Más de una veintena de féminas se dieron cita en el encuentro ‘Mujeres, Panamazonía y Sínodo’, desarrollado en Quito, capital de Ecuador. Un espacio de reflexión que ahondó en las problemáticas de la mujer amazónica y solicitó a la Iglesia conocer, valorar y fortalecer más el papel de ésta, con todas sus potencialidades y diversidad.
09:23|04 de febrero de 2019.- La ciudad de Quito, Ecuador, fue escenario del Encuentro “Mujeres, Panamazonía y Sínodo” impulsado desde la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) entre los días 25 y 27 de enero. Allí, con el objetivo de reflexionar sobre la situación actual y perspectivas de futuro de las féminas de la panamazonía, se encontraron mujeres provenientes de los países amazónicos llegadas desde Brasil, Ecuador, Colombia, Bolivia, Venezuela y Perú.
“En el contexto del Sínodo, se identificó la importancia de las voces de las mujeres de la Amazonía”, explicó Ángela Vilca, del Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica-CAAAP, “en Latinoamérica la situación de las mujeres es alarmante con altos índices de feminicidio y violencia sistemática hacia las mujeres ante lo cual la mujer amazónica no es ajena, sino que en ella estas problemáticas se exacerban, normalizan y son más visibles teniendo en cuenta la exclusión y situación de discriminación en la que muchas veces viven”. A ello se suma la vinculación habitual entre mujer y trata de personas, injusta situación en la que caen víctimas miles de mujeres amazónicas y que en la mayoría de los casos va de la mano con las políticas neoliberales de explotación de recursos.
Misioneras, defensoras de la Amazonía y agentes pastorales, entre otros perfiles, han integrado el grupo convocado por la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) en este encuentro de Quito. “El objetivo ha sido que la voz de las mujeres amazónicas llegue al Sínodo para que la Iglesia no sólo adquiera rostro amazónico sino que, además, se logre tener un rostro inclusivo e igualitario que pueda pronunciarse ante la difícil situación de muchas mujeres que habitan la selva”, puntualizó Ángela Vilca.
Naturaleza y mujer, de la mano
Luego de tres años de acompañamiento a la comunidad de Tundayme, un territorio ancestral shuar de Ecuador, en la frontera con Perú, la religiosa Ursulina de Jesús, Mariángel Marco, muestra especial preocupación por la defensa de los territorios amazónicos y las repercusiones que el desalojo de sus tierras tiene en la figura femenina. “Cuando hay despojo del territorio, quienes más sufren son las mujeres, pues se les arranca parte de su identidad, de su relación con la tierra, pierden su armonía, y al imponerse valores masculinos relacionados con la fuerza en muchas ocasiones acaban sufriendo violencia”, profundizó la misionera al término del encuentro, “ además, en donde hay extractivismo, acaba apareciendo la trata de personas”.
Sobre las demandas de la mujer amazónica hacia la Iglesia, la religiosa de origen español apremia a un reconocimiento real de la espiritualidad de las culturas amazónicas y solicita volver al “principio original” de la deidad femenina entendiendo que la naturaleza fue la primera deidad que conoció la humanidad. “Cuando se pasa del nomadismo al sedentarismo y comienzan las luchas fratricidas por la tierra se cambia a un dios guerrero. Ese será el comienzo del patriarcado, imperante hasta hoy”, indica. Pero asegura que Jesús rescató el rostro femenino de Dios en diversas ocasiones. “Él aprendió de las mujeres y utilizó imágenes femeninas para hablar de Dios. Jesús no hubiera podido enseñarnos a su Abba, Padre misericordioso, sin lo que aprendió de las mujeres”, enumera, “Dios es Padre-Madre”. La liberación de la naturaleza, considera, va de la mano con la liberación de la mujer.
La diversidad de la mujer amazónica
Afrodescendiente, apasionada de la vida, de la defensa de los derechos humanos y con toda su existencia en la selva formando parte de la Amazonía. Así se siente Selene Terán, otra de las participantes en el encuentro, quien trabaja en el Vicariato de Sucumbios, en la frontera entre Ecuador y Colombia. Entre sus propuestas, la de incluir a todas las mujeres amazónicas en el proceso de construcción de una Iglesia con rostro amazónico. “Se deben buscar los talentos de las mujeres y fortalecerlos tomando en cuenta que en la Amazonía no sólo hay indígenas, sino también afrodescendientes, mestizas, ribereñas… mujeres de todas las partes del mundo a las que hay que considerar e integrar”, opina. Habla de la falta de oportunidades, la discriminación, la pobreza y, de la mano de ésta, la invisibilización de la mujer.
Su pedido hacia la iglesia va en un doble sentido. De un lado, cree que es necesario “que haya una inculturación de la Iglesia, no de forma superficial, sino más bien que la Iglesia entre, viva y se empape de las comunidades para que conozca, valore y respete su cosmovisión”. Además, ciñéndose a la figura de la mujer, solicita constante formación y capacitación para las mujeres de las comunidades. Algo, a su parecer, muy necesario para lograr que “éstas puedan entrar de forma directa en lo que tiene que ver en la defensa de los derechos, no sólo de la mujer y del hombre, sino también del territorio”.
Tres días para ver, discernir y actuar
Entre el 25 y 27 de enero se realizó este encuentro en la Casa de Retiro Verbo Divino, en Quito. Tres días en los cuáles las 23 mujeres participantes, de diversos perfiles y procedencias, generaron espacios de reflexión, tal y como se viene promoviendo en los encuentros que, desde meses atrás y con la vista puesta en el Sínodo Amazónico de octubre, se han ido desarrollando en diferentes enclaves amazónicos. Tras una primera jornada de introspección personal sobre las diferentes violencias por las que atraviesa la figura de la mujer amazónica, en la segunda se ahondó en un análisis teológico teniendo en cuenta conceptos como ancestralidad y cosmovisión panamazónica y valorando la figura de Jesús y la influencia que en su mensaje tuvieron diferentes figuras femeninas. Por último, en el día final, se acordaron propuestas específicas para proseguir en el trabajo futuro de cara a una Iglesia femenina y más inclusiva.