Un año después de la partida de Pluspetrol, Domingo visitó la comunidad de Nuevo Andoas y parte del Lote 192, en Loreto, y comprobó la urgencia de que el Estado inicie las labores de remediación ambiental y devuelva a las comunidades indígenas la propiedad ancestral de sus tierras.
Escribe: Óscar Miranda
09:31|13 de setiembre de 2016.- Tierra negra. Manchada. Pestilente. Adán Sánchez (35) la extrae con su pala de la orilla de lo que hace muchos años fue la inmensa laguna Ushpayacu, a media hora en camioneta de la comunidad de Nuevo Andoas, y que hoy es solo dos ojos de agua partidos por un caminito, donde apenas crece un pasto fiero y agreste. A unos 30 metros, un letrero dice que este lugar ya fue remediado, es decir, que ya está libre de contaminación. El letrero es del 2007 y está firmado por la empresa Pluspetrol. El barro extraído por Adán debería estar limpio y puro, entonces. Pero está negro. Ha sido penetrado por el hidrocarburo.
Y envenena.
Ushpayacu es uno de los más de 2 mil sitios contaminados que cuatro décadas de explotación del Lote 192 (antes 1-AB) han dejado en las cuencas de los ríos Pastaza, Corrientes y Tigre, en Loreto. De hecho, es el sitio contaminado más grande de todos los que hay en las tres cuencas.
—Parece limpio –dice Elmer Hualinga (34), quien, al igual que Sánchez, es monitor ambiental de la Federación Indígena Quechua del Pastaza (Fediquep)–, parece limpio pero abajo todo es hidrocarburo.
Como muchos comuneros de Nuevo Andoas, Hualinga y Sánchez suelen venir a Ush- payacu a pescar pichuyos, pasacos, boquichicos, bagres. Saben que las aguas están contaminadas pero dicen que no hay quebrada ni cocha aledaña al Lote 192 que no lo esté.
—No tenemos otra fuente para subsistir, dice Hualinga.
El monitor ambiental ha arrancado una larga rama de árbol, del doble de su tamaño, y la está introduciendo en la cocha. Repite la operación varias veces y en distintos puntos, hasta que unas manchitas oscuras aparecen en el agua.
Es el petróleo.
Son pocas, no son una marea negra que amenaza cubrirlo todo, pero son prueba suficiente de que el hidrocarburo sigue allí. Ushpayacu es uno de los 72 sitios PAC que Pluspetrol aseguró haber remediado hasta el 2009. En ese momento, el Ministerio de Energía y Minas recibió el informe respectivo y dijo que todo estaba bien.
Pero no todo estaba bien.
Así que mientras resolvía judicialmente su controversia con la transnacional petrolera, el gobierno de Ollanta Humala se comprometió a remediar. Comenzar con 32 sitios prioritarios. Se destinó una partida inicial de 50 millones de soles.
Pero todo eso hoy parece haber quedado en el limbo.
Un lodo de petróleo
Nuevo Andoas es un poblado de unas 400 familias de la etnia Quechua, ubicado en la provincia de Dátem del Marañón . Para llegar hasta aquí, un equipo de periodistas, invitado por Oxfam, tuvo que volar hasta Tarapoto, viajar por carretera hasta Yurimaguas, volar otra vez hasta la ciudad de San Lorenzo y desde allí navegar en lancha por un día y medio.
Hay ciudades de África que, en términos de conectividad, están más cerca de Lima que esta comunidad indígena.
Pluspetrol se fue del lugar hace exactamente un año. Sus instalaciones son ahora ocupadas por trabajadores de Pacific Stratus Energy, pero no parece haber mucha actividad en ellas, debido a la suspensión de operaciones del Oleoducto Norperuano desde el verano.
Debido a esta inactividad, Nuevo Andoas solo tiene fluido eléctrico seis horas al día. El agua viene de pozos, excepto la poca que aporta la pequeña planta de potabilización de agua de río que instaló el Ministerio de Vivienda el año pasado. No hay red de desagüe. No hay pistas. Ni puerto.
La primera tarde nos vamos a la zona de Ismacaño, muy cerca de la base de PetroPerú, que también está aquí (Pacific extrae el crudo, PetroPerú lo envía por el oleoducto a la costa). Adán Sánchez nos guía por entre unas plantas de hojas filosas que acá llaman «cortaderas», se detiene, mete la pala unas cuantas veces en el suelo hasta que brota agua, agua con manchas negras.
