La Secretaría General del Sínodo de los Obispos presentó en la mañana el Instrumentum Laboris para el Sínodo Amazónico del mes de octubre, un documento de trabajo donde se refleja que el mundo amazónico pide a la Iglesia que sea su aliada, para que la vida plena que Jesús vino a traer al mundo llegue a todos, especialmente a los pobres
10:05|17 de junio de 2019.- El mundo amazónico pide a la Iglesia que sea su aliada, para que la vida plena que Jesús vino a traer al mundo llegue a todos, especialmente a los pobres. Este es el alma del Documento de Trabajo (Instrumentum Laboris) publicado en la mañana del lunes 17 de junio por la Secretaría General del Sínodo de los Obispos y presentado a la prensa. El documento es el resultado de un proceso de escucha que comenzó con la visita del Papa Francisco a Puerto Maldonado (Perú) en enero de 2018, continuó con la consulta del Pueblo de Dios en toda la región amazónica a lo largo del año y terminó con la Segunda Reunión del Consejo Pre-Sinodal en mayo pasado.
El territorio amazónico incluye parte de Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guyana, Surinam y Guyana Francesa en un área de 7,8 millones de kilómetros cuadrados, en el corazón de Sudamérica. Los bosques amazónicos cubren unos 5,3 millones de kilómetros cuadrados, lo que representa el 40% de la superficie mundial de bosques tropicales.
La primera parte del documento, «La Voz de la Amazonía», presenta la realidad del territorio y sus pueblos. Comienza con la vida y su relación con el agua y los grandes ríos que fluyen como venas de la flora y la fauna del territorio, como fuente de sus pueblos, sus culturas y sus expresiones espirituales que también nutren la naturaleza, la vida y las culturas de miles de comunidades indígenas, agricultores, afrodescendientes, poblaciones que viven a orillas de ríos y ciudades.
Amenaza de muerte, amenaza integral
La vida en la Amazonía está amenazada por la destrucción y explotación del medio ambiente, por la violación sistemática de los derechos humanos fundamentales de la población amazónica; en particular, por la violación de los derechos de los pueblos originarios, como el derecho a la tierra, a la autodeterminación, a la delimitación de los territorios, a la consulta y al consentimiento previo.
Según las comunidades que participaron en esta audiencia sinodal, la amenaza a la vida deriva de los intereses económicos y políticos de los sectores dominantes de la sociedad actual, en particular las empresas mineras. Actualmente, el cambio climático y el aumento de la intervención humana (deforestación, incendios y cambio de uso de la tierra) están llevando a la Amazonía a un punto de no retorno, con altas tasas de deforestación, desplazamiento forzado de la población y contaminación, poniendo en riesgo sus ecosistemas y ejerciendo presión sobre las culturas locales.
El grito de la tierra y de los pobres
En la segunda parte, el documento examina y hace sugerencias sobre temas relacionados con la ecología integral. La Amazonia hoy es una belleza herida y deformada, un lugar de dolor y de violencia, como lo subrayan elocuentemente los informes de las Iglesias locales recibidos de la Secretaría General del Sínodo.
La violencia, el caos y la corrupción son desenfrenados.
El territorio se ha convertido en un espacio de enfrentamientos y
de exterminio de pueblos, culturas y generaciones.
Hay quienes se ven obligados a abandonar sus tierras; muchas veces caen en redes de mafias, tráfico de drogas y de seres humanos (especialmente mujeres), trabajo infantil y prostitución. Es una realidad trágica y compleja, que está fuera de la ley y de la ley.
Territorio de esperanza y «buen vivir»
Los pueblos originarios de la Amazonía tienen mucho que enseñarnos. Reconocemos que durante miles de años han cuidado de su tierra, agua y bosque, y han logrado preservarlos hasta el día de hoy, para que la humanidad pueda beneficiarse de la alegría de los dones gratuitos de la creación de Dios. Los nuevos caminos de la evangelización deben construirse en diálogo con estas sabidurías ancestrales en las que se manifiestan las semillas de la Palabra.
El Sínodo de la Amazonía se convierte así en un signo de esperanza
para el pueblo amazónico y para toda la humanidad.
Los pueblos de los suburbios
El Documento de Trabajo también analiza la situación de los Pueblos Indígenas en Aislamiento Voluntario (PIAV). Según datos de instituciones eclesiásticas especializadas (es, CIMI) y otras, en el territorio amazónico hay entre 110 y 130 «pueblos libres» diferentes que viven al margen de la sociedad o en contacto esporádico con ella. Son vulnerables a las amenazas del narcotráfico, los megaproyectos de infraestructura y las actividades ilegales vinculadas al modelo de desarrollo extractivista.
Los pueblos de la Amazonía en salida
La Amazonía es una de las regiones con mayor movilidad interna e internacional de América Latina. Según las estadísticas, la población urbana de la Amazonía ha aumentado exponencialmente; actualmente entre el 70 y el 80% de la población vive en las ciudades, que reciben permanentemente a un gran número de personas que emigran a ellas y no pueden proporcionar los servicios esenciales que necesitan los migrantes. Aunque la Iglesia ha acompañado este flujo migratorio, ha dejado vacíos pastorales dentro de la Amazonía que necesitan ser llenados.
Iglesia profética en la Amazonía: Desafíos y esperanzas
Finalmente, la última parte del Documento de Trabajo invita a los Padres sinodales de la Amazonía a discutir el segundo punto del tema propuesto por el Papa: los nuevos caminos para la Iglesia en la región.
