Santiago Manuin Mayán: “Él no está acá, pero quedamos cientos de Santiagos Manuin, para luchar por un Perú intercultural e inclusivo”

Santiago Jesús Manuin Mayán, hijo del desaparecido Santiago Manuin. Foto: Cedida

Santiago Jesús Manuin Mayán, hijo del desaparecido Santiago Manuin. Foto: Internet

Por: Luis Miguel Modino, misionero en Brasil

14:00|13 de julio de 2020.- El pasado 1 de julio fallecía Santiago Manuin Varela, alguien que a lo largo de su vida “se ha identificado con la lucha del pueblo awajún y wampís y otros pueblos amazónicos”, alguien que “ha entendido que necesitaba estar al servicio de su pueblo”. Quien así le define es Santiago Jesús Manuin Mayan, uno de sus hijos, que en primer lugar siempre le vio como su padre, pero también como un hombre “identificado con las causas de los otros, una persona muy entregada, muy dispuesto a estar al servicio de los demás”.

Desde niño, los jesuitas tuvieron un papel destacado en la vida de Santiago Manuin, con ellos se fue formando, movido por el maltrato que veía que su pueblo sufría, siendo “motivado a estudiar para poder ser defensor de las personas más vulnerables”. A eso se dedicó a lo largo de sus 63 años de vida, convirtiéndose en alguien reconocido a nivel mundial, hasta que el COVID-19, como a casi mil indígenas de la Panamazonía, según datos de la COICA y la REPAM, se lo llevó, por falta de oxígeno, que no deja de ser la punta del iceberg de una historia de descaso de los diferentes gobiernos para con los pueblos amazónicos.

En su lucha de más de 40 años, Santiado Manuin enarboló muchas banderas, como la erradicación de la coca, la titulación de tierras, la derogación de los decretos legislativos dentro del marco del Tratado de Libre Comercio, que casi le costó la vida, el 5 de junio de 2009, donde murieron 34 peruanos y hubo un desaparecido, la lucha para que los pueblos indígenas puedan tener un gobierno territorial autónomo, o la creación de una escuela de formación de líderes para jóvenes indígenas, entre otras.

Su hijo señala la importancia que la espiritualidad tenía para Santiago Manuin, que la veía como el fondo de todo lo relacionado con la vida. Él defendía que “existe el único Dios, pero ese Dios actúa de acuerdo a la realidad de cada pueblo, utilizando los cosmos que están a su alrededor, pero es el mismo Dios”, afirmando que “la Iglesia católica debe evangelizar al pueblo amazónico, pero sin quitarle lo que es propio”. En referencia con el Papa Francisco, a quien conoció en Puerto Maldonado, decía que “era una esperanza, una buena noticia, que el Papa asumiera como defensa la Amazonía y los pueblos indígenas”.

Santiago Manuin Mayan denuncia que “la partida de mi padre y de otros hermanos indígenas es por COVID, pero a raíz de una indiferencia del gobierno e ineficiencia en sus políticas públicas”, que muestra “que el estado ha postergado a los pueblos indígenas desde hace muchos años”, insistiendo en que “es lamentable ver morir a los pueblos indígenas en el pulmón de la Amazonía por falta de oxígeno”. El legado permanece, pues “quedamos cientos de Santiagos Manuin, él no está acá, pero quedamos cientos de Santiagos Manuin, con la misma ideología, con la misma convicción, con las mismas ganas de seguir luchando por la paz, por la libertad, por la igualdad, para que el Perú sea un Perú intercultural e inclusivo”.

Foto: CAAAP

Santiago Manuin Valera, durante un evento desarrollado en 2018 en Yurimaguas. Foto: CAAAP

¿Quién fue Santiago Manuin?

Santiago Manuin fue mi padre, en primer lugar, pero también fue alguien que como dirigente se ha identificado con la lucha del pueblo awajún y wampís y otros pueblos amazónicos. Ahí él, por lo que hablaba con él permanentemente, ha entendido que necesitaba estar al servicio de su pueblo. Ese liderazgo se lo ha ganado, se le ha considerado como líder por toda esa trayectoria, por toda esa lucha permanente que él ha hecho en favor de la Amazonía y de las comunidades nativas de nuestro pueblo.

Para mí ha sido un buen padre, no solamente padre para los hijos que ha procreado, sino padre para los pueblos awajún y wampís, a quien ha servido con toda esa dedicación, con paciencia, con amor, en la defensa de ese territorio. Ha sido para mí, a parte de ser padre, un dirigente que inició ese trabajo desinteresado, sin buscar el protagonismo, hasta ganar esa autoridad que él tenía de liderazgo. La gente le conocía tal como era, muy sencillo, muy humilde, atendía por igual a la gente, tenían problemas e iba a su comunidad, resolvía sus conflictos.

