Líderes indígenas de Indonesia, Perú, Colombia y Liberia pidieron hoy en Londres que la Unión Europea tome medidas y refuerce su legislación contra la violación de derechos humanos y la apropiación de tierras relacionada con el suministro global de aceite de palma.
Estos representantes civiles solicitaron que la Europa de los 28 «fortalezca» la regulación de las instituciones financieras y el sector privado de la agroindustria para proteger el patrimonio, el respeto de los derechos humanos y las leyes de protección medioambiental.
Desde el 25 de abril, los líderes indígenas se están reuniendo con parlamentarios europeos para concienciar del daño que padecen las comunidades nativas a causa de una industria que se expande cada vez más debido a la gran demanda de este producto en los países de la Unión Europea.
Los delegados también se dirigieron hoy a la Bolsa de Valores de Londres, a la que instaron a que elimine de la cotización en el Mercado Alternativo de Inversiones (AIM) a la empresa United Cacao.
Para ello, presentaron un informe de la Agencia de Investigación Ambiental (EIA), que descubrió que esta firma registrada en las Islas Caimán recibió fondos del parque londinense y deforestó de forma ilegal al menos 11.118 hectáreas de la Amazonía Peruana.
El aceite de palma constituye una industria puntera y una oportunidad de negocio para los países de América Latina, especialmente para Colombia.
Este país es ya el primer productor en América Latina y el cuarto del mundo y cuenta con cultivos en más de 120 municipios (500.000 hectáreas), con una producción estimada en 1,3 millones de toneladas de aceite.
Este «oro líquido», como lo califican los expertos, permite el desarrollo de productos en ámbitos como la nutrición, la cosmética y la industria farmacéutica.
El defensor de derechos humanos de Colombia, William Aljure, pidió a la comunidad internacional que se «solidarice» con los pueblos indígenas para «exigir que las inversiones dañinas y las operaciones de plantación sean investigadas y sancionadas adecuadamente».
El director de la ONG Link-AR Borneo (Indonesia), Agu Sutomo, explicó en la capital del Reino Unido que es necesario que «la comunidad mundial entienda que cuando se consume aceite de palma y biocombustibles, se consume también la sangre» de sus vecinos.
«La incontrolable expansión de las plantaciones de aceite de palma crea conflictos en el derecho de las tierras, lo que deriva en convulsiones sociales y culturales y en daños en el medio ambiente», afirmó Franky Samperante, representante de la comunidad de Indonesia.
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Fuente: Terra.com/EFE