Shanay-timpishka está a 700 kilómetros de un volcán
El geólogo Andrés Ruzo lanzó una iniciativa global para proteger el Shanay-timpishka, un río que hasta hace poco era desconocido para la ciencia, pero es parte de las leyendas entre comunidades indígenas de Perú.
Cuando Andrés Ruzo –hijo de madre nicaragüense, padre peruano y explorador de National Geographic– era pequeño, su abuelo le contaba historias fantásticas sobre la conquista española. Sus relatos incluían a Atahualpa, chamanes, serpientes tan grandes que comían humanos, guerreros y un río que hervía.
Al pasar los años, Andrés se interesó por la geología y continuó recordando un detalle de la leyenda, el río hirviente. Al estar haciendo su doctorado en geofísica, les preguntó a sus colegas: “¿es posible que exista un río que hierva sin estar cerca de un volcán?” Un “no” unánime fue la respuesta rotunda.
Sin embargo, en una cena familiar su tía contradijo a la academia, afirmando que había nadado en ese río y que además, era amiga de la esposa del chamán. Así que se fueron juntos a la Amazonia peruana, estando a más de 700 kilómetros de un centro volcánico. Al caminar por la selva, Andrés estaba lleno de escepticismo científico, hasta que el vapor le comenzó a nublar la vista. Y ahí estaba el río hirviente, con una temperatura de 86 grados centígrados.
Esta corriente de agua es sagrada para los indígenas y es protegida por un chamán, cuyo asistente le mostró a Andrés el recorrido del caudal: empieza frío, hasta que llega al hogar de Yacumama, Madre del Agua, una culebra gigante que lanza chorros enormes por su boca. Al envejecer, su movimiento se ve limitado y ella opta por establecerse al lado del río. Y Andrés la vio: una roca con forma de anaconda, justo donde empieza a aumentar la temperatura del agua.
“Hervido con el calor del sol”, o Shanay-timpishka, tiene una corriente caliente por 6,24 kilómetros, hasta 5 metros de profundidad y 25 metros de ancho; pero, ¿de dónde sale el calor? Los análisis han indicado que el agua cae originalmente como lluvia en la Cordillera de los Andes y al continuar su curso entra al fondo de la tierra, donde es calentada por la energía geotérmica para salir de nuevo a la superficie en la Amazonia peruana.
Más allá de entender el proceso científico por el que el río hirviente existe, Andrés está enfocado en proteger el territorio y su riqueza cultural. Para esto creó un equipo conformado por su esposa, Sofia, especialista en mercadeo; Devlin Gandy, fotógrafo de National Geographic, y Shah Selbe, tecnólogo en conservación. Ayer fue el lanzamiento oficial de la página web www.riohirviente.org, con la que buscan compartir el conocimiento que han adquirido de esta zona, tanto geológica como biológica y antropológicamente, para crear conciencia sobre su importancia. Además, simultáneamente fue el lanzamiento de su libro The boiling river:Adventure and discovery in the Amazon, que ya es best-seller en Amazon.
Estas herramientas presentan los aspectos tanto académicos como culturales por los que la zona debe ser protegida. La página muestra los habitantes y las leyendas que viven en la selva del río, para así llamar la atención de las autoridades locales e impedir que a ojos de un empresario sea sólo un terreno más listo para deforestar.
En su libro, Ruzo escribió: “aunque presentáramos todos los datos, hechos y figuras en el área del río hirviente, se quedarían cortos en describir el aura especial de este lugar. Cuando uno se encuentra solo en el río, sintiendo el calor de las rocas y el vapor, escuchando el coro de los sonidos de la selva y observando las estrellas fugaces en la noche, uno realiza su significado y la razón por la que los locales piensan que este río es sagrado”.