«Lenín Moreno no va a cambiar las estructuras del modelo»

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Sonriente al fondo, Carlos Pérez Guartambel. Foto: El Diario, de Manabí.

-En algunos días, Rafael Correa dejará el cargo que por ahora ostenta, de presidente del Ecuador, a Lenín Moreno, del movimiento oficialista Alianza País. Son varias las preguntas que se abren en torno a esta sucesión. Carlos Pérez Guartambel, destacada figura del movimiento indígena, responde a un breve cuestionario sobre lo que cree que le espera a su país.  

Por Jonathan Hurtado

10:00|15 de mayo de 2017.- En mayo de 2016, Carlos Pérez Guartambel fue reelecto en la presidencia de la Confederación de Pueblos de la Nacionalidad Kichwa del Ecuador (Ecuarunari), y desde enero de este año está al frente de la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas (CAOI).

Con motivo del VIII Foro Social Panamazónico (FOSPA) que tuvo lugar en la ciudad de Tarapoto, en el Perú, hace algunas semanas, el dirigente kichwa cañari concedió una entrevista en la que explica la realidad de su país, el cual comparte con el Perú problemáticas muy similares.

El 24 de mayo asumirá el cargo Lenín Moreno, del mismo movimiento político de Correa, Alianza País, y son varias las preguntas que se abren en torno a esta sucesión.

Como líder del movimiento indígena, Pérez Guartambel ha sido blanco de represión y criminalización por parte del actual gobierno. Así como él, cientos de personas críticas al régimen han vivido capítulos de violencia.

Según el dirigente, el escenario no será prometedor para los indígenas. El heredero de Correa, como alguna prensa llama a Moreno, no plantea cambios sustanciales al modelo extractivista. El presidente de la Ecuarunari advierte que pese a los obstáculos que se presenten, la resistencia indígena no se verá paralizada.

-El presidente Rafael Correa dejará el cargo en poco tiempo. ¿Desde los pueblos indígenas qué evaluación hacen sobre la década de su gobierno?, ¿cómo este llega al poder y cómo sale?

Primero, nosotros siempre hemos visto los procesos de resistencia como emblemáticos. Ahí está lo que hizo Túpac Amaru con Micaela Bastidas en el Perú, y Túpac Katari con Bartolina Sisa en Bolivia. En Ecuador está Fernando Daquilema, Manuela León y tantas y tantos líderes y lideresas que derramaron sangre. En 1943 se fundó la Federación Indígena del Ecuador y en 1972 se crea la Ecuarunari, la organización más fuerte del país a nivel de la sierra, y en 1986 se crea la Confederación de las Nacionalidades Indígenas, la CONAIE; y con esto se empieza a organizar y articular el proceso. En 1990 y 1992 se dan los levantamientos indígenas, y fruto de estos se quedaron muchos temas frustrados los cuales Correa supo cosechar. Correa convoca a una Asamblea Constituyente que tuvo mucho apoyo de los ecuatorianos, del movimiento indígena. Llegó con un discurso indigenista, ambientalista, ecologista, socialista, izquierdista. Pero tan pronto llegó al poder empezó a obnubilarse y creo que el poder lo corroyó, y lejos de ser aliado del movimiento sindical, del movimiento indígena, del movimiento campesino, del movimiento social, empezó a distanciarse; y luego, no solo eso, empezó a perseguir, a criminalizar. Yo mismo he sido cuatro veces encarcelado durante su gobierno.

-¿Entonces cuál sería su balance?

Es el gobierno que más ha criminalizado. También es el más extractivista, ofreció respetar los derechos de la naturaleza y metió la locomotora minera en los páramos, en la Amazonía, la industria petrolera en el Yasuní (parque nacional en el este de Ecuador). Es el gobierno más etnocida porque ha destruido la justicia indígena, la educación bilingüe. Es un gobierno ecocida por todo lo que ha contaminado. Es un gobierno completamente autoritario y es un gobierno corrupto. Está vinculado a Odebrecht. Y es un gobierno que teniendo lo que no ha tenido otro gobierno en la historia republicana del Ecuador, 400 mil millones de dólares que ha manejado en 10 años, nos deja con 50 mil millones en deudas. Deja hipotecado el petróleo a la China hasta el 2025, y nos deja con un riesgo país de 750 puntos, con decrecimiento en la economía. En definitiva, a Correa le ha quedado demasiado grande el título de economista, y lo que decía del milagro ecuatoriano, del jaguar ecuatoriano, terminó muy lejos de eso, terminó siendo un roedor más que traicionó al movimiento indígena y a los ecuatorianos en general.

-Usted dijo más temprano que el extractivismo es como una enfermedad que afecta principalmente a los pueblos indígenas. Puntualmente, como organizaciones, como movimiento indígena, ¿tienen planteamientos concretos o alternativas al actual modelo de desarrollo, que se puedan llevar a los gobiernos y que demuestren que otro camino es posible?