Era identificado con las causas de los otros, una persona muy entregada, muy dispuesto a estar al servicio de los demás, incluso dar la vida, sobre todo por el territorio, que le significó bastante a él como líder, como representante de los pueblos awajún y wampís. Una de las cosas que me decía es que no hay que buscar el protagonismo, mucha gente fracasa cuando busca el protagonismo, cuando busca el liderazgo, cuando uno coloca como objetivo ganar más protagonismo, y en base de eso los fines económicos y la popularidad, termina mal. Él decía que no buscó el protagonismo, que su trabajo es muy entregado y el protagonismo viene después, que él no había buscado eso, había estado entregado al servicio de los demás.

Tu padre tuvo otras posibilidades, se formó en Europa, pero una vez formado decidió volver y estar al servicio de sus pueblos y de la defensa de la Amazonía. ¿Qué es lo crees que llevó a tu padre a hacer esa opción de vida?

En una oportunidad, mi padre me contaba que cuando era niño, la Compañía de Jesús había hecho el contacto con las comunidades nativas y había instalado una escuela para la formación de los awajún y wampís en Santa María de Nieva. Ahí es donde él acude a estudiar con los jesuitas, había visto que muchos de nuestros paisanos que no hablaban el castellano, de alguna manera eran marginados. Un grupo de mestizos que llegaban de la ciudad de Iquitos, de Loreto, compraban caucho, pieles de animales, madera y abusaban de la buena voluntad de los awajún y wampís. Exigían el trabajo forzado y no les pagaban bien.

Santiago Manuin. Foto: Internet

Santiago Manuin y esposa Justina, navegando en el río Marañón en el año 2013. Foto: Ricardo Reátegui

Todo ese maltrato, mi padre dice que le había motivado a estudiar para poder ser defensor de las personas más vulnerables. Inició esa formación, terminó su primaria, y luego se encontró con un sacerdote jesuita, que era cubano y francés, que había llegado y seleccionó cuatro jóvenes para iniciar un proceso de formación integral, no escolarizada. Mi padre recibió varias formaciones sociales, políticas, territoriales, para después iniciar un trabajo como catequista, como profesor de educación intercultural bilingüe.

Después le mandan a una comunidad del Río Santiago, con el pueblo wampís, y ahí es donde conoce a mi madrastra, mi padre tenía dos esposas. Su primera esposa es del pueblo wampís, de la comunidad de Villa Gonzalo, distrito de Río Santiago. Ahí dedicó la vida a la comunidad, estaba trabajando como una persona común y corriente, pero la formación que había recibido no le dejaba tranquilo, soñaba más allá, visibilizar este conflicto, la ineficiencia del estado para accionar a los territorios amazónicos, la vulneración que comenten los gobiernos con los territorios indígenas, todo eso le tenía inquieto.

En el año 1977 se crea una organización que se denominó consejo awajuna y wampisa, que fue la principal organización que unió al pueblo awajún y wampís e hicieron frente a la defensa del territorio, de la Amazonía en general y de la población que habita en ella. Varios dirigentes estaban asumiendo esa responsabilidad, mi padre era joven, tendría sus 22 años. No podía llegar a ser líder de la noche a la mañana, él decía que había iniciado una primera etapa de cómo trabajar de manera colectiva con la comunidad. Asumió ser jefe de la comunidad, que le llamamos apu, en otro términos pamu.

Este consejo awajuna y wampisa hacía reuniones y llamaba solamente a los jefes y delegados de las comunidades. Mi padre participa en esos eventos y le caracterizó su valentía, su coraje, el planteamientos de sus propuestas. En dos reuniones que participó le eligen vicepresidente del consejo awuajuna y wampisa, y luego de ser vicepresidente asumió ser presidente. En ese tiempo ya había varias agendas, como el tema de la erradicación de la coca, la titulación de tierras, entre otros. Él comenzó a institucionalizar el consejo awajuna y wampisa con presupuestos, articuló a las entidades públicas con las organizaciones de la sociedad civil, e inició su etapa de formación.

