Cantagallo: dos años de lucha contra las cenizas

Comunidad Shipiba de Cantagallo y la lucha por sus derechos en la ciudad de Lima.

Comuneros de Cantagallo, iniciando su jornada de lucha

Comuneros de Cantagallo iniciando su jornada de lucha

Por: Ángela Vilca  – (CAAAP)

 14:57|30 de abril de 2019.- “Cantagallo era un lugar acogedor, si tú estabas mal, la comunidad te estaba apoyando […] te enfermabas y siempre había alguien acompañándote”. Recuerda Karol Bautista. Ella es madre, estudiante, está orgullosa de ser shipiba de Cantagallo y sueña con hacer su propio cortometraje dedicado a su abuelo ciego que vive en una comunidad de Ucayali. Ha vivido toda su vida en comunidad. Ahí creció, se enamoró, tuvo a su primer hijo, abrió un pequeño taller de mochilas en la comunidad junto a su esposo Joel y forma parte de las 238 familias afectadas por el incendio en Cantagallo en el año 2016.

Cuando se le  pregunta  cómo era Cantagallo antes del incendio, Karol se queda un momento en silencio y mira con melancolía. Ella conoce en detalle cómo era su comunidad: los tres niveles que conformaban Cantagallo (los ferreteros, la parte andina y la parte shipiba), jirones y avenidas con nombres shipibos como el jirón “Jepe Ian”, en recuerdo del lago Yarinacocha. También de la canchita, del parque shipibo, del colegio bilingüe (el primero en zona urbana en todo el país), la discoteca Coconita, el caño comunal del que se abastecía toda la comunidad…Lugares que son parte de la memoria colectiva de Cantagallo.

El incendio marcó sus vidas. Es inevitable. Karol siempre llora cuando se topa con videos y fotos de aquel momento. Ella revive cada momento del suceso, especialmente la sensación de angustia y desesperación colectiva. Recuerda que muchas personas abandonaban sus pertenencias en los estrechos pasajes antes de que las llamas los alcanzaran y observaban cómo consumían el trabajo de toda una vida. Para ella, muchos quedaron “moa yoshinabo” (endomoniados) porque no querían abandonar sus casas durante el incendio, otros dejaron de comer y había muchos perros y gatos heridos por quemaduras.

En lista de espera

Karol enfatiza que la lucha por una vivienda digna siempre estuvo ahí: “No comenzamos a esperar después del incendio; empezamos a esperar mucho antes”. Ella lo sabe muy bien, años antes del incendio habían desfilado promesas municipales, ministeriales y presidenciales en Cantagallo, a la par crecían la decepción y la desconfianza. El mayor ejemplo fue el escándalo de la cancelación de Río Verde, proyecto que beneficiaba a la comunidad de Cantagallo ya que consistía en la construcción de viviendas, además de la creación de áreas verdes en la ribera del rio Rímac. Sin embargo, por dictamen del ex alcalde de Lima Luis Castañeda Lossio, el presupuesto destinado a este proyecto fue asignado para la construcción del cuestionado by-pass de 28 de julio. El vicepresidente de ACUSHIKOLM (Asociación Comunidad Urbana Shipibo Conibo de Lima Metropolitana), Roy Mejía, señala que “el proyecto Río Verde fue un sueño que nunca llegó a cumplirse”.

Una de sus principales demandas es el derecho a la vivienda digna

Una de sus principales demandas es el derecho a la vivienda digna

Hoy en día, la promesa de tener la casa propia, sigue siendo solo eso, una promesa. La reconstrucción del conjunto habitacional se encuentra en el programa Techo Propio, sin embargo, hoy en día el terreno por familia fue recortada de 55 a 45 metros cuadrados. Por otro lado, la Municipalidad se había comprometido con la reubicación temporal de toda la comunidad en un espacio común, pero la realidad es que las familias se ha desplazado a diversos puntos de la capital gracias al bono que reciben y que solo alcanza para el alquiler de un cuarto. “Cantagallo se encuentra desarticulada y eso ha implicado un daño para todos los que vivimos unidos”, según Roy.

