La caridad no descansa

Es el lema de la campaña solidaria de Cáritas Madre de Dios. Adultos mayores prácticamente solos y madres abandonadas, en las periferias de Puerto Maldonado, y comunidades nativas en coordinación con la FENAMAD ya han recibido cierto alivio en forma de alimentos de primera necesidad. ¿Cómo se consigue? Tejiendo redes de solidaridad que nos muestran cómo quienes son las manos de la Iglesia, y que siempre están presentes, se hacen más grandes cuando más se necesita.

Personal de Cáritas, durante entrega a una anciana identificada como vulnerable en la zona periférica de Puerto Maldonado. Foto: Cáritas Madre de Dios

Personal de Cáritas, durante entrega a una anciana identificada como vulnerable en la zona periférica de Puerto Maldonado. Foto: Cáritas Madre de Dios

Por: Beatriz García Blasco – CAAAP

19:30|07 de abril de 2020.- Seguro que tienes Facebook, ¿verdad? ¡Genial! Antes de comenzar a leer, haz esto. Abre tu cuenta y busca: Cáritas Madre de Dios. ¿Les ubicaste? ¡Estupendo! Ahora revisa las publicaciones de estos últimos días. Verás a Carol, Reyser, Amalia, Laura, Herbert y Jorge. O quizás en la foto que estás mirando aparezca Alexis, Toribio, Paúl o Manuel. En cualquier caso,  frente a ellos y ellas, verás a decenas de rostros que para ellos, como para ti, eran desconocidos. Rostros que siempre les reciben con una sonrisa. Algunos lloran, de alegría.

– ¿Por qué es importante que Cáritas, como el brazo social de la Iglesia, se haga más presente que nunca ahora?

– Nos lo dice el Papa Francisco. Tenemos que escuchar el grito de los pobres. Y están gritando. Desde los primeros días la gente venía a nosotros, pidiendo apoyo. Ahora, saliendo a las periferias, a los barrios más humildes de la ciudad, hemos palpado la cruda realidad. Estamos visitando a personas sin ningún tipo de servicios, adultos mayores sin acceso a los programas del Estado, en viviendas precarias… realmente se te parte el corazón al verles cómo se echan a llorar cuando les llevas una bolsa de comida.

Quien responde es Juan Carlos Navarro, secretario ejecutivo de Cáritas Madre de Dios. Y cuenta una anécdota que es muy ilustrativa en referencia a Herbert, uno de los miembros de su equipo. “El otro día nos comentaba que, cuando era niño, su madre le decía una y otra vez que estudiara para no tener que ser estibador (cargador). Pero parece que se equivocó, porque igualmente ahora Herbert y todos nosotros andamos cargando sacos de arroz”, bromea. Los últimos de esos sacos han llegado hasta Santa Teresita, una comunidad nativa del pueblo yine a unas dos horas por río de Puerto Maldonado. Allí, el señor Víctor Saavedra, quien se exilió décadas atrás desde la selva de Ucayali junto a su esposa e hijos, fundó la comunidad en la que ahora vive con toda su inmensa familia. Ellos optan por la olla común, así que la donación ha llegado de forma conjunta. Arroz, azúcar, fideo, atún… y algo que nunca puede faltar: leche, para los niños.

Visita a la comunidad Santa Teresita, del pueblo yine, en el río Madre de Dios. Ellos recibieron los víveres de forma comunal. Foto: Cáritas Madre de Dios

Visita a la comunidad Santa Teresita, del pueblo yine, en el río Madre de Dios. Ellos recibieron los víveres de forma comunal. Foto: Cáritas Madre de Dios

Ese mismo viaje se ha aprovechado para acercar diez bolsas solidarias, así las han ‘bautizado’, hasta la comunidad nativa de Puerto Arturo. “Mediante reuniones virtuales, estamos coordinando con FENAMAD, nos han pedido apoyo para algunas comunidades cercanas a Puerto Maldonado. Algunas de ellas ya se habían contactado también con nosotros”, explica en lo referente a la atención a pueblos indígenas. En estos días se intentará juntar algunos víveres más para Palma Real y Sonene, comunidades del pueblo Ese Eja, en la frontera con Bolivia.

Cuenta que, entre las comunidades indígenas, las realidades son diversas según las actividades productivas a las que se dediquen. “En Puerto Arturo, por ejemplo, hemos acordado con el presidente a quiénes entregar ya que una parte de la comunidad ha estado dentro de un programa del Estado, ‘Trabaja Perú’, y su situación todavía no es crítica. Se atiende a quienes, realmente, lo necesitan siempre en diálogo y coordinación”, detalla Navarro. Lo que sí es cierto es que, aunque todos cuentan con alimentos como yuca, plátano y otros frutos; así como cierta facilidad para obtener algo de pescado (contaminado, eso sí) y carne de monte, esos cuatro o cinco alimentos no pueden componer su dieta de forma exclusiva en estas semanas de emergencia. Necesitan balancear.