Se vio necesario que él pudiera acceder a otros cursos, a otra formación, para completar su conocimiento. Ahí es donde fue becado por la Universidad de Deusto, en Bilbao, en España, donde hizo su maestría, hizo su práctica en Ginebra, en la ONU, y luego realizó varios cursos de espiritualidad, de liderazgo, que completaron su formación, y retornó para poder asumir, con toda esa responsabilidad y conocimiento, el liderazgo del pueblo awajún y wampís. Con esa humildad que le caracterizaba, se ganó el cariño del pueblo y en todas las comunidades donde iba era bienvenido. En las reuniones, alguna vez le acompañaba, era muy gracioso, carismático, la gente lo recibía. No le gustaba que la gente dijese que Santiago es líder, él quería estar con la gente, se acercaba, escuchaba, resolvía sus conflictos, tenía esa paciencia de escuchar a la persona y ayudarle. Por todo ese trabajo se gana ese liderazgo, este aprecio del pueblo.

¿Cuáles podríamos decir que han sido las grandes banderas de lucha de tu padre?

La gran bandera de lucha, en primer lugar, creo que ha sido la erradicación de la coca, cuando fue presidente del consejo awajuna y wampisa. Él inició la titulación de tierras, él gestionó presupuestos para titular tierras y asegurar a las comunidades con títulos de propiedad, porque la ley peruana lo permitía y el estado pensaba que en la Amazonía no había población, por lo que había una ley de colonización de la selva. Entonces, para que no pudieran quitar a los indígenas el territorio, él tenía que adecuarse a la normativa vigente en aquel tiempo, e inició la titulación de tierras, ese ha sido el segundo trabajo importante que ha iniciado mi padre, la defensa del territorio y la defensa de los derechos colectivos.

Foto: Internet

Foto: Internet

Otra de las batallas que lideró mi padre fue la movilización para la derogación de los decretos legislativos. En el marco del Tratado de Libre Comercio, el gobierno había decretado esas normas que afectaban la integridad amazónica, y mi padre, con el equipo técnico, había evaluado eso y se consideró el impacto negativo que podría generar ese proyecto. En coordinación con otras organizaciones regionales, ellos iniciaron esta movilización. Mi padre, en aquel tiempo, no tenía ningún cargo en ninguna organización, estaba ayudando a la gente, resolviendo, pero era muy importante su presencia, aunque no tenía cargo. Llegaba mi padre en una asamblea, todo mundo le recibía y resolvía. Mi padre no necesitaba cargos para actuar.

En esa movilización, a mi padre le eligen para que pueda organizar la logística, las mesas de diálogo. Entonces sucedió la masacre del 5 de junio, donde dejaron 34 peruanos fallecidos y un desaparecido. Esa fue otra de las banderas, que provocó que él quedase herido. Otra de las banderas que ha dejado es el proceso del gobierno territorial local, dado que el gobierno del Perú criminaliza las protestas, no deja el derecho a la autonomía y a la libre autodeterminación como merecen los pueblos amazónicos, amparados en los tratados internacionales, incluso en algunos artículos de la Constitución. El estado siempre ha mezquinado este ejercicio del derecho a obtener la libre determinación.

Mi padre, con otros dirigentes, iniciaron esta etapa de articulación para incidir ante el gobierno de que nosotros necesitamos organizarnos para ser un gobierno territorial autónomo, con nuestras propias propuestas de educación, salud, territorio, entre otros, sin dejar de ser peruanos. Eso era el propósito de mi padre, buscar ser parte de una estructura del estado, pero que nos den la autonomía en cuanto a diseñar un modelo de educación desde nuestra perspectiva, para no perder esa sabiduría. También el tema de la salud, no perder ese conocimiento tradicional de plantas. Buscaba esa parte de incorporar esta propuesta ante el estado, porque si bien es cierto el Perú es un país pluricultural y pluriétnico, esto no debería estar solamente traducido en los afiches, sino también que estos pueblos indígenas puedan ejercer ese derecho y realizar sus actividades de acuerdo a sus usos y costumbres, como establece la norma internacional.

Otra de las banderas que considero importante es que mi padre, en el territorio, el gobierno concesionó nuestro territorio para poder extraer el petroleo en el año 2007, casi la mitad del territorio indígena. Después del baguazo, cuando la empresa retoma la perforación que había dejado pendiente, mi padre se organizó con otros dirigentes y demandaros al gobierno peruano por haber incumplido el derecho de la consulta previa. Esta demanda ha durado tres a cuatro años y, finalmente, ganamos al gobierno peruano y sacamos a la empresa, no perforó y ahora no hay empresas en el territorio. En el Perú ha sido la primera sentencia en cuestiones de hidrocarburos a favor de los pueblos indígenas.

