Sobre la Hidrovía amazónica, algunos desafíos de los pueblos indígenas a la Iglesia

Foto: Agencia Andina

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Por Manolo Berjón y Miguel Ángel Cadenas*

11:30|18 de diciembre de 2017.- Los mercados necesitan infraestructuras que les permitan desarrollarse. El año 2000, en una cumbre de presidentes en Brasilia, se acuerda crear el IIRSA (Integración de la Infraestructura Regional Suramericana). Su objetivo es tejer una red de infraestructuras en América Latina que favorezca la conectividad regional. La modernización y la competitividad exigen infraestructuras adecuadas a los tiempos.

La hidrovía amazónica es uno de los proyectos integrados en el IIRSA. Consiste en dar “navegabilidad a los ríos amazónicos durante todo el año”. En la época de estiaje de los ríos (julio-octubre) se restringe la navegabilidad de las embarcaciones grandes. Motivo por el cual se precisa dragar los ríos, en determinados puntos, para favorecer su navegabilidad. Este proyecto afecta a los ríos Amazonas, Ucayali, Marañón y Huallaga, según el Ministerio de Transportes peruano. En nuestra opinión afecta a toda la cuenca.

Todo indica que los ríos amazónicos son percibidos, en este proyecto, como una corriente de agua o carretera fluvial. El gran capital está presionando para llevar a cabo este proyecto. Pero no todas las personas y culturas conciben el río únicamente como un cauce de agua. Para los pueblos indígenas, el río es el lugar donde habitan, donde se bañan, donde toman agua, donde pescan, donde se relacionan con sus espíritus… El río es mucho más que una carretera fluvial, el río es la vida misma. Dragar el río provocará una transformación sin precedentes en los pueblos indígenas. Lo que genera ventajas para el capital, causa sufrimiento a los pueblos indígenas.

Hacía tiempo que teníamos preocupación por la hidrovía amazónica. En cuanto evento parroquial y de organizaciones indígenas participábamos introducíamos esta temática. Hasta que un día apareció el Dr. Juan Carlos Ruiz Molleda, abogado del Instituto de Defensa Legal (IDL), con sede en Lima, que se interesó por este proyecto. Con una organización indígena amiga tejimos la red. La organización indígena estaba interesada en la consulta previa. IDL les iba a acompañar legalmente y en la parroquia nos comprometíamos a alentar todo el proceso.

 «Malos pasos» o «bancales»: nombrar la realidad

Comenzamos a realizar talleres para dar a conocer a las organizaciones indígenas la importancia de la hidrovía. En medio de ese trajín la organización indígena ACODECOSPAT formó parte de la elaboración y firmó la demanda constitucional para solicitar el derecho de consulta previa, que el Ministerio había obviado. Al poco tiempo el Estado estaba llamando a las puertas de ACODECOSPAT para conversar y decirles que no tuvieran miedo porque todo estaba controlado. La hidrovía iba a traerles “desarrollo”.

Para entonces ya habíamos avanzado con varios talleres. Una de las reuniones con el Ministerio nos puede indicar parte de las dificultades. El Ministerio identifica los “malos pasos” como los lugares que hay que dragar para que el cauce de agua sea adecuado para la navegación durante todo el año. La misma denominación de “malos pasos” indica la necesidad de dragar. Los kukama a estos lugares los denominan “bancales”: espacios de descanso de los peces, espacios de pesca. Poner nombre es una tarea primordial.

Después de un tiempo de interpuesta la demanda constitucional, el Juzgado de Nauta [Loreto, Perú], emite una resolución obligando al Ministerio a la consulta previa. El gobierno hace una jugada maestra. Dado que hay que consultar, consultemos. Pero sacan este proyecto del Marañón, convocando a todas las organizaciones indígenas reconocidas en los grandes ríos amazónicos y convocan una reunión en Pucallpa, río Ucayali, lejos del Marañón. El Ministerio acepta desarrollar talleres de capacitación. Por supuesto, talleres liderados por el Ministerio con organizaciones indígenas que nunca habían escuchado hablar de la hidrovía. También acudieron asesores de las organizaciones indígenas.

