La exposición ‘Amazonías’, que se exhibe en Madrid, va más allá de las alucinógenas visiones provocadas por la ingesta de ayahuasca para reivindicar la pluralidad creativa de un pueblo históricamente postergado en Perú. Pintura, fotografía, videoarte e incursiones por la selva: todo vale para contar su realidad
Pero hay mucho más. No se puede hablar en singular. Aunque el arte contemporáneo reivindica las raíces de la comunidad amazónica como reacción al colonialismo y a su postergación histórica, los creadores van más allá de las prácticas tradicionales y utilizan puntos de vista y medios muy diversos como la fotografía y el videoarte para elaborar sus obras y aludir a su realidad. Esta pluralidad se pone de manifiesto en la exposición Amazonías, que se exhibe desde el 23 de febrero y hasta el 5 de mayo en Matadero Madrid, organizada por el Gobierno del país andino y el Museo de Arte de Lima (Mali) en el marco de la reciente edición de la feria de arte contemporáneo Arco, clausurada el pasado día 3.
“La ayahuasca o planta madre y las visiones que genera son componentes muy importantes en la vida y trabajo de muchos artistas vinculados a la Amazonía, pero definitivamente asociar las distintas manifestaciones artísticas que trabajan con la Amazonía únicamente con la ayahuasca es limitante e incorrecto”, explican las dos comisarias de la muestra, Sharon Lerner y Gredna Landolt. “En la exhibición se pueden ver muchas obras muy distintas y solo una sección aborda el tema de las visiones. Creemos que una vez que el público visite la muestra se va a sorprender al ver el amplio espectro de propuestas artísticas que han sido reunidas y muchas ideas preconcebidas van a variar”.
Los amazogramas de Roberto Huarcaya constituyen uno de los trabajos más impactantes. El fotógrafo peruano desplegó un rollo de papel fotosensible de 30 metros de largo entre el follaje de la selva amazónica durante la noche. El revelado se realizó en un cuarto oscuro empleando agua de ríos cercanos y en un proceso cuidadoso con el medio ambiente. El resultado es sorprendente, parece captar el espíritu de la jungla. “Quería acercarme a la selva y abrazarla de alguna manera con el papel fotosensible y buscar su huella por contacto directo. Aquello fue como hacer entrar en conexión lo más primario de la técnica fotográfica con un espacio igual de primario en términos naturales”, explica. “El Amazonas es un espacio casi olvidado, que reúne solo el 2% de la población peruana, pero es un pulmón fundamental sin protección, que está expuesto a la depredación, a la minería ilegal, a la deforestación, a la explotación del caucho y del petróleo…”, comentaba Huarcaya en Lima a un grupo de periodistas españoles el pasado mes de noviembre.
Junto a esta instalación monumental se exhiben “una escultura vanguardista que siembra luces a la manera de un enjambre de luciérnagas, pinturas sobre corteza vegetal, fotografía, videoarte, cerámica y telas decoradas con kené (vocablo shipibo que describe una manera de embellecer el mundo con diseños), cerca de un centenar de piezas de más de 45 artistas peruanos y latinoamericanos”, añaden las comisarias.
“Ahora hay una fuerte demanda en los mercados de arte por las típicas pinturas de visiones reproducidas en serie. Pero insistimos, la vitalidad de los artistas amazónicos los impulsa a ser muy creativos siempre, a renovarse y experimentar. Si uno va a la selva observa que en medio de la ferocidad, la vida emerge y se renueva constantemente. Esperamos que esa vitalidad contagiante —a modo de metáfora— permanezca en el arte amazónico y esta se imponga a la adversidad y a la moda”, apunta Lerner.
Prueba de esa pluralidad es la muy personal obra del pintor figurativo Christian Bendayán, un artista que retrata de forma desinhibida e hiperrealista personajes que pueblan Iquitos, la capital de la Amazonía peruana: la mayor ciudad del mundo a la que no se puede acceder por carretera (se llega sobre todo a través de su puerto fluvial). Bendayán representará a Perú en la próxima Bienal de Venecia y planteará un diálogo con la obra del entomólogo alemán Otto Michael, que llegó a Iquitos a fines del siglo XIX en busca de mariposas y acabó pintando cuadros sobre la fiebre del caucho que se adueñó de la ciudad en aquella época. Un diálogo entre el pasado y el presente, entre la tradición y la contemporaneidad que se repite en una exposición, Amazonías, que quiere ir más allá de las ideas preconcebidas sobre el arte de la jungla.
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Fuente: El País