Algo que ha dejado iniciando, que es lo que ahora está resonando en toda la Amazonía, es la propuesta de formación de líderes indígenas. Él se daba cuenta que había dirigentes que, de una u otra manera, se habían desviado del propósito común que había sido trazado, de defender el territorio, no aceptar la corrupción, ser transparente. Todos esos valores que él impartía y practicaba, los dirigentes no lo hacían. Entonces, él quería asegurar el territorio con los jóvenes, que sean líderes profesionales, pero con valores culturales y espirituales. A eso se dedicó, abrimos una escuela de líderes, donde muchos jóvenes, de diferentes sectores de ríos, participaban, que es donde él daba charlas, cursos sobre la espiritualidad, el territorio, la importancia del bosque, la acción del estado con los pueblos amazónicos, todo esto estaba trabajando.

Has hablado sobre espiritualidad, también has hablado sobre los jesuitas en la vida de tu padre. ¿Cómo él fue combinado la espiritualidad de los pueblos originarios con lo que fue descubriendo de la espiritualidad cristiana con los jesuitas y cómo crees que eso le ha ayudado a enfrentar todas esas luchas a lo largo de su vida?

He estado muy cerca de mi padre por estas luchas, y él me decía que el awajún que no entiende su propia espiritualidad, no necesariamente ese awajún puede luchar por su territorio, porque la columna vertebral del indígena awajún o wampís, que quiera defender su territorio, es conocer el fondo de su pueblo, y ese fondo es la espiritualidad indígena, que está basado en plantas maestras, como toé, ayaguasca, cabaco, que son plantas que ancestralmente se han ido utilizando. Mi padre tenía conocimiento de esto, pero para él era complejo conocer y adaptar este cristianismo foráneo en nuestro territorio.

¿Cómo aceptar ese Cristo extranjero sin dejar de ser indígena awajún y wampís? Él había meditado bastante, había llevado cursos de espiritualidad ignaciana, había reflexionado sobre espiritualidad indígena, sobre cuales eran los procesos para que un indígena awajún pudiera observar una visión que le otorgaba el ajuta, el Dios, como nosotros le llamamos. Yo entiendo un poco de esto porque nos sentábamos y me explicaba. Él hacía dos comparaciones, una decía que cuando Moisés mató a un egipcio porque maltrataba a un hebreo, él había descubierto que era miembro de su pueblo, después se escapa a una tierra muy lejana, donde se puede decir que hacía un retiro lejos de su casa y donde se aparece Dios en forma de fuego ardiente y le habla, yo soy el Dios de tus antepasados.

Mi padre explicaba muy bien este término de que vamos a analizar y comparar con lo que es nuestro pueblo, que también utilizaba los medios cósmicos, lo que nos rodea. El awajún cuando salía a buscar al ajutap, al Dios, llevaba esas plantas y salía al bosque, a las cascadas, a los ríos, al cerro, y a través de tanto esfuerzo, tanto sacrificio, meditaban, cantaban, llamando al ajutap, y ahí es como aparecía al awajún, en fuego, en cerro, en jaguar. Hablaba y decía lo mismo que le dijo a Moisés, yo soy el Dios de los antepasados, estoy acá para mostrarte que tú eres quien vas a conducir a tu pueblo.

Con esa comparación explicaba que existe el único Dios, pero ese Dios actúa de acuerdo a la realidad de cada pueblo, utilizando los cosmos que están a su alrededor, pero es el mismo Dios. Él no diferenciaba entre el Dios extranjero y el Dios awajún, sino que hay un solo Dios, pero que actúa de manera diferente de acuerdo a los contextos de cada cultura. Por eso, había entendido perfectamente esa espiritualidad y lo practicaba, lo vivía, con ese fondo enfrentaba los problemas y confiaba plenamente en el ajutap.

Tu padre conoció al Papa Francisco en su visita a Puerto Maldonado. ¿Qué es lo que representaba para tu padre, y para vosotros como pueblos indígenas, la figura del Papa Francisco y su compromiso en la defensa de la Amazonía?

Como decía mi padre, la Amazonía es la creación a imagen y semejanza de Dios, y por eso hay que defenderla. Por eso el Papa habla de rostro amazónico, cómo entenderlo y la no destrucción de la creación de Dios. La participación de mi padre cuando llegó el Papa, para el pueblo significó mucho, por ser la persona indicada para darle el tabash, por ese compromiso del Papa en la defensa de la Amazonía, porque la defensa de los pueblos indígenas ya se venía haciendo desde hace muchos años.