Producto del desplazamiento forzado y de la fragmentación de las familias, el tejido social de la comunidad y la economía familiar se han venido abajo. Un ejemplo son las dinámicas de organización de las asociaciones de artesanos y artesanas ya que hay mayor dificultad de contactarlas colectivamente para adquirir las artesanías. En estos últimos dos años, la comunidad exige que el Estado atienda las demandas que no han sido cumplidas, por otro lado, éstas han incrementado.

Los niños y niñas  de Cantagallo

“El incendio se llevó todo, incluido el colegio. La escuelita no solo albergaba niños shipibos, estaba abierta a todos los que necesitaban estudiar”, recuerda la profesora Doris Muñoz, directora de la escuela Comunidad Shipiba Cantagallo. La institución educativa nació a inicios del 2008 como uno de los frutos de la organización comunal. En el 2012, fue reconocida por el MINEDU como el único centro educativo intercultural bilingüe en zona urbana que albergaba a más de 280 niños a nivel inicial y primaria.

Hoy en día,  tras el incendio, este centro educativo fue trasladado a Jirón Virú, distrito del Rímac y la reubicación ha significado problemas latentes para la comunidad estudiantil: deserción escolar de 60 niños y que va en aumento, la inseguridad de la zona por los constantes robos, la pequeña dimensión de las aulas que hacinan a los niños significaría otra tragedia de ocurrir un sismo y la limitación de recursos y personal, según Alicia Hilario, presidenta de APAFA.

Una de las principales demandas de la comunidad de Cantagallo es también la reconstrucción del colegio, la dispersión ha significado un mayor gasto para las familias que no pueden costear los pasajes de sus hijos, incluso, muchos caminan horas para llegar a la escuela. El sueño de un colegio en Cantagallo está presente, así como el derecho a la educación. “Queremos una escuela con una buena infraestructura teniendo en cuenta el contexto cultural, es una necesidad, tenemos la esperanza de que cuando regresemos, los niños que lo abandonaron puedan retornar”, nos dice la Directora.

La lucha sigue

El 24 de abril, la comunidad cansada de promesas realizó un plantón exigiendo el cumplimiento del cronograma de reconstrucción que debió iniciar a fines de 2017. Esa misma mañana, los dirigentes de las tres asociaciones (ACUSHIKOLM, ASHIREL Y AVSHIL), la red de comunicadores indígenas del Perú y representantes de la sociedad civil exigieron en un diálogo con representantes del Ministerio de Vivienda el cumplimiento de los acuerdos para priorizar la reconstrucción retrasada por más de dos años. Actualmente, dicho proceso de reconstrucción considera dos proyectos. El primero consta de tres programas: agua y desagüe; pistas y veredas; y, parques que deberá ser implementado por el programa “Nuestras ciudades”. El segundo corresponde a la modalidad Sitio Propio del programa Techo Propio para la construcción de las viviendas.

Los acuerdos y cronogramas firmados por los representantes el Ministerio señalan que para fines de este año e inicios del 2020, Cantagallo iniciaría con el proceso de reintegración con la construcción de las  primeras viviendas. Por su parte, las labores administrativas y ejecutivas que preceden a la reconstrucción iniciarían desde mayo en adelante; entre las más importantes están la limpieza total del terreno, la elaboración y aprobación de expedientes técnicos, la ansiada titulación de los 238 beneficiarios (a partir de quincena de setiembre) y el inicio de obras de agua, desagüe, pistas y veredas y parques pero el tiempo pasa y los compromisos no se materializan.

La burocracia institucional, la voluntad política e incluso la discriminación han sido obstáculos tanto para la reconstrucción de Cantagallo. “Muchos piensan que en Cantagallo [por ser indígenas] queremos todo regalado, no es así, nosotros sabemos de nuestros derechos pero también de nuestros deberes. […]”, explica Doris. Mientras siguen pasando los meses, los efectos de la desintegración van agudizándose y seguramente tendrán impactos permanentes en la vida de la comunidad.

En los meses que siguen, la comunidad de Cantagallo estará a la expectativa del cumplimiento de este nuevo cronograma, que inicia con su siguiente reunión, el 30 de mayo. Este año se espera que las instituciones competentes puedan cumplir con lo acordado. Esperar dos años no ha sido fácil. Los rostros de Cantagallo hablan sin necesidad de palabras.

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