Varias amenazas de contagio se ciernen sobre el distrito de Yurúa, uno de los dos únicos territorios de Ucayali libres de COVID-19. La última: el relevo de efectivos policiales que se daría de forma inminente, provenientes de Pucallpa. Autoridades y población se han reunido, de emergencia, y el acuerdo es firme: rechazo total al ingreso de personas desde cualquier lugar.
Por: Beatriz García Blasco – CAAAP
20:50|19 de junio de 2020.- “Continúan insistiendo en los relevos de los policías, creo que el ministro y los jefes policiales no toman conciencia de este problema, quieren hacer el relevo sí o sí. Ya la población lo ha dicho: si los policías quieren salir, que salgan, pero que aquí no entre nadie”, afirma Víctor Morillo, responsable de la Microred de Salud Yurúa. “Si se va a realizar ese relevo queremos que el helicóptero o la avioneta entren vacíos, y se lleve a los policías, pero que no nos traiga a nadie. Estamos desesperados. No sabemos dónde vamos a acudir, a quién vamos a decir que nos ayude en este aspecto. Nosotros tenemos familiares en Pucallpa, a los que no estamos dejando ingresar, sabemos que si vienen esos policías nos van a traer la enfermedad”, clama Juan Paredes, presidente del Frente de Defensa del distrito de Yurúa. “La gente aquí es muy pobre, inmunológicamente no están preparados para esta enfermedad. Y no hay medicinas, ni oxígeno. ¿Quién va a protegerles?”, alza la voz el padre TomaszCieniuch, párroco de Breu. “Tenemos aquí comunidades vulnerables, e incluso colindamos con la Reserva Murunahua donde están los hermanos aislados. El acuerdo de todas las autoridades es firme: no podemos jugarnos la vida. Podemos tener muchas necesidades de dinero, de trabajo, pero con la vida no se puede jugar”, confirma Carlos Pérez, fiscal de la Asociación de Comunidades para el Desarrollo del distrito de Yurúa (ACONADIYSH).
El distrito de Yurúa, perteneciente a la provincia de Atalaya, en Ucayali, y frontera con Brasil, cuenta con menos de 2.000 habitantes según el censo de 2017, aunque se estima que en la realidad serían unas 2.500 personas. Una población eminentemente indígena, con hasta 7 grupos étnicos (yaminahuas, chitonahuas, amahuacas, asháninkas, ashéninkas, yanhesas) y población en contacto inicial. También está dentro de la Reserva Murunahua, donde habita población en aislamiento. Para muchos, una auténtica bomba del tiempo, por las altas tasas de desnutrición y anemia, entre otras carencias inmunológicas.
Hoy en la mañana se celebró una reunión de emergencia entre las autoridades locales, presidentes de barrio y algunos jefes comunales del distrito, pues toda la población está preocupada por el relevo policial que, según han anunciado, se produciría mañana sábado. Hasta el momento, gracias a su aislamiento terrestre y fluvial del resto del Perú, Yurúa y Purús son los únicos territorios de la región Ucayali que no registran oficialmente casos por COVID-19 y, lo que se pretende, es seguir así varias semanas más, al menos hasta que lleguen las medicinas, balones de oxígeno y pruebas rápidas necesarias para poder habilitar una zona Covid y recibir a la enfermedad mínimamente implementados.
Sin embargo, la amenaza se cierne constantemente desde varios frentes. De un lado, los ingresos irregulares desde Brasil de pobladores queriendo resguardarse de la pandemia cuando el municipio vecino rebasa ya los 150 casos oficiales. De otro, los caminantes que se aventurandurante días, desesperados, a llegar hasta sus comunidades atravesando la vasta selva, provenientes de Pucallpa y, muy posiblemente, portando el virus sin saberlo. De hecho, se confirmó que unos 30 indígenas yaminahuas están en camino, aunque su llegada se ha retrasado varios días porque habrían sido retenidos en una comunidad de la quebrada Sesea. Ahora, la amenaza más latente es el cambio de policías.
El equipo policial de la Comisaría de Yurúa se relevaba, en un contexto normal, cada tres meses. De acuerdo a esa dinámica, es momento del cambio, pero la población se opone porque, lo que debería ser garante de seguridad se torna, en este momento, en una gran amenaza. “No estamos en contra de la Policía, no tenemos ningún problema con tener policía en nuestro distrito, pero con este problema de la enfermedad es un gran riesgo”, explica Paredes quien reitera que, si desean, los policías que están de salida pueden marcharse, pero a lo que se oponen es al ingreso de cualquier tipo de personas. Comenta que no quieren violencia, que son un distrito pacífico, pero que si en el vuelo ingresan personas se irá toda la población en señal de rechazo.
Esta determinación de no permitir el ingreso de personas, ni de Brasil ni de Perú, ya habría sido notificado semanas atrás al Ministerio de Cultura. “Quizás el documento está encarpetado, no sabemos”, dice Paredes. Para el párroco y el responsable de salud este posible relevo también supone un gran riesgo, y se muestran indignados. “Es lamentable que no se mire por la vida de la gente, de los más vulnerables”, lamenta el religioso. Además, las autoridades locales dan total credibilidad a informaciones recibidas desde Pucallpa de que, los efectivos que ingresarían, estarían terminando su proceso infeccioso por COVID-19. “Si hay una recaída o empiezan los contagios, el problema es enorme, y cae sobre nosotros, sobre nuestra responsabilidad”, critica Morillo.
Y es que la posta de Yurúa apenas tiene un balón de oxígeno, 30 tabletas de azitromicina y poco más. Incluso trabajan en unas instalaciones de contingencia, pues el proyecto de construcción de nueva infraestructura está en ‘stand by’. Desde la DIRESA-Ucayali se habría informado que la próxima semana se iniciará el abastecimiento de este lejano lugar, con el ingreso de un vuelo llevando medicinas y algunos balones de oxígeno.
Yurúa no quiere contagios, no quiere muertos, sentencia el representante de la organización indígena ACONADYISH: “Vemos todo en los días en las noticias muertes, tristeza. Nos llega la información de cómo otros distritos ya están llorando por esto y nosotros no queremos ser los próximos. Esto no es una broma”.