La gran novedad de la Conferencia Eclesial Amazónica es que no solo la conformarán obispos, sino que también será integrada por laicos de los pueblos indígenas. Uno de ellos será el profesor bilingüe del pueblo asháninka Delio Siticonatzi. En esta entrevista, nos brinda su opinión sobre el nuevo reto que le toca asumir como parte de esta Conferencia y lanza un mensaje de esperanza hacia la Amazonía y su gente: “Somos pueblos generosos que siempre han compartido, tenemos que demostrar al mundo que los pueblos indígenas son sencillos y humildes, que viven su fe plenamente con la madre naturaleza que nos provee todos los días”.
Por: Beatriz García y Alexandra Heras (CAAAP)
14:30|07 de julio de 2020.- Desde la Universidad Católica Intercultural Sedes Sapientiae – NOPOKI, en Atalaya (Ucayali) es que Delio Siticonatzi formó parte de las reuniones virtuales que, días atrás, fructificaron en la firma del acta fundacional de la Conferencia Eclesial de la Amazonía que estará presidida por el Cardenal Claudio Hummes una vez que, en Roma, el Papa Francisco dé su aprobación definitiva. Una institución de la Iglesia Católica que buscará la unión de la Iglesia amazónica. Patricia Gualinga, del pueblo Kichwa de Ecuador, la hermana Laura Vicuña, del pueblo Kariri de Brasil, y el propio Delio, profesor bilingüe del pueblo asháninka de Perú serán los tres primeros indígenas amazónicos que tomarán parte en esta Conferencia Eclesial. Los tres participaron en el Sínodo Amazónico, celebrado en octubre de 2020 en Roma. Analizamos en esta entrevista cómo afronta Siticonatzi esta misión.
Usted es uno de los tres laicos indígenas designados para integrar la Conferencia Eclesial de la Amazonía, ¿cómo se siente?
Muy contento, por supuesto. Feliz de que el Papa Francisco me haya elegido para ser parte de la Conferencia Eclesial para la Amazonía. Me siento comprometido con la Amazonía, es mi casa, y creo que necesita representantes que hablen y puedan dirigir palabras de esperanza, pues el Gobierno no habla sobre lo que aquí ocurre, temen que los indígenas despierten el interés de cuidar y salvaguardar sus recursos naturales. Gracias al Papa Francisco, quien ha puesto la mirada hacia los indígenas, como lo dijo en Puerto Maldonado “para que puedan ser quienes escriban su propia historia y que vean la necesidad, porque ellos conocen realmente sus situaciones”.
¿Qué cree que pueden aportar los indígenas a esta nueva institución de la Iglesia Católica?
Podemos aportar mucho, porque la Iglesia necesita conocer más y mejor la Amazonía. Sin el indígena la Iglesia no puede aterrizar en la Amazonía, porque si no volvería la misma historia que hemos vivido, se repetiría la historia. Además, ya el Papa ha pedido perdón a los pueblos de la Amazonía por la indiferencia histórica hacia nosotros.
Cuando se inició el camino sinodal, cuando el Papa visitó a Puerto Maldonado, ¿imaginaba que dos años después estaría inmerso en algo así?
Desde que se inició el camino sinodal, desde que el Papa visitó Puerto Maldonado, ha habido un salto gigantesco. La preocupación del Papa ha hecho que se haga realidad lo que la Amazonia necesita: mayor atención en los poblados más lejanos, pues aún hoy hay comunidades donde ni si quiera llega el Estado. Estoy convencido de que esta Conferencia Eclesial de la Amazonía podrá arraigarse, para que las personas que viven en los lugares más alejados puedan conocer el rol e importancia de la Iglesia a través de sus misioneros, espero que ellos sean portavoces de cada vicariato para llegar a todos los rincones de sus diócesis, parroquias y territorios con este mensajes de amor y esperanza.
Hablar de esta Conferencia es echar la vista atrás, mirar a Roma, pensar en el Sínodo. ¿Qué recuerdos te trae aquel mes de octubre en el Vaticano?
Es todo parte de un proceso que se ha trazado. Sin el Sínodo no se habría podido dar este gran salto de la Iglesia. Yo lo llamaría la preocupación del Papa por atender y ver la Amazonia por y para la atención de los más pobres, los más vulnerables. Como él mismo lo dijo cuando inició su pontificado, desea y quiere una Iglesia pobre para los pobres. Personalmente, recuerdo mucho cuando el Papa nos pedía algo importante en la sala del Sínodo, nos decía “quiero algo, quiero algo desbordante”. Y nosotros nos preguntábamos “¿qué es lo que el Papa quiere y desea que se desborde?” Yo estaba como auditor y veía que el Papa quería que algo sucediera. Esta reunión no era donde tenía que ganar una mayoría, sino donde el Espíritu Santo actuase frente a las personas para optar por algo bueno para el mundo y para la Amazonía.
¿Cómo siente su compromiso hacia el camino sinodal?
Me siento muy comprometido pues, como decía Mauricio López, secretario de la REPAM, el Sínodo no termina, el Sínodo sigue recorriendo el camino. Sigo creyendo en este caminar juntos para lograr un desarrollo integral de la Amazonía. Creo y estoy convencido de que esta Conferencia Eclesial para la Amazonía guiados por el Papa Francisco, quien con el título de su exhortación ya nos inspira. Es nuestra ‘Querida Amazonía’ y él nos regala sus sueños. Estoy convencido de que la Iglesia ha trazado un camino gigantesco. Recuerdo algunas palabras de los padres sinodales donde decían que es un trabajo muy complicado y pesado pero, aún así, hay que trabajarlo con ternura, con pasión y misericordia entendiendo a los demás. Así podremos lograr un desarrollo integral de los pueblos indígenas, comprometiéndolos a ellos también, entendiendo que la vida es para todos y si la Amazonía perece, el mundo también, porque es donde vivimos.