Acá se produce un cambio sustancial. Hasta este momento básicamente los asesores estaban coordinados por la Iglesia. A partir de acá entran asesores de ONG con muy buena voluntad, con una excelente preparación jurídica, pero con dos lagunas fundamentales: poco conocimiento de pueblos indígenas y desconocimiento ambiental sobre el verdadero impacto en el río. Los eventos se desarrollan con normalidad y terminan por aprobar el proyecto de hidrovía amazónica. Los pueblos indígenas consiguen introducir la consulta de los Términos de Referencia del EIA [Estudio de Impacto Ambiental]. Tanto el Estado como las organizaciones indígenas quedan contentos con la experiencia.

¿Dónde, pues, está la dificultad? No hay estudios científicos sobre el impacto que esto acarrea. Para realizar estos estudios se necesita más tiempo, inversión e investigadores competentes. Sin estos estudios, ¿cómo se van establecer los Términos de Referencia? El Estado peruano tiene prisa. Detrás está la oportunidad de colocar los productos brasileños en la costa peruana del Pacífico, a través de los ríos amazónicos. De esta manera se articula el eje Brasil-China, vía ríos amazónicos.

Desde el punto de vista ambiental se desconocen las consecuencias. Pero es evidente que dragar un punto afecta a toda la cuenca. Los peces migratorios, que se desplazan por toda la cuenca, serán fuertemente perjudicados. Dragar una parte del río implica modificar el cauce del río que desestabiliza el equilibrio ecológico. Aparte las consecuencias para los indígenas: sobre su cosmología, el chamanismo, la huida de la pesca de esos lugares, el aumento de tráfico de grandes embarcaciones, con el consecuente aumento de oleaje, que sufren las embarcaciones indígenas pequeñas y el peligro de ahogamiento, entre otros. En tiempos de cambio climático es una temeridad intervenir en un espacio sin saber las consecuencias reales. Lo lógico sería investigar antes de arriesgarse a consecuencias imprevisibles. De nuevo el capital impone su lógica y su tiempo. La hidrovía supone un despojo de territorios indígenas, los ríos, para favorecer al gran capital.

Para vislumbrar el impacto real de la hidrovía hay que sumar el resto de megaproyectos: carreteras (Iquitos-Santa María de Nanay-12 de Octubre-Andoas-Saramiriza; Bellavista-Mazán-Salvador-El Estrecho…), hidroeléctricas, hidrocarburos… Son los impactos acumulados de estos megaproyectos los que golpean fuertemente a los pueblos indígenas y el medio ambiente.

 Algunos desafíos

El principal desafío tiene a los pueblos indígenas como protagonistas. Las organizaciones indígenas y sus asesores tienen que aplicarse más. Es increíble cómo las organizaciones indígenas nacionales no se enteraron de todo este proceso. Y cuando intervinieron fue prácticamente para aprobarlo. Repitámoslo una vez más: sin saber cuáles son los impactos reales de tal megaproyecto.

Una parroquia, actuando localmente, levanta un tema de gran calado como es la hidrovía amazónica. Pero la Iglesia también tiene que ponerse a punto. El tener que actuar en el “propio” territorio, sea parroquial o vicarial, no ayuda en nada. Cuando el estado traslada la consulta a Pucallpa (río Ucayali), lejos del territorio de la parroquia y del vicariato, los indígenas se quedan sin parte de la asesoría necesaria en este punto. La coordinación eclesial se desvanece en la niebla. En esta reunión de Pucallpa los indígenas renuncian a llamar a estos espacios “bancales” y se impone el término “malos pasos”. La jugada maestra está concluida. Todo preparado para su aprobación. El Estado se frota las manos. Por otro lado, el poco intercambio de ideas y experiencias en la Iglesia no ayuda a defender a los pueblos indígenas en estos megaproyectos. Lamentablemente la Iglesia, pese a estar en el origen de esta iniciativa, no ha sabido estar a nivel amazónico ni como país.

Las ONGs suelen depender de la financiación de los proyectos. Lo cual los limita en su actuación. No tienen mucha cintura para salir al paso de lo que está sucediendo. Y los que financian, en muchas oportunidades, terminan imponiendo sus puntos de vista. Sólo se aprueban los proyectos que las financieras consideran oportunos. Como si las financieras carecieran de intereses o fueran transparentes, sin ideologías de por medio. Por otro lado, muchas ONGs se especializan en algún tema, pero no siempre tienen los integrantes para hacer un análisis y colaboración inter-disciplinaria.

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*Misioneros agustinos, en Iquitos, Perú.

 

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