Día de la Eliminación de la Discriminación racial: valientes testimonios de peruanos

Mientras una nueva ley sobre el tema aguarda discusión en el Congreso, un grupo de personas de comunidades históricamente discriminadas nos cuentan sus testimonios.

Ruth Buendía, reconocida dirigente ashaninka galardonada con el premio Goldman, cuenta que a la gente de su comunidad se la discrimina en los servicios de salud y otros provistos por el Estado.

Ruth Buendía, reconocida dirigente ashaninka galardonada con el premio Goldman, cuenta que a la gente de su comunidad se la discrimina en los servicios de salud y otros provistos por el Estado.

Por Oscar García

12:52|21 de marzo de 2019.-  El racismo no es una broma. Al igual que el acoso callejero, muchas veces quiere revestirse de un presunto tono ligero con el único fin de agredir, humillar y denigrar a millones de peruanos por su color de piel, su cultura o su lugar de origen. Es la herencia de una sociedad colonial de castas rígidas que la independencia criolla no supo –o quizá no quiso– eliminar, que funciona como una engrasada máquina que le recuerda a todos cuál es su supuesta ubicación, inamovible, en la escalera del poder y el privilegio.

Una muestra de esto, una más, ocurrió no hace mucho, el último fin de semana. “¡¿Tu no sabes quién soy yo, oye, cholo de mierda?!”, le gritó una joven abogada de 22 años a un policía del Callao que la había intervenido, a ella y su grupo de amigos, por manejar de manera imprudente por La Punta. Su compañera detenida tampoco ahorró saliva con los agentes que la filmaban, para presumir su educación. “Misio de mierda. ¡Negro tenías que ser!”, salió de su boca, con furia elocuente, como atestiguan los videos de ese día.

Con el racismo ocurre a veces una suerte de negacionismo. Una ceguera muy conveniente. O se busca pasarlo por agua tibia –“ignóralo, no les hagas caso”, dicen– o bien se acusa a la persona discriminada de hipersensibilidad o de no tener correa. “A mí han llegado a decirme que el racismo está en mi mente o que el problema soy yo, que me lo tomo todo muy personal, una típica respuesta de alguien que nunca ha sido discriminado”, dice la modelo y activista Natalia Barrera, de la plataforma virtual Una Chica Afroperuana, que busca agitar el debate sobre el racismo de una manera informada y dinámica.

Barrera está cansada de vivir en un país que la ha discriminado durante más de 20 años. Su experiencia con el tema en un colegio mixto la califica de terror, al ser la única afrodescendiente del salón. Hace un tiempo, el comentario de un ‘datero’ de paradero sobre su pelo la sumió en tal estado de impotencia que primero tembló ante su agresor y luego lloró. Normalmente, lo que trata de hacer cuando le pasa algo así es hablar con la persona, explicarle por qué está haciendo mal. Ese día solo quería pegarle. “Tampoco es justo tener que ser los fuertes todo el tiempo”, dice.

Otro que puede hablar del tema, con ingrata experiencia, es el actor Emilram Cossio. A la edad de 13 años aprendió cómo funcionaban las cosas en el mundo en que se había metido. “Los papeles que me daban en esa época eran solo de chiquillo delincuente, de barrista pandillero. Incluso hace poco me ofrecieron un papel en una película, pero como técnico de cable. Me acuerdo también de una productora de telenovelas en donde todos eran de tez blanca. Yo veía eso de chiquillo y pensaba ‘asu, qué difícil va a ser’”. Cossío, uno de los mejores de su generación, anota que a fuerza de rechazar papeles así y preparándose actoralmente ha podido romper un poco los estereotipos y conseguir mejores roles.

UN CAMINO LARGO
“Hay racismo también cuando las personas de comunidades indígenas no recibimos una buena atención en las entidades del Estado. Nos tratan mal, por ejemplo, en los servicios de salud. La sensación que tenemos siempre, hasta en restaurantes, es que nos ven y nos tratan distinto”, acota la dirigente asháninka Ruth Buendía, premio Goldman 2014, que se desempeña hoy como secretaria del Consejo Directivo de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP).

Precisamente, el Ministerio de Cultura ha elevado en los últimos meses un proyecto de ley para la prevención, la eliminación y la sanción del racismo y la discriminación. Esta ley pone énfasis en proteger a grupos históricamente discriminados como los pueblos indígenas u originarios andinos y amazónicos; a las comunidades nativas y campesinas; a la población afroperuana y las personas de origen o ascendencia andina, amazónica o afroperuana. La viceministra de interculturalidad, Elena Burga, dice que no se contaba con una ley que tratara específicamente el tema de la discriminación racial, sino normas dispersas, y que esta vez se buscará agrupar de manera integral. “En el caso de las escuelas, estamos contemplando como algo nuevo poder separar a los profesores que cometan actos de racismo o discriminación”.

Otros cambios que propone el proyecto, aprobado el 10 de enero en la Presidencia del Consejo de Ministros y que yace para su discusión en la Comisión de Constitución y Cultura del Congreso, es incluir la discriminación racial como prohibición y falta disciplinaria en el ámbito laboral. También busca establecer los parámetros para sancionar a los propietarios, administradores y trabajadores de locales comerciales que cometan actos de discriminación racial. El nuevo proyecto de ley buscará incluir en el código penal el delito de incitación al odio racial, así como establecer como infracción muy grave la emisión de contenidos discriminatorios por motivos raciales en medios de comunicación. Al ser una ley de carácter general, se aplicaría a todas las entidades del sector público y privado, a las personas naturales y jurídicas.

“Una de las cosas que tenemos que aprender a hacer es no dejar pasar los insultos racistas, porque cuando los dejamos pasar les estamos diciendo a las personas que discriminan que está bien lo que hacen y no es así”. Quien habla por teléfono desde el Cusco es el futbolista del Real Garcilaso Jhoel Herrera, protagonista de un terrible episodio de discriminación en un estadio de Arequipa, en el 2014. Esa vez, Jhoel se encontró con una barra que reproducía sonidos simiescos cada vez que tocaba el balón. Su reacción de besarse el brazo, en señal de estar orgulloso de su piel, enardeció aún más a la masa. Aquel fue un episodio doloroso, sin duda, pero no tanto como descubrir el año pasado que su hijo era discriminado por su color de piel en el colegio. De niño se acostumbró a los comentarios racistas que le hacían todos los días en el colegio. Es lo peor que puede pasar, dice. El racismo se combatirá, anota, con mucha educación y una buena ley que sancione a los responsables. //

NOTA: si algún ciudadano o ciudadana tiene algún comentario sobre el Proyecto de Ley que busca combatir el racismo, puede hacerlo llegar a través de la página del Congreso de la República. Los pasos para hacerlo son muy sencillos y se pueden encontrar en las redes sociales del Ministerio de Cultura y Alerta Contra el Racismo.

¿Cómo agregar un comentario al Proyecto de Ley?
https://bit.ly/2FhqgR0

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Fuente: El Comercio/Somos

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