Petróleo.
Peter Rodríguez, asesor de la Fediquep, explica que el lugar donde estamos fue hace muchos años una cocha en la que Occidental Corporation del Perú (Oxy), el operador original del Lote 192, vertía el crudo sobrante sin asco.
—Para tapar la contaminación lo que hicieron fue drenar todo el agua, enterrar el crudo con maquinaria, poner tablas de madera y echar tres o cuatro metros de tierra encima.
Y reforestar. Teddy Guerra (58), dirigente de Fediquep, dice que la empresa sembró cedro, guaba, aguaje, pero que no prendieron o se secaron. El lugar se llenó de hierbas como la «cortadera» y árboles como la topa, el cetico, el ojé, que con las justas sirven como leña.
Debajo de todo, el crudo.
—Esto era un lodo de petróleo, afirma Guerra recordando los años noventa, antes de que Occidental traspasara el negocio a Pluspetrol. De la carretera hacia allá era un botadero, la Oxy botaba de todo y la gente venía, recogía comida y cosas que le servían, afirma.
A unos metros, su hijo, también llamado Teddy, que ostenta el cargo de apu de Nuevo Andoas, muestra a las cámaras de los periodistas una hoja de «cortadera» manchada de crudo. Negro. Pestilente.
Ansiados títulos
Al día siguiente visitamos la batería Capahuari Norte. En una pequeña quebrada cerca del pozo 1012 encontramos huellas de un antiguo derrame. Elmer Hualinga dice que si echáramos un fósforo encima ardería todo a nuestro alrededor. Nosotros incluidos. Cerca del pozo 1001 hallamos una pequeña tubería que termina en un grifo justo encima de lo que antes era una limpia quebrada. Por este grifo se vertían las contaminantes «aguas de producción». Se supone que eso quedó prohibido en 2009, pero al abrir el grifo comprobamos que el agua sigue saliendo. Los monitores miden su PH y su conductividad. No son contaminantes, pero están cerca de los límites permitidos.
En mayo del año pasado, el gobierno creó el Fondo de Contingencia para Remediación Ambiental, con 50 millones de soles como capital inicial. Una suma ínfima, si lo que se quiere es descontaminar en serio los sitios impactados por las petroleras en la Amazonía, pero, a fin de cuentas, un comienzo.
Sin embargo, 16 meses después, esa partida aún no puede usarse en los sitios priorizados debido a que el Ministerio de Energía y Minas no ha publicado el reglamento respectivo.
Mario Zúñiga, asesor de la Fediquep, dice que una vez que el reglamento salga se debe contratar a las empresas que hagan la caracterización de los sitios contaminados, para saber exactamente cómo y cuánto costará remediarlos.
Las comunidades de las cuencas del Pastaza, Corrientes, Tigre y Marañón están esperando. Con impaciencia.
No es la única urgencia.
El Gobierno Regional de Loreto se comprometió a entregarles sus títulos de propiedad. En el caso de Nuevo Andoas y de otras comunidades esa tarea tropezó con un problema: en 2006 el Estado le concedió a Pluspetrol los terrenos en los que operaba en servidumbre gratuita. Según la Fediquep, el gobierno regional quiere excluir esos terrenos de la titulación. Pero lo que no toma en cuenta es que esa servidumbre caducó el día en que Pluspetrol se fue del Lote 192. Hoy, no habría razón para negarles a estos peruanos la propiedad de las tierras donde sus ancestros cazaron, pescaron y cultivaron toda su vida.
Nuestro último día en Nuevo Andoas es el primero de una asamblea de apus de la cuenca del Pastaza. La dirige el presidente de la Fediquep, Aurelio Chino. La noche anterior, Chino nos contó de la reunión que, en julio, sostuvo con Pedro Pablo Kuczynski junto a los líderes de las cuencas de Corrientes y Pastaza. PPK los escuchó y les dijo que a partir de ahora coordinarán con el ministro de Cultura. Las cosas hoy están en el limbo, pero quizás retornen su curso. Si no, dice el apu, están dispuestos a levantarse de nuevo.
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Fuente: La República