Hay desconcierto, preocupación y temor en las comunidades al constatar el nivel de expansión de la epidemia en sus territorios, en parte porque no se dio una política adecuada a su realidad. Las comunidades y sus dirigentes temen que la situación se siga agravando y hacen un llamado a las autoridades de salud regionales y nacionales a concentrar apoyo logístico, médico y presupuestal en esta parte de la selva.
Por: Segundo Herrera – Abogado del CAAAP – Gerzon Danducho – Coordinador del CAAAP en Amazonas
15:30|19 de junio de 2020.- Una de las demandas y exigencias de las organizaciones indígenas nacionales y locales al gobierno, desde el inicio de la pandemia del COVID-19, ha sido la implementación de acciones efectivas y estratégicas para enfrentar su propagación en los territorios indígenas. Asimismo, la Defensoría del Pueblo, la CNDDHH y la Iglesia Católica, entre otras instituciones, se han expresado en el mismo sentido, para evitar que la pandemia ingrese a las comunidades nativas, ya que sus consecuencias serían terribles e incontrolables. Pues esto dejó de ser una preocupación para convertirse hoy en una cruda realidad. Realidad que tienen que enfrentar nuestros hermanos y hermanas de las comunidades indígenas, sin acceso a los precarios servicios básicos de salud existentes en la zona y sin información oportuna y de calidad que ayuden a mitigar las consecuencias del COVID-19.
La Defensoría del Pueblo exhortó a las autoridades económicas, hace unos días, a que se asigne un presupuesto especial para garantizar la atención a las comunidades indígenas ante la expansión incontrolable de la pandemia. Más recientemente AIDESEP ha exigido al gobierno, a través del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), que transfiera los fondos (88 millones) para atender la emergencia. Sin embargo, a 100 días del estado de emergencia nacional decretado por el gobierno peruano, el Estado carece de una estrategia y política clara para prevenir y enfrentar la propagación del COVID-19 en este importante sector de la población, que alberga a más de 4.5 millones de ciudadanas y ciudadanos en todo el territorio nacional.
En la región Amazonas, el contagio del COVID-19 al interior del territorio del pueblo Awajún, en Bagua y Condorcanqui, es incontrolable y viene golpeando con ferocidad a quienes la padecen. Aunque las cifras oficiales de la Dirección Regional de Salud de Amazonas nos indican que, a la fecha, en Imaza solo existen 100 personas contagiadas y en Condorcanqui 95, todos saben que existe un subregistro debido al escaso número de pruebas aplicadas en estas zonas tan lejanas a la capital de la región. Son cientos las personas con sintomatología relacionada con el COVID-19, mientras observan la lenta respuesta de los servicios de salud, ya de por sí colapsados. Esta crisis visibiliza de manera cruel las características de un servicio estatal ajeno a la realidad de los pueblos indígenas, que aún no aplica un enfoque intercultural y sigue concentrando la atención e información en las ciudades principales. Si antes era difícil, ahora cruzar ríos o viajar a través de las montañas para acceder a estos servicios se vuelve una tarea imposible en tiempos de pandemia, es la realidad que enfrentan nuestros hermanos awajún, esperando saber si para el Estado “son positivo o negativo” para recibir tratamiento. El pueblo Awajún es consciente que su sabiduría ancestral en medicina puede ayudar a manejar algunos síntomas, pero temen por aquellos que sufran síntomas más graves. Ya se comienzan a contar los fallecidos a consecuencia de la pandemia.
Hay desconcierto, preocupación y temor en las comunidades al constatar el nivel de expansión de la epidemia en sus territorios, en parte porque no se dio una política adecuada a su realidad; por ejemplo, en el manejo del retorno de caminantes o los mecanismos inadecuados para acceder a los bonos de subsidio estatal, que promovió el traslado a las ciudades y la conglomeración de personas. Las comunidades y sus dirigentes temen que la situación se siga agravando en estos días y se convierta en un Loreto de hace unos días. Por ello, hacen un llamado a las autoridades de salud regionales y nacionales a concentrar el apoyo logístico, médico y presupuestal en esta parte de la selva. Los hospitales en todo Amazonas no cuentan con Unidades de Cuidados Intensivos, tampoco con respiradores artificiales. Los pocos médicos que atienden han anunciado un colapso de los servicios hospitalarios, sin poder referir a los pacientes críticos a los hospitales de Chiclayo o Trujillo, que también están colapsados. Urge un plan multisectorial e intercultural de salud pública para mitigar las consecuencias de la pandemia en el pueblo Awajún.