Tejiendo redes solidarias

Tocando puertas. De empresas privadas locales, de amigos, de familias… Así comenzó, el 25 de marzo, la campaña solidaria cuyo nombre no podría ser más fiel a la realidad actual: La caridad no descansa. En apenas dos días se logró juntar lo suficiente, entre aportes económicos y donaciones de víveres, para conformar 300 bolsas solidarias de unos 15 kilos cada una para, inmediatamente, identificar a los más necesitados y repartir.

– En momentos de tanta necesidad resulta complicado decidir a quién dar, ¿cómo identifican?

– Nosotros acordamos que, la prioridad, iban a ser personas vulnerables como adultos mayores, personas con discapacidad y madres abandonadas con varios hijos a su cargo. Ese fue nuestro criterio. Y de allí buscamos a nuestras personas de confianza, ya sean presidentes del barrio o conocidos que vienen trabajando y apoyando a Cáritas de años, para el proceso de identificación barrio por barrio. Ellos son nuestras personas clave.

Diferentes imágenes de esta campaña solidaria. Fotos: Cáritas Madre de Dios

Diferentes imágenes de esta campaña solidaria. Fotos: Cáritas Madre de Dios

 

Pueblo Viejo, el barrio más antiguo de Puerto Maldonado, ahí donde el Tambopata se funde con el Madre de Dios, fue el primer punto de reparto. De ahí a otras zonas humildes como Barrio Nuevo, Chapajalito, Chapajal, Amarumayu y otros. Bien protegidas, con mascarillas, guantes y el alcohol siempre a la mano, Carol, Laura y el resto del personal de reparto comenzaron a aliviar a esas 300 primeras familias y/o personas vulnerables. A cambio recibieron los gestos de cariño más sinceros que puedan existir. Gestos que continúan con cada ronda de repartos.

“Tratamos de apoyar a quienes no reciben nada del Estado. Suelen ser ancianos que no cuentan con Pensión 65 o, si en algún caso le hemos dado a alguien que se beneficiario del bono de S/. 380 es porque se estudia el caso y vemos que son familias grandes, de hasta 10 y 12 personas, para quienes esa ayuda sigue siendo insuficiente”, explica el responsable de la Cáritas local. De lo que no tiene duda es de que, toda esta experiencia, está fortaleciendo a su equipo por el gran compromiso que se ha generado con esta obra social de la Iglesia Católica, no solo a nivel de trabajadores y voluntarios, sino de toda la familia que conforma Cáritas. “Creo que sale el lado humano de todos, eso es Cáritas, dar tu tiempo, darte tú a pesar de correr el riesgo de contaminarte. Estar ahí, a personas que realmente necesitan, llegar a los pobres”, afirma.

Hasta S/. 2.500 llegaron de manos de una empresaria local aunque, siendo realistas, Navarro sabe que ahora es momento de ser creativos e inventar nuevas estrategias de ayuda y presencia. “Si llegan más donaciones continuaremos con las bolsas solidarias como, por ejemplo, hemos hecho con los fondos que nos ha transferido Cáritas del Perú y que nos ha dado para 300 bolsas más”, comenta, “pero somos conscientes que las familias solidarias y el empresariado local también van a sentir la crisis y no van a poder apoyar mucho más”, explica, “de todos modos ya estamos pensando otras fórmulas para, por ejemplo, lograr fabricar y repartir mascarillas entre la población que, a día de hoy, no puede acceder a ellas”. En la ciudad ya apenas quedan existencias y, de haberlas, son caras.

El secretario general de Cáritas Madre de Dios, Juan Carlos Navarro, en las entregas. Foto: Cáritas Madre de Dios

El secretario general de Cáritas Madre de Dios, Juan Carlos Navarro, en las entregas. Foto: Cáritas Madre de Dios

Hasta la fecha Madre de Dios cuenta solo con dos casos confirmados por COVID-19, el primero de los cuáles ya está recuperado, pero no hay que bajar la guardia porque la realidad sanitaria de la región es, realmente, desalentadora con un hospital que ni siquiera es capaz de responder a las emergencias y situaciones que se presentan en un contexto normal. “Si aquí la cosa se complica va a colapsar, hoy mismo me comentaban que tenemos cinco respiradores, pero creo que cuatro están ocupados con pacientes que cayeron en enfermedad antes de toda esta pandemia”, opina. Indica, además, que percibe en ciertos sectores un bajo nivel de temor y sensibilización que, casualmente, se corresponden con los más pobres y menos informados.

– ¿Qué aprenderemos de todo esto?

– Nosotros ya estamos aprendiendo, mucho. Hemos llegado a lugares y a personas que no teníamos mapeados y que, a partir de ahora, debemos seguir apoyando más allá de esta emergencia. Por ejemplo, un abuelito nos decía ‘ayúdenme a conseguir mi pensioncita’. Y claro, necesitan esa ayuda, ese enlace para tener acceso a sus derechos como ciudadanos. Sin duda, estamos recibiendo una gran lección.

Esa es la magia de dar sin esperar nada a cambio. Que no solo reciben cariño, sino también grandes enseñanzas que te acompañarán toda tu vida.

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