En esta pandemia estamos viendo cómo la Iglesia está jugando un rol importante, no solo en la Amazonía, sino en todo lugar. ¿Qué le parece?
La iglesia viene cumpliendo su rol, un rol que siempre hecho silenciosamente y que no era tan visible, pero en este tiempo la Iglesia ha saltado a los ojos del mundo. El Papa, como cabeza de la Iglesia también ha seguido ayudando al mundo, que realmente necesita. Gracias a las congregaciones, quienes han colaborado en este tiempo con las familias en especial a los niños y ancianos, casas de acogida, iniciativas de laicos, sacerdotes y los obispos de la Amazonía también han alzado su voz mediante cartas y pronunciamientos en favor de la Amazonia. Desde tiempo atrás hay sacerdotes que han ofrecido incluso su vida, han ayudado y aportado, pero les ganó la hermana muerte y se los llevó, pero estamos seguros que están en un lugar más tranquilo y más descansado. Ahora, como antes, la Iglesia sigue acompañándonos en esta situación lamentable, donde los gobiernos y su personal no están trabajando correctamente, hay falta de compromiso, y conciencia. Creo que es bueno y justo lo que la Iglesia viene haciendo. Aquí en Atalaya, la parroquia ha realizado una Radiatón para ayudar y comprar una planta de oxígeno. Y lo hemos conseguido gracias a la población de Atalaya, a la iglesia que ha dado esa iniciativa con sus párrocos, sacerdotes y el mismo obispo. Gracias a la ayuda de Dios todo se puede, todos unidos lo podemos lograr, con un solo ideal y propósito.
¿La Iglesia hoy es más valorada y querida por los amazónicos que años atrás?
La iglesia hoy está en los ojos del mundo, pero aun no llegamos completamente a toda la Amazonía. La Iglesia trata de llegar, pero hay que mirar otras formas, otra mirada, abrir otros caminos, y la Conferencia Eclesial de la Amazonía es uno de estos primeros caminos para que nosotros podamos llegar y entrar a conocer bien la Amazonía. Años atrás la Iglesia estaba perdida en un bosque que no tenía salida, pero comenzó a salir con la visita del Papa a la Amazonía. La Iglesia comenzó a brotar en las personas que a veces dudaban de ella, pero ahora nuevamente creo que con esta situación que estamos viviendo la Iglesia vuelve a la Amazonia para ayudar, servir y cumplir su rol profético en la caridad.
Usted es natural del río Tambo, en Junín. ¿Cómo están viviendo sus paisanos, sus familiares y vecinos esta situación?
Bueno, también se vive en una situación muy precaria. Les visité unos días atrás y también sufren, porque las personas no tienen conciencia de lo que realmente es esta pandemia. Entonces no hay demasiadas iniciativas por cuidarse. A veces la necesidad les hace salir de sus comunidades a la ciudad, sabiendo que hay muchas infecciones, pero salen y retornan a sus comunidades infectados, por ello la mayor parte de las comunidades del río Tambo están contagiadas. Mis familiares y vecinos viven en una situación de angustia, pensando que también se pueden contagiar y, frente a eso, yo les animé a seguir resistiendo y a no actuar de forma desesperada, sino con calma y, sobre todo, la palabra que anima y edifica es cuidarse y mantener la distancia.
Y en la universidad NOPOKI, donde usted reside, ¿cómo están afrontando esta realidad atípica?
Aquí actualmente hay 200 jóvenes. Estamos afrontando todo esto con mucha cautela, cumpliendo los protocolos sanitarios. Los jóvenes han tomado conciencia de seguir estudiando, pues la pandemia no puede ser un obstáculo. Después ellos contarán a sus futuras generaciones cómo han vivido esta pandemia, se han animado ayudándose unos a otros, sin vivir en pánico a pesar de la difícil situación que está pasando la ciudad. Nosotros como jóvenes tratamos de buscar una nueva realidad, diferente a la que vivimos, que ayude a los demás a asumir una responsabilidad grande.
¿Un mensaje para los pueblos indígenas en estos momentos?
Animo a todos los pueblos de la Amazonía, a todas las culturas del mundo, en especial a la Amazonía en el Perú. Animarlos a que no se desesperen, esto se puede solucionar cuidándonos, cumpliendo los protocolos encomendados, y siempre ayudémonos unos a otros. Es lo más correcto que podemos hacer. Con lo poco que tenemos, si tienes algo para dar, tendrás que dar hoy, porque la persona que está a tu lado, tu vecino, tu comunidad vecina te necesita. No nos abandonemos, llenémonos de fuerzas para luchar y salir adelante. Nosotros somos pueblos generosos que han compartido, tenemos que demostrar al mundo que los pueblos indígenas son sencillos y humildes, que viven su fe plenamente con la madre naturaleza que nos provee todos los días. Ayudemos a las personas más vulnerables, hay personas que viven en las ciudades, teniendo tierras en sus comunidades para que puedan trabajar. Les invito también a ellos a reflexionar, y regresen a la selva, a sus tierras, que sus padres y abuelos les han dejado como herencia. Regresen hermanos a nuestra hermosa naturaleza, que es lo más divino que uno puede expresar en el sentido más profundo del corazón. El mundo indígena es el más humilde y sencillo que existe en este mundo y resplandezcamos siempre en el amor de Cristo abrasado en la fe de María. Les deseo unos meses donde podamos reflexionar, les pido mucha oración para las personas que sufren, que han perdido a sus familiares, y una vez más les invito a regresar a la Amazonía, es la única forma en la que podemos sostenernos frente a esta crisis.