El proyecto de piscicultura de la comunidad nativa de Arazaire, pueblo que se integra en el grupo indígena Harakbut, en Madre de Dios, participa en el concurso internacional “La mujer en la industria de la pesca”. La implementación de una piscigranja con sistema de oxigenación y donde se crían pacos destinados para el consumo seguro de pescado en un contexto donde la minería ilegal ha contaminado los ríos con el uso de mercurio es su principal logro. Un logro posible gracias al trabajo coordinado de la CCNN de Arazaire con el apoyo de Cáritas Madre de Dios y el Programa Nacional de Innovación en Pesca y Acuicultura (PNIPA)
Por: Beatriz García y Cáritas Madre de Dios
18:40|18 de agosto de 2019.- La minería ilegal se propagó en pocos años a las puertas de su comunidad. Y, con ella, la contaminación de sus ríos y quebradas a causa de la utilización del mercurio para, gracias a él, hallar la mayor cantidad de oro posible. Ríos que por años les habían dado el alimento necesario y cuyos peces, ahora, portan en su interior ese metal que, consumido de manera frecuente, genera múltiples afecciones a la salud.
Estamos en el distrito de Inambari, región Madre de Dios. Más en detalle, hemos llegado hasta la comunidad nativa de Arazaire, en el kilómetro 162 de la carretera Interoceánica. Allí Ruth, Marcia, Matilde, Isabel, Beatriz, Liz y el resto de mujeres de las 22 familias que componen Arazaire están de celebración. Su trabajo de los últimos meses está participando en el concurso “La Mujer en la Industria de la Pesca” (www.womeninseafood.com), junto a otras iniciativas que buscan destacar, promover y empoderar a las mujeres indígenas en la implementación de proyectos exitosos.
Arazaire es, desde antaño, una comunidad con marcado perfil matriarcal. Allí, el liderazgo femenino es un hecho. Y, por eso, los proyectos que allí se implementan, así involucren a toda la población, son encabezados por ellas. “Anteriormente nos dedicábamos a la agricultura, pero no comercial, sólo poder sustentarnos”, explica Beatriz Tijé, “pero, como ya no nos daba el sustento necesario, nos hemos empezado a dedicar a la piscigranja para darles alimentos sanos a nuestros hijos porque los ríos están contaminados con mercurio”.
Gracias a Cáritas Madre de Dios, al financiamiento ganado a través del fondo concursable del Programa Nacional de Innovación en Pesca y Acuicultura (PNIPA) y a la voluntad comunal, esta comunidad perteneciente al pueblo Harakbut, desarrolla hoy un proyecto piloto de diez meses de duración que finalizará en apenas dos semanas. Se trata de una poza de 1.800 metros cuadrados que, como novedad, incluye un sistema de oxigenación del agua a través de energía solar que permite triplicar la producción. Allí, en el mes de mayo, se sembraron 3.000 alevinos de la variedad paco. “Se espera que la mortandad sea mínima, lo que se pretende que es la comunidad con esta adaptación tecnológica tenga el máximo de capacidad de producción”, detalla Laura Ramírez, coordinadora del proyecto y miembro de Cáritas Madre de Dios, “ahora ya estamos presentando propuestas pensando precisamente en la continuidad de esta iniciativa”.
Mirando al futuro
Las mujeres Arazaire ya piensan en el mañana. “Queremos seguir creciendo, no quedarnos solamente con este pequeño pozo piloto, si bien es la parte primordial para iniciar el cambio de nuestra economía como mujeres emprendedoras de Arazaire”, explica Marcia Tijé, “estamos muy agradecidos a las instituciones que nos vienen apoyando y nos gustaría, en algún momento, industrializar el pescado y tener una venta tanto local, como nacional e internacional porque la pulpa del paco es fabulosa y un producto nutritivo que no está contaminado”.
Atender una piscigranja requiere de disciplina. Desde temprano, todas tienen un ojo en su casa y otro en los peces. Hay que atender el reloj: A las ocho de la mañana es hora de alimentar y, en la tarde, a las cuatro. “Hay que revisar constantemente. Estamos siempre dando vueltas a la poza porque por que casi siempre hay lagarto, o las garzas que comen a los pescaditos. Hay que estar atentas para no perder”, cuenta Matilde Tijé, sobre el trabajo diario.
El objetivo de implementar y dar continuidad a las piscigranjas es doble. Por un lado, el meramente económico: mejorar, mediante el ingreso generado por la venta del pescado, la economía de las familias a medio y largo plazo. Y, por otro, la mejora de la situación nutricional de todos, especialmente de los niños. Al final, se trata de lograr una mejor calidad de vida comunal. “Sin duda, es una gran oportunidad a la que debemos darle mucha visión de futuro”, confirma Marcia Tijé.
¿Y cómo surgió?
Cáritas Madre de Dios lleva muchísimos años apoyando de formas diversas a la comunidad de Arazaire. Son pocas familias, pero con un gran compromiso. “Con Arazaire ya se había trabajado un Plan de Vida basado en tres cuestiones fundamentales: la artesanía, la piscicultura y la agroforestería”, enumera Juan Carlos Navarro, secretario general de Cáritas MDD, “así que el proyecto se alinea perfectamente en su plan comunal”. Luego, se identificó el fondo concursable PNIPA, se logró y ahora empiezan los resultados.
Los componentes en los que se ha trabajado son: mejora de la productividad, manejo en la gestión y comercialización y fortalecimiento organizacional. En el primero se trató de “cómo preparar los alimentos, dietas balanceadas para los peces, identificar enfermedades, oxigenación acuícola…”, enumera Laura Ramírez como responsable del proyecto. Y, tras ello, otros aspectos no menos importantes como identificar costos de producción, costo/beneficio, punto de optimización, estimar y valorizar la mano de obra, conocer cuánto están ganando por cada kilo que venden y cómo gestionar y organizarse de manera comunitaria, entre otras cuestiones. En definitiva, promover un trabajo integral con perspectivas de futuro.
Más información sobre el concurso ‘La mujer en la Industria de la Pesca’: https://womeninseafood.com/
Vídeo en Youtube: https://www.youtube.com/watch?time_continue=23&v=7xsIEb2muEE