Foto: Agencia Andina

Foto: Agencia Andina

Era una esperanza, una buena noticia, que el Papa asumiera como defensa la Amazonía y los pueblos indígenas, que el Papa comprenda que tan importante es la Amazonía y las personas que habitamos ahí, que no somos personas ignorantes, que no conocemos, que somos seres humanos con capacidad, con muchas proyecciones, capaces de entender y adaptarnos a cualquier cultura. La entrega del tabash que hizo mi papá, una corona tradicional, ha sido simbólico por ese compromiso del Papa en la defensa de la Amazonía, que también es la creación de Dios.

De cara al futuro, pensando también en la aplicación del Sínodo para la Amazonía, ¿cómo la Iglesia católica, a partir de todo lo que tu pueblo ha ido viviendo, puede ayudar a construir un futuro mejor para los pueblos amazónicos?

Algo que decía mi padre también es que la Iglesia católica debe evangelizar al pueblo amazónico, pero sin quitarle lo que es propio. Muchos de los pueblos han dejado de existir como pueblo porque a veces la Iglesia decía que el Dios de los pueblos indígenas no era bueno y el Dios que ellos traían era la salvación, y eso no es cierto. Adaptar ese Dios, como decía mi padre, ese Dios extranjero, porque es el mismo, adaptar de acuerdo como nosotros concebimos esta religión. La Iglesia católica debe aterrizar con esa perspectiva, con esa visión, para que los pueblos indígenas sean cristianos sin dejar de ser indígenas, con su cultura, su territorio y sus creencias.

La muerte de tu padre, como de muchos otros indígenas en la Panamazonía, según datos de la COICA y de la REPAM ya son casi mil indígenas fallecidos por COVID-19, ¿es una prueba más de la falta de políticas públicas de los diferentes gobiernos para con los pueblos amazónicos?

La partida de mi padre y de otros hermanos indígenas es por COVID, pero a raíz de una indiferencia del gobierno e ineficiencia en sus políticas públicas. El gobierno del Perú, así como otros gobiernos de Latino América, están actuando como ellos piensan que sería la mejor manera de desarrollar a los pueblos indígenas, sin entender la idiosincrasia, la forma de vivir de los pueblos indígenas. Si el Perú, realmente quiere ser un país pluricultural, debe comprender esta particularidad desde cada pueblo indígena, y en base de eso plantear o accionar sus políticas públicas para que esto repercuta de manera positiva en el crecimiento integral de esos pueblos.

Santiago Manuin, con jóvenes de su pueblo awajún. Foto: Internet

Santiago Manuin, con jóvenes de su pueblo awajún. Foto: Internet

Es evidente que el estado ha postergado a los pueblos indígenas desde hace muchos años, y las inversiones públicas, principalmente estaban destinadas en las capitales de la región, en Lima. Sobretodo. Como el Perú es un país centralista, que no diversifica la economía, para poder atender a la población que más necesita, es que ahorita encontramos ese ineficiencia en las implementaciones de los hospitales, médicos, medicamentos, y a falta de eso la gente se está muriendo. Creo que es importante reflexionar en ese espacio para que, a partir de ahora, las políticas públicas sean pertinentes, pero también sean interculturales, para que nosotros, como pueblos indígenas amazónicos, pero también peruanos, seamos sujetos de este derecho de beneficio de este servicio público que el gobierno ofrece.

Es lamentable ver morir a los pueblos indígenas en el pulmón de la Amazonía por falta de oxígeno, es lamentable que los pueblos indígenas de donde se sacan todos los recursos naturales, petroleo, minería, gas, no tengan los medios implementados como hospitales, medicamentos, indígenas profesionales para atender, y que por falta de toda esta implementación, los sabios indígenas, líderes de los pueblos amazónicos estén dejando en vacío a sus pueblos. Esto nos enseña para que realmente la intervención del gobierno sea más pertinente, más real y de verdad.

De todo lo vivido en los últimos días y en general de la figura de tu padre, ¿con qué te quedas?

Mi padre falleció, nosotros comprendemos esta realidad, aceptamos también, aunque nos duela, pero nosotros, con los jóvenes de la escuela de líderes que él ha iniciado, quedamos cientos de Santiagos Manuin, él no está acá, pero quedamos cientos de Santiagos Manuin, con la misma ideología, con la misma convicción, con las mismas ganas de seguir luchando por la paz, por la libertad, por la igualdad, para que el Perú sea un Perú intercultural e inclusivo. Nosotros vamos a seguir en pie de lucha, la lucha de mi padre no puede quedar como un recuerdo. Vamos a exigir que el gobierno realmente nos reconozca como pueblos indígenas, con nuestra propia autonomía, como nosotros planificamos o proponemos, desde el modelo de desarrollo integral que requerimos.

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