La realidad de las iglesias locales necesita una Iglesia participativa que esté presente en la vida social, política, económica, cultural y ecológica de sus habitantes; una Iglesia que acoja la diversidad cultural, social y ecológica para poder servir a los individuos o a los grupos sin discriminación; una Iglesia creativa que pueda acompañar con su pueblo la construcción de nuevas respuestas a las necesidades urgentes; y una Iglesia armoniosa que promueva los valores de paz, misericordia y comunión.
Sacramentos y religiosidad popular, ‘cosmovisión’
A las comunidades les resulta difícil celebrar la Eucaristía con frecuencia debido a la falta de sacerdotes. «La Iglesia vive de la Eucaristía» y la Eucaristía edifica la Iglesia. Por esta razón, en lugar de dejar a las comunidades sin la Eucaristía, se propone reconsiderar algunos criterios para la selección y preparación de los ministros autorizados para celebrarla.
Las comunidades piden una mayor valoración, acompañamiento y promoción de la piedad con la que los pobres y sencillos expresan su fe a través de imágenes, símbolos, tradiciones, ritos y otros sacramentos. Esta es la manifestación de sabiduría y espiritualidad que constituye un auténtico lugar teológico con un gran potencial evangelizador.
Sería conveniente reconsiderar la idea de que el ejercicio de la jurisdicción (poder de gobierno) debe estar vinculado en todas las áreas (sacramental, judicial, administrativa) y de un modo permanente al sacramento del orden.
Nuevos ministerios
Además de la pluralidad de culturas dentro de la Amazonía, las distancias generan un grave problema pastoral que no puede ser resuelto sólo con medios mecánicos y tecnológicos. Es necesario promover las vocaciones indígenas de hombres y mujeres en respuesta a las necesidades de la pastoral sacramental; su contribución decisiva radica en el impulso a la auténtica evangelización desde el punto de vista indígena, según sus costumbres y hábitos. Son pueblos indígenas que predican a los pueblos indígenas con un profundo conocimiento de su cultura y de su lengua, capaces de comunicar el mensaje del Evangelio con la fuerza y la eficacia de quienes tienen su propia cultura.
Es necesario pasar de una «Iglesia que visita» a una «Iglesia que permanece», acompaña y está presente a través de ministros que emergen de sus propios habitantes.
Afirmando que el celibato es un don para la Iglesia, se pide que, para las zonas más remotas de la región, se estudie la posibilidad de la ordenación sacerdotal de los ancianos, preferentemente indígenas, respetados y aceptados por su comunidad, aunque ya tengan una familia constituida y estable, a fin de asegurar los Sacramentos que acompañan y sostienen la vida cristiana.
El papel de la mujer
Es necesario identificar el tipo de ministerio oficial que se puede conferir a las mujeres, teniendo en cuenta el papel central que desempeñan hoy en día en la Iglesia Amazónica.
Se pide el reconocimiento de las mujeres por sus carismas y talentos. Piden recuperar el espacio dado por Jesús a las mujeres, «donde todos/todas nos podemos encontrar». También se propone garantizarles su liderazgo, así como espacios cada vez más amplios y relevantes en el campo de la formación: teología, catequesis, liturgia y escuelas de fe y política.
La vida consagrada
Se propone, por tanto, promover una vida consagrada alternativa y profética, intercongregacional, interinstitucional, con un sentido de disponibilidad para estar donde nadie quiere estar y con quien nadie quiere estar. Se recomienda que la formación para la vida religiosa incluya procesos de formación centrados en la interculturalidad, la inculturación y el diálogo entre la espiritualidad y las «cosmovisiones» amazónicas.
Ecumenismo
El documento también destaca un fenómeno importante a tener en cuenta, el rápido crecimiento de las iglesias evangélicas recientes de origen pentecostal, especialmente en los suburbios: «Nos muestran otra forma de ser iglesia donde la gente se siente protagonista y donde los fieles pueden expresarse libremente sin censura, dogmatismo o disciplinas rituales.
Iglesia y poder: el camino de la cruz y del martirio
Ser una Iglesia en la Amazonía de manera realista significa plantear proféticamente el problema del poder, porque en esta región la gente no tiene la oportunidad de hacer valer sus derechos contra las grandes empresas económicas y las instituciones políticas. Hoy, cuestionar el poder en la defensa del territorio y de los derechos humanos es poner en riesgo la vida, abriendo un camino de cruz y martirio. El número de mártires en la Amazonía es alarmante (por ejemplo, sólo en Brasil, entre 2003 y 2017, 1.119 indígenas fueron asesinados por defender sus territorios). La Iglesia no puede permanecer indiferente ante todo esto; por el contrario, debe apoyar la protección de los defensores de los derechos humanos y recordar a sus mártires, incluyendo a mujeres dirigentes como la Hermana Dorothy Stang.
Durante el período de elaboración del Instrumentum Laboris, la voz de la Amazonía fue escuchada a la luz de la fe, se intentó responder al grito del pueblo y del territorio amazónico por una ecología integral y por nuevos caminos, a fin de fomentar la capacidad de profecía en la Amazonía. Estas voces amazónicas llaman al Sínodo de los Obispos a dar una nueva respuesta a las diferentes situaciones y a buscar nuevos caminos que hagan posible un kairós para la Iglesia y el mundo.
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Fuente: Vatican News