delito, qué modalidad se aplica en el tema de las sanciones; y por otro lado, quién juzga. Por otro lado es también qué derecho se debe de aplicar.»
“Dar una lectura ligera es desconocer todo esto, porque sí existen autoridades, tienen su sistema subjetivo con el cual legitiman el actuar de las personas; pero el problema siempre es cuando chocas con el sistema, no sé si llamarlo dominante, oficial, inquisidor, que de alguna forma tiene más herramientas que uno y te impone”, explicó Shimpucat.
Shimpucat, quien, según cuenta, participó en la elaboración del reglamento de su comunidad retirando términos como «venganza», sostiene que es primordial lograr el consenso cuando hablamos de los tipos de justicia.
La justicia en el caso de las mujeres
Ketty Marcelo, presidenta de la ONAMIAP, se preguntó sobre los límites de la justicia indígena. Al igual que los otros, sostuvo que «el linchamiento de ninguna manera es justicia indígena». Explicó que así no se hace en las comunidades, que siempre se ha discutido y luego se toma una decisión.
«Al principio solamente (discutimos) los involucrados; si no se resuelve se va a otras instancias y luego a la asamblea comunal para que resuelva los problemas. Y bueno, en caso de muerte, ahí sí se pasa a la justicia ordinaria y yo siempre he considerado que debería estar en coordinación, la justicia especial no es menos que la justicia ordinaria.»
Marcelo invocó a un análisis del tema de la justicia dentro de las propias comunidades, donde, según dijo, se presentan situaciones que hacen que uno se pregunte si se están respetando los derechos de las mujeres.
«¿Y qué pasa con las mujeres, si una niña de nueve años es violada en una comunidad y se arregla con una vaca o con un pedazo de chacra?, ¿estaremos violando los derechos de las mujeres?, ¿se habrá solucionado el problema?».
La dirigente nacional relató su experiencia reciente trabajando en los estatutos comunales en Selva Central, donde han trabajado y discutido mucho lo que son las sanciones. «Fue interesante, todos aportaban y reflexionaban; y de ahí también cómo derivar a la justicia ordinaria, el límite son los derechos humanos, no violar estos derechos, los derechos fundamentales de la persona», explicó.
También hizo hincapié en hacer respetar las reglas de las comunidades, «a pesar de que hay invasión, o que nuestras comunidades se han llenado de colonos o ya los hijos se han casado con personas occidentales, debemos seguir haciendo respetar», finalizó.
Luis Hallazi, abogado del IBC, sumó por su parte algunos componentes como la mirada del Estado respecto a la justicia indígena, «antes de hablar de ellos hay que ver de qué forma existe la justicia indígena dentro del Estado, y uno encuentra un vacío», enfatizó.
Alertó, además, de la deuda que el Estado tiene con la Ley de Coordinación entre la Justicia estatal y comunal, con la cual, sostuvo, «hubiéramos podido solucionar algunas de los temas que están en debate ahora».
Sobre el contexto económico y social de Ucayali, región donde ocurrieron los hechos analizados, manifestó que este no es muy diferente del resto de la Amazonía donde no existe seguridad jurídica sobre los territorios de las comunidades nativas.
Asimismo, llamó la atención sobre el denominado «turismo chamánico» que tendría relación con el móvil del asesinato de la señora Olivia Arévalo. «Yo creo que hay que preguntarnos sobre la mercantilización del ayahuasca», dijo.
Cambios que son innegables
La realidad social y cultural de la Amazonía ha experimentado transformaciones muy intensas y aceleradas en las últimas décadas.
Para Ismael Vega, es importante “acabar con esta idea de que las sociedades indígenas o sociedades amazónicas son sociedades estáticas o que han permanecido intocables hasta que llegó el mundo occidental a través de un antropólogo, un maestro, o un sacerdote”.
“Las relaciones de las sociedades indígenas con la sociedad occidental y con otro tipo de sociedades no solo implican complejas e intensas interacciones culturales, sino que además estas se dan en un contexto de caos, de asimetría y desigualdad de poder, que hace que las expresiones en el campo de la justicia, en el campo de las relaciones de los pueblos, tengan estas complejidades que son difíciles de explicar desde una sola perspectiva”, explicó.
Añadió así que antes era muy fácil separar y usar categorias como justicia indígena, justicia positiva o justicia occidental; “la realidad social y cultural actual es mucho más compleja, por eso creo que ya no es posible explicar estas situaciones con estas categorias (…), las fronteras entre una cosa y otra son cada vez más porosas, más débiles y frágiles, y por lo tanto las explicaciones tienen que ser más complejas”.
Finalmente, afirmó que actualmente las culturas no se estructuran por sus límites o márgenes, sino por la cantidad de interacciones o enlaces, que al ser tan numerosos e intensos adquieren múltiples expresiones frente a las cuales ni la sociedad ni el Estado tienen la capacidad para comprenderlas y canalizarlas.
La mesa de este jueves se desarrolló como un primer esfuerzo por ampliar el análisis sobre el caso que involucra a la sabia indígena Olivia Arévalo y los hechos también lamentables que le siguieron. Seguiremos sobre estos pasos.