Loreto: pobladores limpian la zona del derrame de petróleo

Por Francesca García Delgado

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(Alessandro Currarino / El Comercio)

El olor que desprende un derrame de petróleo es tan impactante como las manchas negras que evidencian el desastre.

En el distrito de Morona, provincia de Datem del Marañón (Loreto), el aroma del hidrocarburo mezclado con la tierra húmeda de la selva se percibe a cuatro kilómetros desde la zona donde el pasado 3 de febrero ocurrió el incidente ambiental.

Han pasado 17 días desde que cerca de mil barriles de petróleo escaparon por una grieta de 56 centímetros del Oleoducto Norperuano en plena selva virgen. Petro-Perú, empresa operadora de esta infraestructura, detuvo la emergencia seis días después.

Sin embargo, el crudo ya había penetrado en la quebrada de Cashacaño, tributaria del río Morona, y siguió su curso hasta el río Marañón, una de las mayores reservas de agua de nuestra Amazonía.

Hoy, el impacto del petróleo continúa y por lo menos nueve de las veinte comunidades nativas de Morona se mantienen en vilo por la contaminación del agua y el suelo, que son su medio de subsistencia.

REPORTE DESDE LA ZONA
El Comercio llegó hasta la zona del derrame, ubicada en el kilómetro 206 del ramal norte del ducto, tras un camino de cuatro horas a pie por 13 kilómetros desde la comunidad nativa de Mayuriaga. Se comprobó que,  pese a las acciones de limpieza emprendidas por Petro-Perú, el crudo permanece en Cashacaño y se esparce por fuentes de agua y vegetación en cuatro kilómetros a la redonda.

Elías Wasum Huachapa, apu de la comunidad de Mayuriaga, explicó a este Diario que unas cincuenta personas de su comunidad se han integrado a los trabajos de limpieza por necesidad. “Sabemos que esta labor puede afectar nuestra salud, pero con el dinero que nos pagan [S/150 diarios] podemos mantener a nuestras familias”, agregó.

El apu de la comunidad nativa de San Martín, Manuel Pizango, reclamó que Petro-Perú y las autoridades del Ministerio de Salud –que declaró en emergencia la calidad del agua en la zona el martes último– han enviado ayuda a ciertos sectores afectados, pero no han incluido a otros, como a su propia comunidad. Agregó que la quebrada Cashacaño era su fuente principal de subsistencia por la pesca.

LABORES DE LIMPIEZA
En la zona del derrame, unas noventa personas –pertenecientes a las comunidades aledañas– fueron contratadas por la petrolera estatal para realizar jornadas de ocho horas diarias para recoger el crudo.

Las bolsas llenas de petróleo con maleza son acumuladas bajo un toldo improvisado en el campamento de los trabajadores. Una vez allí, los funcionarios de Petro-Perú solo les piden tener más paciencia. “Esperar, ¿hasta cuándo?”, se preguntó Pizango.

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Fuente: El Comercio

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