El tiempo apremia y las acciones concretas se necesitan lo antes posible para evitar que el COVID-19 llegue a las comunidades más vulnerables de la Amazonía o que, de llegar, haga el menor daño posible. Sobre este y otros temas conversamos con Richard Rubio, vicepresidente de AIDESEP
Por: Beatriz García Blasco – CAAAP
20:00|18 de abril de 2020.- “Es un momento clave para la reflexión”. Así lo cree Richard Rubio, vicepresidente de Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP), a quien el Estado de Emergencia le encontró en su región, Loreto. Y es desde Iquitos que, con el cargo que representa y a través de una computadora y un celular, continúa ejerciendo el liderazgo indígena mediante la redacción y difusión de comunicados y cartas oficiales, siempre coordinados con comunidades y líderes en terreno, así como otras reuniones virtuales con diferentes autoridades del Estado, profesionales que están en la zona laborando o especialistas en Amazonía. Todo con un mismo fin: evitar, en la medida de lo posible, que el COVID-19 cause un daño irreparable en las comunidades indígenas de la selva y, en general, en todos los pueblos amazónicos.
A pesar del talante de colaboración, desde AIDESEP el mensaje ha sido claro: “El Estado no tiene un plan para los pueblos indígenas de la Amazonía”. Algo que, indican, se ha percibido en varias ocasiones cuando el presidente Vizcarra o sus ministros han sido interrogados sobre cuestiones que referían a la selva y sus pueblos. “No tienen respuestas alentadoras, son preguntas que suelen ser evadidas”, comenta Rubio. Sin embargo, afirma, la mano tendida en este decisivo y complicado momento histórico nunca va a faltar. “Sabemos que el Estado tiene sus deficiencias y es por eso que estamos para ayudar a hacer planes lo más concretos posibles. Estamos a disposición para ver qué podemos hacer, lo mejor y más rápido”, asevera el representante indígena perteneciente al pueblo Kichwa, “sabemos cómo es la parte administrativa y estatal, así que hay que ver otro tipo de fórmulas para acelerar las acciones en esta crisis que está avanzando demasiado rápido, especialmente en Loreto”. Y reconoce, la responsabilidad es compartida: “Hay una media culpa, porque la voluntad y la responsabilidad de cada uno es de gran importancia”.
– En las comunidades, ¿las personas son conscientes de todo lo que está pasando y de la magnitud de la situación?
– La gente que tiene posibilidad de escuchar la radio sí, conocen, y vienen acatando en gran medida la cuarentena, pero la dificultad está con aquellas zonas hasta donde la telefonía móvil y la radio no llegan, donde hay más incomunicación. Para ellos se están viendo otras herramientas, como cartillas. Lamentablemente, se ve que el Estado se escuda en la lejanía de las comunidades para no priorizar su atención, pese a que el COVID-19 ya se encuentra muy cerca de ellas.
– ¿Y cómo abordar estrategias interculturales bajo el contexto de esas comunidades alejadas? ¿Tiene sentido el #QuédateEnCasa para esas zonas donde se vive al aire libre la mayor parte del tiempo?
– Si bien existen factores que dificultan la permanencia de las personas en sus casas, por la cantidad de personas que conforman las familias y por la estructura que tienen esas viviendas, se viene reportando que las comunidades están acatando la medida. Sobre todo lo que debe promoverse por encima de todo es el autocuidado y no permitir el ingreso al hogar y a la comunidad de personas ajenas. Pero la preocupación latente por parte de todos es la falta de implementos necesarios para la prevención del COVID-19 y las carencias del sistema de salud en la zona, donde no se poseen ni medicamentos y mucho menos equipos. La dificultad recae en que el ingreso de terceros genera temor entre la gente, puesto que una persona de Lima o Iquitos puede estar infectado pero la mayoría no han pasado por pruebas de descarte.
– La salud es una gran preocupación, sin duda, por la deficiencia de los servicios en las zonas rurales y alejadas pero, ¿y la alimentación?
– Como ciudadanos del Perú todos tenemos derecho a la alimentación. Por ello, todos debemos acceder a atención y mecanismos de apoyo en estos casos. En el caso de las comunidades, se debe elaborar una propuesta que responda a la realidad porque la realidad de todos los pueblos indígenas amazónicos no es la misma y depende de varios factores, según su contexto específico. Ya no es momento de diagnósticos, es hora de hacer las cosas. Para cualquier necesidad de insumo, las organizaciones pueden brindar esa información. Así como para apoyar la logística de las medidas que realice el Estado por seguridad de los pueblos indígenas. Es hora de implementar de forma progresiva para brindar atención.
Casualidad o no, el vicepresidente de AIDESEP cuenta que ya el año pasado, durante el congreso de la organización indígena local de su zona natal, el río Napo, celebrado en marzo de 2019, se trató al respecto de “una futura crisis que se sentía llegar”. Refiere que “no sabíamos si era una crisis de muerte, o de hambruna, pero había un presagio en el ambiente viendo cómo morían animales, incluso caían las mariposas por el calor insoportable, pues son señales que llaman la atención de la población”. Fue algo, recuerda, que se comentó y se debatió en varios momentos del encuentro. En referencia a eso, indica que este acontecimiento se lee, desde la perspectiva indígena, como un punto de partida que permite hacer una lectura de los signos de los tiempos.
– ¿Cómo se percibe el COVID-19 desde la mirada indígena?
– Las comunidades ven la situación actual como una prueba a nuestra vida que se nos pone por no velar por la naturaleza que Dios nos ha brindado, el valor humano y comunitario, así como la dignidad inherente a la vida de las personas. Algo que nos está haciendo perder la tecnología, que quizás, en ciertos aspectos, nos va a destruir la vida en el futuro. Es un momento clave para la reflexión y un momento preciso, pues se ha dado en Semana Santa. En las comunidades se ha realizado una Cuaresma muy motivadora porque la hemos hecho tratando de respetar el aislamiento social obligatorio, sentándonos con nuestra familia, para reflexionar y evaluar cuáles serán las siguientes acciones para preservar la armonía que Dios tiene con nosotros. Es momento de revitalizar la vida y la solidaridad de las personas, creo que la lectura va por ahí, con nuestro ánimo de continuar adelante a pesar de que las coordinaciones telefónicas y por Internet no son tan eficientes, pero se debe continuar enfrentando esta crisis sin desanimarnos.
Rubio habla desde su especialidad, la teología, y desde su fe católica pero, asegura, es una idea que se percibe desde las comunidades, católicas o no, pues el hecho de haber parado las actividades es una oportunidad para la autoreflexión en todo tipo de contextos y creencias. Y es desde su cercanía a la Iglesia, con la que se formó desde niño, que valora y agradece todo lo que, desde el minuto cero, a través de las Cáritas de cada zona y de otros mecanismos impulsados desde las parroquias, se viene haciendo. “El apoyo que se brinda desde la Iglesia es un valor muy positivo. Ahora no es tiempo para estar conversando y dialogando. La iglesia actuó ya, esa la acción. Eso es lo que queremos, acciones. Una acción demuestra mucho esfuerzo, mucho sentido de colaboración y mucha voluntad, demuestra presencia y humanidad”.