Ucayali: Tres líderes indígenas, con sintomatología COVID-19, sufren en carne propia el colapso de la sanidad pucallpina

Preocupa la salud de Berlín Diques, presidente de ORAU, a quien hoy le tomarán prueba molecular en su casa tras dos semanas de sintomatología grave y una prueba rápida que dio negativo el domingo. El presidente de COSHIKOX, Ronald Suárez, ha sido diagnosticado como probable positivo mediante cuestionario telefónico. AIDESEP también indica que su presidente, Lizardo Cauper, quien está en Pucallpa, “lleva una semana con malestar general y se ha coordinado para que le tomen prueba”.

Por: Beatriz García Blasco – CAAAP

Foto: Hospital Amazónico, centro COVID-19 en Pucallpa, el día domingo.

Hospital Amazónico, centro COVID-19 en Pucallpa, el día domingo. Foto: Carmen Loyola / IBC

12:25|07 de mayo de 2020.- El presidente de la Organización Regional Aidesep Ucayali (ORAU), Berlín Diques, ya no contesta llamadas. Ni siquiera a sus personas de mayor confianza. Tras unas horas de mejoría, después de que ayer le aplicaron una ampolla, esta madrugada el líder asháninka ha vuelto a sufrir fiebres altas desde las 2 am. Está en su domicilio de Pucallpa a la espera que personal de la DIRESA Ucayali le tome prueba molecular. Pero el último domingo Diques estuvo varias horas transitando por media ciudad para que le atendieran. Ya eran, entonces, nueve días de fiebre alta y dolor de pecho, síntomas que estuvo tratando con medicina natural e inhalaciones.

Antes de las 6 de la mañana Berlín llamó, ese domingo, a una amiga de confianza pidiendo auxilio. No había dormido y casi no podía hablar. Pidió que la ayudara a ir a una clínica. En plena lluvia, recorrió en motocarro, junto a su esposa y su amiga, muchas de las clínicas locales pero todas estaban cerradas. Fueron al Hospital Regional. “No recibimos pacientes con síntomas febriles, deben ir al Amazónico”, les dijeron. Ya eran cerca de las 11 de la mañana. Como cada vez se sentía peor, desde ahí mismo llamaron a un reputado doctor de Cajamarca quien, vía telefónica, dijo: “Este caso ya es grave, no puede atenderse por teleconsulta, deben hacerle una prueba de descarte rápidamente. Parece muy grave”. Pusieron el celular en modo altavoz, para que Berlín y su esposa escucharan y el doctor repitió: “Es grave. Puede morir”.

Ante tal advertencia, fueron a por esa prueba de descarte al Centro de Salud Nueve de Diciembre. “Ahí se ha implementado una zona de triaje para COVID-19 pero, ¡es increíble! En el garaje y cubriendo con plásticos”, relatan quienes acompañaban a Diques el domingo. La prueba rápida salió con resultado negativo. En ese lapso también visitaron una farmacia, donde se demoraron bastante tiempo por las largas colas.

“Como sabemos que la prueba rápida tiene margen de error y ante la gravedad del asunto, terminamos yendo al Hospital Amazónico”, relatan como punto final. Lo que allí vieron es difícil de narrar. Lo definen, literalmente, como “una carnicería, una vergüenza”. Implementado con carpas, la intensa lluvia terminó haciendo caer una de ellas, que cayó en uno de sus extremos sobre una anciana. Había muchos pacientes, a muy poca distancia unos de otros. Y sí, también había muertos. “A dos metros de Berlín había una mujer fallecida en un motocar, en el otro lado, como a tres metros, otro muerto en una silla de ruedas. Fui a comprar las medicinas que nos pidieron y ahí, al lado de la caja, otro…”, describen con la voz entrecortada de tan solo recordarlo.

Gracias a las medicinas, aunque la codaína que se necesita para el dolor de pecho estaba agotada en todas las farmacias cercanas, Diques logró cierta mejoría a través de nebulizaciones e hidratación intravenosa. La doctora que le atendió quería internarlo, pero Diques se opuso, se asustó con el panorama que vio ante sus ojos. Por eso, desde el domingo ha venido tratando de recuperarse con las medicinas que le recetaron, pero sin supervisión médica. “No hay certeza de que tenga COVID-19, quizás es una bronconeumonía grave, pero es que en estos momentos los hospitales ya no son garantía de nada, son un foco de infección”, considera la persona de confianza que intenta apoyarle en lo que puede.

Aidesep ha lanzado la alerta hace pocas horas. Foto: AIDESEP

Aidesep ha lanzado la alerta hace pocas horas. Foto: AIDESEP

Quien también está resguardándose de la enfermedad en su propia casa, aunque con sintomatología todavía no tan complicada es Ronald Suárez, el presidente del Consejo Shipibo Konibo Xetebo (COSHIKOX). “Ya es una semana que estoy con dolor de cuerpo y de cabeza. No tengo apetito y no siento la comida, he perdido el gusto y el olfato”, relata Suárez. El líder shipibo tiene diabetes y, en comunicación telefónica, un médico le ha confirmado que hay muchas posibilidades de que tenga COVID-19, pero ya no hay pruebas rápidas, así que es posible que nunca se llegue a confirmar su caso. “No quiero ir al hospital, nos da miedo, desde allí cuentan que los infectados y los muertos están en los rincones”, explica sobre su preferencia de tratar de pasar estos momentos en casa. El doctor que le atendió por teléfono le recomendó reposo absoluto y, como complemento, se trata con remedios naturales.

Hace pocas horas la Asociación Interétnica para el Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP) ha lanzado otra alerta. Su presidente, Lizardo Cauper, quien también se encuentra en Ucayali, presenta malestar general desde hace una semana y, como Diques, está a la espera de que el personal de la DIRESA vaya a su casa a tomarle la prueba.

Si bien no se puede afirmar por el momento que Berlín Diques, Ronald Suárez y Lizardo Cauper sean “enfermos covid” (si les realizan las pruebas moleculares prometidas se tardará todavía varios días en saber), lo que todos ellos están padeciendo en carne propia es el colapso del sistema sanitario de Pucallpa. Un colapso que cada vez se asemeja más al de Iquitos y del que están siendo víctimas cientos (o miles) de enfermos con un mismo sentir: el gran temor por pisar un hospital.

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