22:27|29 de octubre de 2016.- El segundo día del Preforo Social Panamazónico no pudo empezar de mejor manera en su espíritu reivindicativo de las prácticas ancestrales de los pueblos y comunidades indígenas. Pero también en su espíritu de lucha y búsqueda de justicia.
Así, el papel protagónico lo tuvieron las mujeres de estos pueblos que representaron en la mañana tres situaciones, las cuales dejaron, sin duda, importantes lecciones.
Amalia Chamín, indígena de la región Amazonas, interpretó un canto en su lengua originaria, el awajún, en la que recordó los hechos del denominado Baguazo, capítulo trágico de la historia peruana que le arrebato a uno de sus seres queridos.
“En el canto hablo de la defensa de los bosques, de la protesta pacífica y de los acusados por el Baguazo”, precisa Amalia.
Elva Yaun, también del pueblo awajún, ataviada en su indumentaria tradicional de colores vivos, interpretó, al igual que su compañera, una canción en su lengua natal. Esta habla de la defensa de la mujer ante los abusos de su propio entorno.
“En la letra digo: no me toques porque yo no sé de él”, afirma Elva casi al paso. Explica un segundo después que la canción habla de las mujeres jóvenes que se encuentran en riesgo ante el potencial abuso de los hombres.
Más temprano, un grupo de mujeres realiza ante el público, disperso pero entusiasta, una escenificación que culmina con arengas por el reconocimiento de los derechos de las mujeres amazónicas y andinas.
Con el rostro tapado por una hoja de papel van desfilando hacia el escenario una a una enlistando cada una de sus demandas. “Mujeres sin derecho no tenemos rostro”, dice una de ellas. “Sin plan nacional contra la violencia contra la mujer, las mujeres no tenemos rostro”, dice otra, aún con el rostro cubierto.
La escena transita mientras una joven madre sentada en el centro del escenario juega con su menor hijo: ambos con el rostro tapado, mientras cada una de las mujeres –indígenas, campesinas y ronderas– hace un semicírculo detrás.
La escena culmina con la lectura de un pronunciamiento y la posterior reverencia al público.
La historia que de saque plantea la recuperación de la ancestralidad la protagonizaron mujeres de la selva norte de Perú, de la misma región San Martín, donde se ubica Tarapoto, sede hasta hoy del Preforo.
Ellas interpretaron el número Adecuación cultural del parto, con el cual buscan que prácticas que hoy se van perdiendo se instalen y materialicen en el imaginario de la gente.
“Con este acto escenificamos lo que se da en una comunidad nativa de Lamas (provincia de San Martín)”, dice Anita del Carmen Babilonia Ruiz, obstetra y por qué no, actriz en ciernes, que lleva más de una década visitando comunidades nativas.
El acto empieza con los dolores de la parturienta, que lanza gritos como rayos y que cuenta con el apoyo de su familia y vecinas. Llega a asistirla una lavandera, amigas que se hacen cargo de prepararle un reponedor caldo y las sabias que se hacen cargo propiamente del parto.
Luego de varios minutos de intenso y doloroso trabajo la mujer se repone y los bebes –son mellizos, muñecos de plástico para la ocasión– se convierten en la causa de alegría. La escena cierra con un baile y, minutos después, el programa expositivo del evento se retoma.
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Fuente: Foro Social Panamazónico