Primero, no se puede pensar que solamente accediendo al gobierno se puede cambiar las estructuras del país; las estructuras del país están atadas a una estructura mundial. Y nosotros somos radicales en el sentido de atacar la raíz de la enfermedad, del problema. Y, en definitiva, ni el desarrollo, ni el progreso, ni la modernidad son las soluciones; son el problema. Decir que hay que buscar alternativas de desarrollo es una gran quimera, una gran trampa. Nosotros no queremos alternativas de desarrollo, sino alternativas ‘al’ desarrollo. Y una alternativa al desarrollo, una de ellas, es el comunitarismo, que difiere del comunismo y del socialismo. El comunitarismo habla del respeto a la Pachamama, del respeto a las libertades y garantías a favor del tema de la mujer, el tema de los pueblos indígenas, y rompe el paradigma egocéntrico, eurocéntrico, de Occidente que es colonial, que es individual, que es egoísta. Porque somos colectivos, somos comunitarios, hacemos en minga, hay un liderazgo colectivo. Y esa es una de las visiones que tenemos que puede ser alternativa al desarrollo en donde hay que dejar atrás el consumismo, el mercantilismo, el capitalismo, el extractivismo, el colonialismo, para optar por una nueva y fresca y renovada visión milenaria que tienen los pueblos.

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Al centro, el dirigente kichwa cañari en la movilización que marcó el inicio del VIII FOSPA, en Tarapoto, Perú. Foto: CAAAP

-¿Quién es Lenín Moreno para los pueblos indígenas?

Es un ilustre correista que pasó a ganar 40 mil dólares mensuales en Ginebra (como enviado especial de la ONU) y que dice que ha hecho grandes obras para los discapacitados; pero hay tantos discapacitados o con capacidades especiales como él, pero que están completamente excluidos y marginados. Si él estaría dispuesto a luchar contra la corrupción debería estar dispuesto a destapar la olla de grillos (en el gobierno) y dar a conocer los nombres de quienes recibieron las coimas de Odebrecht; y tiene un vicepresidente que está hundido en la corrupción como es Jorge Glas, y él no va a cambiar las estructuras del correísmo, y peor cambiar las estructuras del modelo. Por eso no nos da ninguna expectativa, esperanza de cambio. Lo que vamos a ver es que van a empezar contradicciones internas a nivel del correismo en las disputas de liderazgos, y muy pronto el país o el pueblo va a pagar las consecuencias. Porque lo que hereda Moreno del modelo correista es una carga extremadamente pesada y ahora ganó con fraude, al menos las dudas quedan, pero nace un gobierno muy débil, muy deslegitimado y nada raro es que se caiga. Además que en el Ecuador el movimiento indígena y el pueblo del Ecuador han tumbado literalmente a dos gobiernos corruptos (Abdalá Bucaram y Jamil Mahuad); quién sabe, es impredecible lo que le pueda pasar a Moreno.

-¿Moreno tiene alguna propuesta para los pueblos indígenas? ¿Ha buscado algún tipo de diálogo?

No tiene ninguna propuesta para los pueblos indígenas. Él no se ha pronunciado sobre muchos temas potentes del movimiento indígena, y no lo va a hacer. Por lo tanto, ir a un diálogo con él, de rodillas, que nos estén apuntando con una pistola en la sien, es una ilusión. Es un acto de ingenuidad, es un acto de traición, porque muchos de nuestros hermanos están encarcelados, están en la clandestinidad, están enjuiciados, y nosotros no vamos a ir a estar dialogando, ¡dialogando qué! Nosotros optamos por el diálogo, es una herramienta potente, pero cuando es sincero, horizontal, un diálogo que dé resultados, que se hable con honestidad. Y no dialogaremos mientras no haya una señal, no haya un signo de que este gobierno va a cambiar su política extractiva, que diga: vamos a revisar la moratoria minera, o vamos a descriminalizar la protesta social como delito, como crimen. Si no hay eso, no solo es pasar tiempo, sino es un acto de traición a los supremos intereses y derechos que tienen los pueblos indígenas.

-En Ecuador se han presentado experiencias de resistencia interesantes como lo que pasó con el colectivo Yasunidos que impulsó una campaña para que no se permita la explotación en el Parque Nacional Yasuní.

Fue una experiencia linda que la lideraron los jóvenes apoyados por los movimientos ecologistas y el movimiento indígena que tuvo protagonismo; estuvimos ahí y fue una articulación muy interesante, activistas de derechos humanos, estudiantes, campesinos, y el movimiento se planteó una propuesta en serio de defender el Yasuní, no una propuesta tramposa del gobierno de tener un plan A y un plan B. O sea que si no daban dinero suficiente (la comunidad internacional) para dejar el petróleo bajo tierra, iban por el plan B (para extraer el petróleo) y nunca trabajaban por el plan A. Siempre estuvieron apostando por el plan que era meter las cuchillas en el corazón, en las entrañas del Yasuní y eso es lo que están haciendo, entonces nunca apostaron por una verdadera ecología y salvar el Yasuní.

-¿Se podría repetir un escenario en el que las ciudades se unan otra vez al movimiento indígena ante una arremetida del gobierno?

Una de las cosas que hay que destacar es que el movimiento indígena no lucha solo por sus derechos. Hemos dicho:»nada solo para los indios», el movimiento indígena está articulado con otros sectores sociales. Por eso, en el último levantamiento del 2015 que marchamos 700 kilómetros desde el sur para llegar a la capital, el pueblo de Quito nos recibió con los brazos abiertos, y éramos más de 250 mil corazones que latían en apoyo, en respaldo al movimiento indígena, y frente a ese desborde de energías, el gobierno sacó la fuerza pública y nos metió en la cárcel, nos reprimió y todo, pero no hemos perdido una guerra, apenas una batalla y la resistencia continúa.

 

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